El Último Vínculo: La Luna de Oakhaven

Capítulo Veinticinco: El Fuego del Cel y la Marca Final

PV: Arianna

Pasaron tres días desde que Arianna descubrió la verdad sobre Caelus. Mantuvo su silencio, observando a Dominic. Su Alfa estaba tenso, ausente en las noches y visiblemente agotado, pero la máscara de "planificación de invierno" permanecía intacta. Arianna, ahora informada, entendía el sacrificio de Dominic y decidió esperar. Él debía dar el primer paso; su honor como Alfa lo exigía.

Durante esos días, Arianna y Dominic se acercaron aún más. Compartían el desayuno, el entrenamiento de tiro, y las noches acurrucados junto al fuego, construyendo una base de confianza y afecto que el peligro solo lograba solidificar. El vínculo de Mate, ya sellado, vibraba entre ellos con una intensidad palpable.

La noche de la luna llena llegó con una intensidad casi opresiva. Arianna notó el cambio en Dominic antes de que cayera la oscuridad. No era la transformación aterradora de la primera luna que presenció; era algo más profundo y ardiente.

Estaban sentados junto a la chimenea después de la cena. Dominic estaba inusualmente callado. El aire en la cabaña se había vuelto espeso y caliente. Arianna podía sentir el calor que irradiaba su cuerpo, un calor que no era de fiebre, sino de fuego.
De repente, Dominic se levantó de golpe. Sus ojos verdes se habían oscurecido, casi a un tono de jade profundo, y se fijaron en ella con una intensidad que le cortó la respiración.

"Arianna," su voz era baja y gutural, raspando su garganta. "La luna. Y el vínculo. Es mi celo."

El terror se mezcló con una oleada de excitación primal en Arianna. Ella sabía lo que esto significaba. Era el punto culminante del Mate, el momento en que el lobo se apoderaba de la necesidad de procreación y la consumación final del lazo.

Dominic retrocedió, su respiración se hacía superficial. Él se aferró al marco de la puerta, la madera crujiendo bajo la fuerza de su agarre. Su cuerpo se tensó, los músculos de su espalda se abultaron bajo su camisa.

"Necesito irme. A la caverna. Necesito las cadenas. ¡El lobo no tendrá control sobre ti!" gruñó Dominic, luchando por la razón.

Arianna se levantó. El miedo había desaparecido por completo; solo quedaba la necesidad de responder a su Alfa. Su cuerpo ardía en respuesta a la urgencia de su Mate.

"No, Dominic," dijo Arianna, caminando hacia él con pasos lentos y firmes, su voz suave pero inquebrantable. "No más cadenas. No más soledad. Estoy aquí. Soy tu Luna. El lobo no tiene que luchar contra mí. Sella el lazo completamente."

Arianna llegó hasta él, poniendo las manos sobre su pecho, sintiendo el latido furioso de su corazón.
"Te entrego mi cuerpo y mi alma, Dominic. Deja que tu lobo me reclame. Yo te acepto."

El control de Dominic se rompió. Al escuchar esas palabras, el hombre se disolvió en la necesidad del lobo. Él la levantó del suelo y la besó con una ferocidad que ella nunca había conocido, un beso que era posesivo, demandante, pero que a través del vínculo, ella entendió como la expresión más pura de amor y necesidad.

Dominic la llevó al dormitorio, la arrojó sobre las sábanas de lino, y se posicionó sobre ella. La camisa de Dominic se rasgó mientras el celo amplificaba su fuerza. Sus manos eran grandes y firmes sobre su piel.

El contacto fue abrasador, una necesidad instintiva que no daba tregua. Arianna respondió con igual fervor, sus manos explorando la dura musculatura de su espalda, sus uñas rasgando su piel. Ella quería su salvajismo, quería la fuerza pura de su lobo.

Cuando se unieron, el grito de Arianna no fue de dolor, sino de una liberación total, de un clímax que la conectó con el universo. La fuerza de la unión era inmensa, una danza primordial de necesidad y éxtasis.

En el punto más álgido de la unión, Arianna sintió el cambio. El vínculo que ya estaba sellado por la Marca se intensificó hasta un punto de no retorno. Dominic se aferró a ella, su cuerpo temblaba con un control que estaba a punto de fallar, y Arianna sintió una presión inmensa y firme en su interior.

Dominic emitió un gruñido bajo y poderoso en su oído. "Mía. Para siempre."

Arianna sintió el Nudo de Apareamiento del Alfa. Era el acto biológico final de su especie, un bloqueo temporal de la unión que confirmaba el lazo y aseguraba la supremacía.

El nudo fue la prueba final. Arianna no se asustó; en ese momento, sintió la permanencia y la seguridad absoluta. Era un acto de posesión total, el final de la lucha de Dominic por el control. Ella cerró sus brazos alrededor de su cuello, aceptando el lazo, aceptando la bestia, aceptando la eternidad.

El placer se prolongó, una oleada tras otra, hasta que ambos colapsaron, agotados y unidos.
Cuando el nudo se deshizo y Dominic se desplomó a su lado, ya no había locura en sus ojos. Solo había una inmensa paz y el amor profundo del Mate que había encontrado su ancla.

"Arianna," susurró Dominic, acariciando su rostro, su voz temblando por la emoción. "Me entregaste tu vida. Mi control está completo. Ahora, la manada está completa. Y Caelus..."

Por un instante, Dominic se detuvo, el nombre del enemigo emergiendo.
Pero Arianna lo detuvo. "Descansa, Dominic. Mañana hablaremos de Caelus. Pero esta noche, solo somos tú y yo, y nuestro vínculo."

Ella lo abrazó, su cuerpo cansado pero su alma vibrante. Ella había aceptado la bestia, y ahora, el fuego de su Mate sería el escudo que protegería a la manada.




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