El Último Vínculo: La Luna de Oakhaven

Capítulo Nueve: La Tormenta y la Verdad Intermitente

Las siguientes dos semanas se convirtieron en un patrón hipnótico para Arianna. Cada mañana, a las nueve en punto, Dominic aparecía en el linde del bosque, y juntos se adentraban en las profundidades de Oakhaven.

Dominic era el guía perfecto: silencioso, conocedor y lleno de historias veladas que alimentaban la investigación de Arianna con un folclore rico y fascinante. Gracias a él, su trabajo avanzaba a pasos agigantados.

Ella documentó los viejos molinos de agua, los patrones de bordado que narraban leyendas de "hombres fuertes bajo la luna", y la jerarquía social del pueblo, que, sin que ella lo supiera, reflejaba la jerarquía de la manada. Dominic se mostraba como un hombre respetado, casi reverenciado, y su presencia bastaba para abrirle a Arianna cualquier puerta.

El vínculo entre ellos creció. Arianna se sentía extrañamente cómoda con la intensidad de Dominic; el silencio entre ellos nunca era incómodo, y cuando él la miraba, sentía una conexión que iba más allá de la atracción física. Dominic, por su parte, se deleitaba en la compañía de su mate. Se obligaba a mantener la distancia física, pero su lobo se alimentaba de su presencia. La necesitaba a su lado, aunque no podía arriesgarse a revelarle el secreto que protegía no solo a su manada, sino a su vida.

Una tarde, mientras regresaban a la cabaña después de un largo día fotografiando un antiguo cementerio, el cielo se cerró. Nubes de tormenta de color plomo se arremolinaron sobre las montañas, y el viento aulló a través de los árboles. La lluvia comenzó con una ferocidad instantánea, transformando los caminos de tierra en arroyos de barro.

Arianna y Dominic se apresuraron a buscar refugio en la plaza principal del pueblo, donde las pocas casas de madera rústicas ofrecían algo de protección bajo sus pequeños aleros. Los habitantes del pueblo se habían retirado rápidamente a sus hogares, acostumbrados a la furia repentina de las tormentas de montaña.

Mientras la lluvia golpeaba el suelo con fuerza, el pueblo se vio sumido en la penumbra. De repente, un grito penetrante rompió el estruendo de la tormenta.

"¡Lukas! ¡Mi hijo!"

Una mujer, pálida de terror, salió corriendo de una de las casas, señalando la calle principal, que corría al lado del bosque.

"¡Se fue tras la pelota! ¡Cerca de las viejas casas!"

En ese mismo instante, un sonido inconfundible se sumó al rugido de la tormenta: un gruñido profundo, áspero y lleno de intención predatoria, que venía del límite del bosque.

Arianna sintió que su sangre se congelaba. Era el sonido de un animal grande, peligroso, y hambriento. Los aldeanos que habían salido a ayudar a la mujer retrocedieron, el miedo paralizándolos. Un lobo solitario, un oso hambriento, no era algo inusual en los inviernos duros de la zona, pero el tono era aterrador.

Dominic no dudó. Su rostro, generalmente tranquilo, se convirtió en una máscara de fría furia. Los ojos verdes se volvieron afilados, casi dorados en la penumbra.

"¡Quédate aquí!" le ordenó a Arianna, su voz tan autoritaria que ella obedeció al instante, pegada a la pared de madera.

Dominic despegó del alero. No corrió; se disparó. Cruzó la plaza en un parpadeo, moviéndose con una velocidad y una gracia que desafiaban la física humana. Su figura alta se convirtió en una sombra borrosa en la lluvia.

Arianna, con la adrenalina disparada, se asomó para ver. Vio a Dominic llegar al final de la calle. Allí, junto a un viejo carro volcado, había un niño pequeño, congelado por el terror, y a pocos metros, un animal. No era un oso, sino un lobo gigantesco, de pelaje oscuro y ojos amarillos, que había sido expulsado de su manada o era un solitario que se había atrevido a entrar en el pueblo.

El lobo gruñó, preparándose para atacar.

Lo que sucedió después pareció ir a cámara lenta para Arianna.
El lobo saltó.

Pero Dominic fue más rápido. Se lanzó hacia adelante, cubriendo la distancia en un instante imposible. Su mano, grande y poderosa, se cerró alrededor del cuello del lobo con una fuerza antinatural. No hubo lucha, no hubo forcejeo prolongado. Con un solo y brutal movimiento, Dominic levantó al lobo del suelo, sus botas resbalando apenas un poco en el barro. El animal, por un instante, pareció inmovilizado, no por la fuerza, sino por una autoridad invisible. Luego, con un gruñido gutural que resonó en el pecho de Dominic, lo lanzó hacia el bosque con una potencia que rompió varias ramas pequeñas.

Arianna parpadeó. ¿Acababa de ver a Dominic... lanzar a un lobo adulto?

Sin perder un segundo, Dominic se agachó, recogió al niño tembloroso y lo devolvió a su madre en la plaza. La madre gritaba de alivio, abrazando a Dominic con fervor antes de llevarse a su hijo adentro.
Dominic regresó a Arianna. Apenas respiraba con dificultad, pero su rostro estaba pálido bajo el vaho de la lluvia, y la intensidad de sus ojos todavía no se había desvanecido. Parecía haber regresado de algún lugar oscuro.

"¿Estás bien?" preguntó, su voz ronca.

Arianna asintió, su corazón martilleando contra sus costillas. "Sí, sí, pero tú... ¿cómo hiciste eso?"

Ella intentó racionalizarlo. "Fue la adrenalina, ¿verdad? Y el lobo ya estaba asustado por la tormenta... Pero Dominic, esa fuerza... Nadie puede simplemente lanzar un animal salvaje así."

Dominic se enderezó, la calma volviendo a su expresión. Su mirada se volvió serena, casi aburrida. Era la máscara del Alfa, perfectamente restaurada.

"Adrenalina," afirmó Dominic con firmeza. "Y mi entrenamiento en el bosque. Conozco el punto de apoyo de un lobo. Estaba asustado y desorientado. Una vez que lo sorprendí, no fue un problema. No te preocupes, el lobo no volverá."

Arianna sintió una punzada de incredulidad. No se lo creyó del todo, pero era la única explicación humana disponible. El hombre había salvado a un niño; su mente necesitaba una explicación racional.
"Debes haberme parecido un súper-héroe," bromeó, tratando de aliviar la tensión, aunque su mano temblaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.