-Y aquí tenemos el nuevo vigilante de seguridad- gritó mi mejor amigo Christopher.
-Muchas gracias, muchas gracias- dije halagado cuando entré por la puerta.
El salón se había llenado de personas a las cuales quería: mis tres mejores amigos, que realmente eran mi familia, por la otra parte de la mesa había mi familia de sangre; mi madre sonriéndome, mi padre vestido de agente de seguridad, mi hermana mayor con mi sobrino en brazo y mi hermano menor comiendo, como era siempre costumbre, nunca conseguía esperar que empezase la fiesta.
Había decorado la habitación con globos, carteles y fotos de cuando era pequeño, me avergonzaba mucho, aunque mucho era decir poco.
Incluso mi madre había preparado una mesa entera llena de comida: tapas, bocadillos, fruta, papas y croquetas caseras de bacalao, mis favoritas.
-¿Sorprendido, eh? Nos lo hemos currado bastante -dijo orgulloso Christopher.
-Sí, no me esperaba todo esto; la verdad, ¿Qué mis fotos eran tan necesarias?
-Claro, hombre, eran obligatorias, acércate a verlas- me comentó Albe.
No sé por qué, pero me acerqué curioso para ver cuáles habían elegido, algunas no me acordaba ni de tener, otras me hacían revivir profundos recuerdos, aquellos que dices "parece ayer".