El agarre de Dominic en la mano de Arianna fue tierno pero firme.
La corriente que los unía era innegable, un hilo invisible que vibraba en el aire entre ellos. Cuando finalmente la soltó, Arianna sintió un extraño vacío, una punzada de algo que no supo identificar. Se llevó la mano al pecho, donde su corazón latía con una prisa desacostumbrada.
Dominic, consciente de la intensidad de su propia reacción, se esforzó por mantener la compostura. No podía revelarle todo de golpe. Quinientos veintiseis años de práctica en ocultar su verdadera naturaleza le sirvieron ahora. Ella era su mate, sí, pero también era una humana ajena a su mundo. Necesitaba conocerla, ganarse su confianza, y sobre todo, protegerla.
"¿Explorando, dices?" preguntó Dominic, su voz ya más controlada, aunque sus ojos verdes no dejaban de escanear cada detalle de su rostro, como si quisiera grabarla en su memoria. "Este bosque puede ser engañoso para los que no lo conocen. ¿Qué es lo que buscas?"
Arianna agradeció el cambio de tema, aunque la mirada de Dominic seguía enviándole escalofríos agradables. "Oh, estoy aquí para un proyecto de investigación cultural", explicó, señalando su cámara. "Estoy documentando las tradiciones, leyendas y la vida cotidiana de pueblos remotos. Oakhaven me pareció perfecto, con su historia y su aislamiento."
Dominic asintió, una leve sonrisa curvando sus labios. "Oakhaven tiene muchas historias. Algunos dicen que los árboles mismos tienen memoria." Arianna sonrió ante la imagen, encontrándola poética.
"Precisamente", respondió ella. "Estoy buscando algo auténtico, algo que no haya sido tocado por la modernidad." Miró alrededor, hacia los imponentes árboles. "Necesito un buen guía, alguien que conozca bien el lugar."
Los ojos de Dominic brillaron con una oportunidad. "Conozco este bosque como la palma de mi mano. Nací aquí, he vivido aquí toda mi vida. No hay sendero que no conozca, ni historia que no haya escuchado." Y algunas que he vivido, añadió para sí mismo. "Puedo ayudarte con tu investigación, si lo deseas."
Arianna lo miró con sorpresa y un atisbo de esperanza. "Eso sería increíble. De verdad. He estado un poco perdida sobre por dónde empezar."
"Podemos empezar mañana si quieres", sugirió Dominic, su voz rebosante de una autoridad tranquila. "Puedo mostrarte los lugares más antiguos, presentarte a algunas de las personas del pueblo que tienen las mejores historias."
El corazón de Arianna dio un salto. No solo había encontrado a un guía inesperado, sino que la compañía de este enigmático hombre era extrañamente reconfortante, a pesar de la intensidad que desprendía. "Sí, me encantaría. Muchas gracias, Dominic."
Mientras caminaban de regreso hacia el pueblo, con Dominic tomando la delantera para abrir camino, Arianna empezó a hacerle preguntas.
"¿Qué tipo de leyendas tienen aquí?" preguntó.
Dominic sonrió de medio lado. "Hay muchas. De espíritus del bosque, de criaturas que caminan entre dos mundos, de hombres lobo..."
Dijo esto último con una ligereza que hizo que Arianna lo tomara como una simple leyenda folclórica.
"¿Hombres lobo?" Arianna rio, imaginando caricaturas. "Eso suena fascinante. ¿Crees en esas historias?"
Dominic la miró por encima del hombro, y por un instante, Arianna vio algo profundo y antiguo en sus ojos verdes. "En Oakhaven, algunas leyendas son más que simples cuentos, Arianna. Son una parte de nosotros." Se apresuró a añadir, viendo la sorpresa en el rostro de ella: "Son parte de nuestra cultura, de cómo entendemos el mundo natural que nos rodea."
Ella asintió, sintiendo que había tocado un nervio. "Entiendo. Es la forma en que las comunidades interpretan su entorno."
La conversación continuó, fluyendo con sorprendente facilidad. Dominic le preguntó sobre la ciudad, sobre por qué había elegido Oakhaven, y escuchó con una atención total que Arianna rara vez había experimentado. No se trataba de una escucha superficial; era como si cada palabra que ella decía fuera de suma importancia para él. Ella le habló de su pasión por la fotografía, de su anhelo por encontrar algo "real" y sin filtros.
Dominic, por su parte, hablaba de la vida en el bosque, de la importancia de la naturaleza, de las tradiciones del pueblo y de su familia, de forma vaga. Ocultó su edad, por supuesto, y su verdadera naturaleza, tejiendo una historia creíble de un hombre que amaba su hogar y su manada... sin usar la palabra "manada". Habló de "su gente", de la "familia de Oakhaven", haciendo que sonara como un anciano respetado del pueblo.
A medida que el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y púrpuras, llegaron a las primeras casas del pueblo.