Capítulo 14 - La normalidad -

A distancia de dos meses la pandemia no había cesado totalmente, pero el gobierno valenciano estaba haciendo modificaciones a las normas, poco a poco las personas pudieron volver a pasear por la calle, siempre con ciertos límites, como el toque de queda y siempre con mascarilla, si Ffp2, incluso, mejor, había aforo limitado en todos los locales, hasta en las casas no podía haber más de un número exacto de personas.

El primer día de libertad a mí me tocaba el descanso, así que decidí quedar en el bar de Moe con mis amigos, echaba de menos verlos en persona.

-Mira, quién hay aquí - dijo Albe, sonriendo detrás de la mascarilla, mientras se levantaba para abrazarme, pero paró.

-¿Puedo?

-Hombre, claro.

Me abrazó y saludé a los demás.

-Es que hay gente que no quiere contacto físico, tiene miedo - me explicó Albe.

-Ya, este periodo fue duro para todos, hay mucha gente que lo perdió todo. - comentó Christopher.

-Nunca había visto tantos carteles de se alquila fuera de los locales.

-Los hosteleros fueron lo que más duro lo pasaron y lo pasan - afirmé.

-Vosotros, agentes de vigilancia es como si no hubiera sucedido nada - dijo Fabi.

-A ver, sí, pero en el ambiente se notaba ese escenario estilo apocalipsis. - expliqué.

-Estoy leyendo que los psicólogos tienen un montón de faena con los jóvenes - comentó Albe.

-Hombre, la pandemia golpeó fuerte a los niños, adolescentes y mayores - afirmó Chris.

-Ya, yo me habría vuelto loco si hubiera pasado a los catorce o quince años - confesé.

-Y yo - dijo Fabi.

-¿Tú cómo vas? - le preguntó Chris.

-Bien, de puta madre, ya he vuelto a Tinder. - contestó Fabi.

-¿Ya?

-Claro, mañana tengo una cita.

-Joder, tío, más rápido que Flash.

-Necesidades humanas - se justificó Fabi. -¿Y tú qué Ale?

-Bueno, de momento todo tranquilo, no hay gitanas a la vista.

-Mejor - comentó Chris.

-La verdad que sí.

-¿Tu Albe?

-Bueno, yo tengo una buena noticia…

-Va, cuéntanos - afirmó Fabi.

-Voy a ser padre.

-No me digas, ¡felicidades!

-Gracias Chris.

-¡Enhorabuena! - le abracé.

-En la pandemia no perdisteis el tiempo, eh - afirmó Fabi abrazándolo.

-No, para nada - río.

-¿De cuánto está?

-Dos meses.

-Toma, hijo de la pandemia, por lo menos os dio algo bueno toda esta situación.

-No me quejo - afirmó Albe.

-¿Y tú Chris?, ¿Qué nos cuentas?

-Voy a publicar un libro.

-Joder, tíos, que os pasó en la pandemia, solo yo y Ale no hicimos nada interesante.

-Habla para ti, Fabi - le dije riendo.

-¿De qué trata? - le preguntó Albe.

-Un chico, que viaja por el mundo, descubre culturas diferentes, se enamora y tendréis que leerlo - concluyó.

-Odio leer, pero el tuyo me lo devoraré - expliqué.

-Eso, eso - dijo Christopher.

-Joder, tengo que irme, Sara tiene la ecografía - comentó Albe.

-Manda una foto en el grupo - comentó Chris.

-Lo haré.

-Chicos, yo también me piro, a ver si esta noche salgo un poco.

-Ten cuidado, no vuelvas tarde- le dijo Chris.

-No, papi - reímos.

Fabi se levantó y se fue.

-¿Entonces todo está bien? - me preguntó Chris.

-Sí, por el momento sí.

- Te conozco, ¿qué te preocupa?

-Pues que cuando mi madre tendrá una gitana para mí ya no habrá excusas, esto me asusta.

-Y conociendo a tu madre, no intentará tardar mucho.

-Así es.

-Lo siento Ale.

-Es la vida.

-De todas formas, aquí nos tienes a nosotros que haremos lo posible para sacarte, aunque sea por un rato, de tus deberes.

-Gracias, por estar, siempre.

-Somos familia.

-Somos familia - sonreí.

-¡Hijo! - exclamó mi madre, mientras entraba en casa.

-Hola mamá.

-Tengo una buena noticia: parece que ya abran los oratorios e iglesias, así que pronto tendrás una prometida. - gritó desde la cocina.

“¿Ya?”, pensé.

-Bien- susurré.

-Oye, ¿Qué zona de España te gusta? - me preguntó Antón acercándose a mí.

-¿Qué? - no estaba entendiendo.

-Para escapar e ir allí.

Consiguió hacerme reír.

“Asturias, pero también Galicia, donde pueda ser libre, allí es donde quiero ir”, pensé.