Llegamos a Valencia a primeras horas de la mañana, tiré la maleta encima de mi cama y rápidamente me cambié para quedar con mis amigos.
-¿Dónde vas tan de prisa? - me preguntó mi padre.
-Voy al bar de Moe.
-Un mes, recuerda - dijo mi madre.
-Sí, un mes - afirmé, mientras salía de casa.
Llevaba ya treinta y tres fuera de mi barrio y pasear entre sus calles me parecía un honor, nunca lo había apreciado tanto, necesitaba salir de mi rutina para darme cuenta de que realmente era muy afortunado de la vida que llevaba.
-Aquí está nuestro supérstite- dijo Albe, mientras todos se levantaban para saludarme.
-Ella es Clara, mi novia - explicó Fabi; era una chica joven, tenía el pelo largo pelirrojo y llevaba un precioso mono negro con una cintura color plata.
-¡Encantado! - saludé.
-Te echábamos de menos - confirmó Christopher, mientras me abrazaba.
-Sara no pudo venir, le cuesta hacer todo, la pobre - contó Albe.
-¿Cuánto le falta? - pregunté.
-Días, horas, no se sabe, está en retraso de unos dos días ya.
-Jo, está a gusto allí dentro, calentito - afirmó Fabi.
-Ya ves.
-¿Ya decidiste el nombre?
-Sí, Diego.
-Me gusta mucho - afirmó Clara.
-Un niño, estarás felicísimo.
-Sí, Ale, le enseñaré todas las películas Marvel, jugaremos con los coches, tengo muchas ganas de que llegue ya. -Pero, dejamos de hablar solo de mí, cuéntanos cómo ha ido en Sevilla.
-Pues, regular, la pobre chica estaba viviendo en los sueños de sus padres muy estrictos, yo salí con ella, me la llevé al zoo, consiguió ligar con un payo, le ayudé bastante en eso y cuando volvió a casa empezó declarando a sus padres que habría empezado a realizar sus sueños.
-¡Toma! - exclamó Fabi.
-Cuando mi madre me lo contó me sentí feliz, para ella, es buena persona, se merece ser feliz y libre.
-¿Con Sofía?
-No puedo volverle a ver, ni hablarle, tengo un mes de tiempo para encontrar una prometida, sino nos vamos definitivamente. Fue una condición que acordé con mi madre para regresar a casa.
-Jo…- comentó Chris.
-Ya, pero prefiero casarme aquí, por lo menos tengo mi trabajo, a vosotros.
-Nosotros estaremos siempre a tu lado, cuando lo necesites. - afirmó Albe.
-¿Vosotros, qué me contáis?
-Bueno, nosotros tendríamos una cosa que deciros - comentó Fabi cogiendo la mano a Clara. -Vamos a vivir juntos - concluyó.
-Esta sí que es un pedazo de novedad, nunca me lo habría esperado de ti - comentó Albe, sorprendido, tanto como los demás.
-Por fin el amor verdadero llamó a tu puerta.
-Así es Chris.
-¿Entonces ya no eres Don Juan? Joder, tenemos que cambiarte el apodo - afirmé.
Nos reímos, hasta que Christopher dijo: -Me llamaron de una casa editorial, para que escriba otra obra, le gustó la primera y quieren que componga más.
-Jo, que mañana llena de buenas noticias - afirmó Albe.
-Por suerte volví a tiempo para saber todo esto en persona - dije.
-¡Enhorabuena! - exclamó Fabi.
-Está sonando un móvil - avisó Clara, mientras habíamos empezado el tercer grado a Chris para saber más sobre el contrato editorial.
-Es el mío, es Sara - dijo Albe.
Cogió y su expresión cambió de repente.
-Voy, sí, voy - colgó.
-¿Qué pasa?
-Diego está llegando, la tengo que llevar a urgencias.
-Vamos. - nos levantamos todos dejando algo de dinero por las bebidas que habíamos pedido y fuimos al coche.
-Yo voy a recoger a Sara, nos vemos en el hospital.
-¿Seguro que no quieres que vayamos contigo? - pregunté.
-No, vosotros esperadme en reparto.
-Vale.
Enseguida subimos en el coche de Fabi que nos llevó hasta el hospital más cercano.
-Llegamos y subimos hasta el reparto.
-Podéis esperar aquí a vuestro amigo - nos informó una enfermera.
Nos sentamos y esperamos una hora sin poder saber nada.
Albe salió llorando, nos miró y dijo: -Soy oficialmente padre.
Le abrazamos y nos congratulamos con él.
-¿Queréis verlo?
-Claramente - contestamos.
-Vale, ahora en nada nos lo traen.
-¿Sara, cómo está? - preguntó Clara.
-Agotada, pero muy feliz.
-Veniros - nos dijo, mientras entraba en la habitación.
Allí estaba tumbada Sara con en brazo un precioso bebé, era increíble ver lo que podía hacer un cuerpo humano y era, aún más, impresionante, el amor que se notaba en el ambiente.
Me dieron Diego para que lo cogiera en los brazos, era tan pequeño y tan inocente.
-Hola Diego, soy el tío Alejandro, eres guapísimo - dije emocionado.
-Serás un buen papá - afirmó Albe.
Sonreí sin decir nada más. “Sofía habría sido una madre espectacular”, pensé.