PV: Arianna
Arianna continuó con su régimen de entrenamiento intensivo, decidida a no ceder ante lo que ella seguía creyendo que era agotamiento. Sin embargo, los síntomas se volvieron imposibles de ignorar. Los mareos matutinos eran ahora una certeza, y la aversión a ciertos olores se extendió. Incluso el fuerte olor a pino y a tierra de la cabaña de Dominic, que antes amaba, a veces la revolvía el estómago.
Dominic estaba cada vez más absorto en la estrategia de defensa contra Caelus. Notaba su fatiga, pero la atribuía al rigor del entrenamiento. Su atención se dividía entre proteger las fronteras, coordinar a Kael, y garantizar que Arianna durmiera las horas necesarias. La preocupación por Caelus era un velo constante sobre sus ojos.
Un día, mientras practicaba el control de la respiración y la proyección mental de su voluntad con Uriel en el Círculo de Juramentos, Arianna sintió una punzada aguda. La cabeza le dio vueltas violentamente y tuvo que arrodillarse, el mundo girando a su alrededor.
Uriel, el Anciano, se apresuró a su lado, su rostro sabio lleno de alarma.
"¡Luna! ¿Qué ocurre?"
"Estoy bien, Uriel," murmuró Arianna, obligándose a levantarse, pero su cuerpo la traicionó. Una oleada de náuseas la invadió, y tuvo que correr hacia los árboles, donde se vació el estómago.
Uriel y Kael (que estaba supervisando el entrenamiento de los guerreros cerca) corrieron hacia ella.
"Esto no es agotamiento, Luna," dijo Uriel, su voz grave. "Esto es un desequilibrio de la vida. Debes ver a Elara de inmediato."
Kael, el pragmático Beta, miró el rostro pálido de Arianna y el terror en los ojos de Uriel. "Llévala de vuelta a la cabaña, Anciano. Yo informaré al Alfa."
"¡No!" exclamó Arianna, limpiándose la boca. "No le digan a Dominic. Él está bajo mucha presión por Caelus. Si piensa que soy débil o estoy enferma, me apartará del plan. Por favor, Uriel, solo llévame a Elara. Ella puede darme una de sus pociones."
Uriel asintió, entendiendo que el miedo de Arianna a ser marginada era real. "De acuerdo, Luna. Pero esto no puede esperar."
PV: Elara (La Sanadora)
Elara recibió a Arianna en su cálida cabaña de Sanación. Apenas Arianna cruzó el umbral, el olfato de la Matrona, afinado por generaciones, detectó el sutil pero inconfundible aroma que envolvía a la Luna. No era el olor a enfermedad o agotamiento. Era el olor a Nueva Vida.
"Siéntate, Pequeña Flama," ordenó Elara con una sonrisa tranquila. No necesitaba preguntar por los síntomas.
Arianna se sentó en un taburete bajo, con Uriel esperando nervioso cerca de la entrada.
"Elara, por favor, tengo estos mareos y náuseas. No puedo seguir con el entrenamiento si sigo así. ¿Tienes algo para la fatiga extrema?" suplicó Arianna.
Elara se acercó a Arianna, ignorando su súplica. Tocó la frente de la Luna, luego su cuello, y finalmente, colocó ambas manos sobre el vientre de Arianna. Cerró los ojos y se concentró.
Elara era una Sanadora, capaz de leer las energías de la vida. Lo que sintió bajo sus palmas no fue solo la energía vital de Arianna; sintió una segunda y poderosa fuente, una energía masculina fuerte, dominante, pero tiernamente anclada al centro de Arianna. El lazo del Alfa no solo había reclamado a la Luna; la había fructificado.
Elara se retiró, sus ojos llenos de una alegría radiante que contrastaba con la seriedad del Concilio.
"No necesitas tónicos para la fatiga, mi Luna," declaró Elara, su voz resonando con autoridad. "Lo que tienes es el más grande de los regalos de la Luna. Tu cuerpo no está débil. Está trabajando duro para nutrir una nueva vida."
Arianna parpadeó, la incredulidad se apoderó de su rostro. "¿Una nueva vida? ¿Qué quieres decir?"
"Quiero decir que estás embarazada, Luna," dijo Elara con una sonrisa. "Llevas en tu vientre la Semilla del Alfa. Los síntomas son el desequilibrio natural que ocurre cuando la sangre de un linaje de quinientos años se une a un nuevo cuerpo humano. Es un honor y un milagro."
Arianna sintió que el aire abandonaba sus pulmones. El embarazo... Los mareos, la aversión, la fatiga. No eran debilidad; eran el Próximo Alfa. El hijo de Dominic.
Uriel, al escuchar la noticia, se adelantó, sus ojos se llenaron de lágrimas de alegría y alivio. "¡La Luna Creciente tiene un heredero! El lazo está completo. Esto es una señal, Luna. La Manada está bendecida."
PV: Arianna (La Conciencia de la Maternidad)
Arianna tocó su vientre, la incredulidad dando paso a una oleada de amor y una responsabilidad aterradora.
"Pero... pero no puede ser," susurró Arianna, volviendo a la realidad del conflicto. "Caelus... llega en tres meses. No puedo estar embarazada. ¡Necesito entrenar! ¡No puedo ser un escudo a medias!"
Elara se acercó y tomó la mano de Arianna con firmeza.
"Escúchame, Pequeña Flama," dijo Elara. "Tu entrenamiento físico ha terminado. Pero tu importancia se ha multiplicado por diez. Ya no eres solo el escudo; eres el Futuro. Ahora, la prioridad no es solo que sobrevivas; es que el Heredero sobreviva. Tu papel en el plan cambia."
"¿Dominic lo sabe?" preguntó Arianna, sintiendo un nudo en la garganta.
"Aún no, pero él lo sentirá pronto. El aroma de su cachorro es inconfundible para un Alfa," dijo Elara. "Ahora, la decisión es tuya. ¿Se lo dices antes de que él lo perciba, o esperamos? Pero debes saber que él detendrá todo. Su instinto Alfa por el cachorro será más fuerte que cualquier estrategia de guerra."
Arianna tomó una respiración profunda, su mente de investigadora volviendo a la acción. El embarazo era una debilidad logística, pero una fuerza estratégica contra la locura de Caelus. Ella era el Ancla; su hijo era el Legado.
"Tenemos que decírselo," dijo Arianna con determinación. "Pero no ahora. Dejemos que la alegría le dé fuerza para la lucha final. Y mientras tanto, Elara, tú y yo tenemos mucho que preparar. Mi entrenamiento físico ha terminado, pero mi entrenamiento mental acaba de comenzar. Enséñame los rituales de protección para una Luna y un Heredero. Voy a ser el cebo, pero voy a ser un cebo fuerte, con un futuro que proteger."