-Madre mía, cómo se han despertado felices mis hermanitos esta mañana - dijo mi hermana entrando en la habitación.
-Estábamos viendo memes - dijo Antón.
-Sí, y yo soy la reina de España. ¿Cómo se llaman?
-¿Qué? - pregunté sorprendido.
-Esas chicas tendrán un nombre, ¿no?
-Pero tú…
-Yo soy vuestra hermana, que yo decida portarme tradicionalmente, no significa que no respete vuestra decisión o vuestros deseos, os quiero, sois mi familia, no me permitiría juzgaros.
-Luisa - confesó mi hermano.
-Sofía - dije.
Antón bajó de su cama para sentarse a mi lado, mi hermano se acercó y se puso en medio.
-¿Y lleváis mucho hablando con ellas?
-Tres días, pero me parecen ya meses- expliqué.
-Desde que me expulsaron, nos vemos a escondidas dos veces a la semana.
-¡No me dijiste nada! - exclamé.
-Tú tampoco.
-Llevo solo tres días, no ocho meses como tú.
-Hey, tranquilos, ¿vale? Yo no sabía nada de ambos y sigo siendo vuestra hermana.
-Ya, pero…
-Yo a la edad de Antón tuve un novio payo, me gustaba mucho, pero sus padres no aceptaban que era gitana, tuvimos que dejarlo por eso, me sentí tan vacía, el chico que pensaba era el amor de mi vida me estaba discriminando, desde entonces decidí seguir las huellas de mamá, ella en aquel momento me apoyó y me dio ánimo para seguir adelante, por eso cambié mi actitud, pero os puedo entender y espero que vosotros no viváis lo que me tocó a mí, no lo deseo ni a mi peor enemigo.
-Los padres de Luisa me adoran, dicen que cualquier problema tenga, su casa es también la mía.
-Esto me hace sentir mejor - comentó mi hermana.
-Salí con una paya, Marta, cuando supo que era gitano, fue al baño y me dejó plantado, perdí las esperanzas, pero anteayer empecé a hablar con Sofía, es muy maja, es buena, dulce, inocente, no parece una chica de dieciocho años, tiene mucha madurez, tengo ganas de conocerla en persona.
-Está más cerca a mi quinta que a la tuya - precisó Antón.
-Ya, pero por como habla no parece, espero conocerla pronto.
-Te gusta - observó mi hermana.
-Solo me apetece conocerla.
-Sí que le gusta, sí - afirmó mi hermano.
-Va, tengo que vestirme e ir a trabajar.
-Vale, os dejo.
-Gracias, por los consejos- dije.
-Y por no juzgarnos - añadió Antón.
-Ay, mis chicos - se acercó y nos abrazó.
-Secretos entre hermanos, no os preocupéis. - nos susurró antes de salir.
Hablar con mi hermana me hizo bien, me alegró que nos pudiera entender y aceptar, al final decidió ser tradicional para que nadie la hiriese como con su primer novio, después de muchos años llegué a entenderla.
-Buenos días - saludó Mateo.
-Hola, perdona el retraso.
-Cinco minutos no son nada, no te preocupes, hermano.
-¿Cómo ha ido la noche?
-El invierno ya se empieza a notar, pero bueno, kilos de mantas encima - río. -¿Tú cómo vas? Te noto diferente. - dijo.
-Bien - sonreí.
-¿Te has echado novia?
-No, solo estoy charlando con una chica.
-Oh, has ligado, muy bien.
-Más o menos.
-¿Y?
-Aún no nos hemos conocido, hemos hablado por Wentir.
-Entiendo, pues cuando la conozcas me dirás.
-Claramente.
-¿Paya?
-Sí, pero es preciosa, por como habla, no sé, me da buena vibra.
-Esto es muy bueno, tío, espero que en persona sea así.
-Esperemos.
-Bueno, yo me voy a echar a la cama.
-Descansa bien.
-Adiós Ale - saludó Mateo y se fue.
Pasé el día viendo Spider-Man, mi película Marvel favorita, ya la había visto unas cien veces, pero siempre me gustaba volverla a ver.
También charlé con Sofía, estaba en clase, pero me hablaba igualmente: acababa de empezar su primer curso de bachillerato en su pueblo, que yo conocía porque había trabajado allí, me estaba contando que tenía, desde pequeña, inseguridades sobre su cuerpo; yo volvía a ver sus fotos y me quedaba encantado: era preciosa.
Casi estaba a punto de acabar el turno de trabajo cuando vi su mensaje: -Oye, ya lo sé que como primera cita es algo raro, pero te apetecería cenar en mi casa, si no quieres lo entiendo, estarás cansado, es que mi madre preparó unos macarrones con chorizo y guisantes y nada, si querías venir aquí, pues, me alegro y si no, no pasa nada, podemos vernos cuando quieres tú.
“Adoro como se raya por tonterías”, pensé.
Acepté, tenía muchas ganas de conocerla.
-Hola mamá- dije cuando me contestó. -Mi compañero tuvo un problema de trabajo y tendré que quedarme más tiempo, entonces no me prepares comida, ¿vale? No sé a qué hora llegaré, no te preocupes. - mentí.
-Vale cariño, háblalo con el jefe por las horas extras - me recomendó.
-Lo haré, te quiero.
“Se lo había creído, por suerte.”, reflexioné.
Cuando acabé el turno fui rápidamente a casa de Sofía, aparqué y bajé.
“Joder, no me digas que es ella, es más guapa de lo que pensaba”, comenté entre mí.
-Hola - me sonrió avergonzada.
Le di dos besos.
Tenía una cara tan bonita y buena, era espectacular.
Durante la cena se contó un poco más: le gustaban mucho los animales, de hecho tenía una perrita de catorce años, cuando me vio empezó a chuparme y saltar encima.
-Le gustas - comentó ella.
Conocí a su madre a la cual le encantaba tomar el pelo a su hija y hacer que se avergonzara, me reí mucho con ellas.
Me contó un poco su mentalidad y cuanto más hablaba más me encantaba su personalidad.
Me dijo que era virgen, en un principio me costó creerlo, era imposible: ella era espectacular como podía ser que seguía siendo virgen.
Cuando, acabada la cena, me acompaño al coche, me acerqué a ella y me di cuenta de que se estaba poniendo más nerviosa: su cuerpo se puso rígido, podía escuchar como latía su corazón, la miré, estaba asustada, no de mí, pero por las ganas que tenía de aquel beso.