Él único en mí vida 1

Capítulo lV. Libro negro

Después de observar bien el lugar. La curiosidad despertó en mí. —¡Pues! Ya que no iré a mi hogar ¿Por qué no buscar información sobre él señor Dylan Markle? ¿Y… ? ¿Qué mejor lugar que esté, su casa?— Escuchando mi subconsciente negativa decidí salir del cuarto.

Delicadamente abrí despacio la puerta y me deslice rápido pero al cerrarla hizo un ruido fuerte el cual me asusto, pensé que él señor Markle había escuchado, me quede paralizada por unos minutos pero adarme cuenta que nadie había salido ni dicho nada camine rápido hasta las escaleras que daban a la planta baja.

Suspire aliviada.

Moriria de verguenza si alguien me fuera atrapado.

Mientras baje miré a mí alrededor y no había nadie. Lo que me dio confianza puesto que pensé que todos estaban dormidos y al bajar las escaleras, gire hacia el lado izquierdo y había un pasillo con habitaciones en ambos lados que decían, zona tecnológica, zona libre, zona histórica, zona trabajo. «Sí quería saber más de él, es obvio que tenía entrar a la zona histórica.»

Miré por encima de mis hombros para ver si nadie me observaba y al ver que no había nada que temer. Entre. Abriendo cuidadosamente la puerta. Me lastime un poco tenía una cerradura de cristal y hacia un poco difícil agarrarla. Cuando por fin pude abrirla por completo me adentre al lugar, no prendí la luz, agarre una mini linterna que traía en mi chaleco y empecé a buscar algo, cualquier cosa que me dijera más sobre el señor Dylan Markle.

Pasaron minutos y no había nada, todo era referente a la segunda guerra mundial y a la realeza inglesa. Pasaron más minutos... y por fin habia encontrado algo, un libro. Si, un libro con la cobertura totalmente negra que por fuera sólo decía "Familia Markle Chosmki" emocionada una sonrisa forma mis labios y expresé — ¡Por fin! ¡Pude conseguir algo!.

—Veo que ya ha encontrado lo que estaba buscando señorita Cristina Fox— Volteo a escuchar alguien atrás.

Era el señor Markle quien al decir eso prendió la luz.

Me paralice.

—Se-Señor Dy-Dylan Markle. —exprese sorprendida con las manos temblorosas.

—Tranquila señorita Fox, no le reclamare nada. Es más siéntese — me señaló su escritorio. Obedecí, caminado con la cabeza inclinada hacia abajo.

Realmente estaba apenada. No quería verlo, solo deseaba ser invisible.

—Señorita Fox, necesito que me mire para esto que estoy a punto de tratar con usted. —comentó serio y firme con su sutil sonrisa que derrite cada fragmento de mi cuerpo.

Lo miré  y de inmediato me perdí en su mirada, pues era como ver las olas de mar. Él agito sus dedos en mi cara para hacerme reaccionar. Parpadeé  dos veces al reaccionar y me centré en el regaño que estaba a punto de pasar —Dígame señor Markle, ¿Qué quiere discutir conmigo?—pregunté, haciando así que olvidara mi posible regaño.

—Su contrato.— respondió Markle.

—Ah descuide señor. No es necesario, ya su secretaria me lo dio en la mañana.—dije.—Y descuide me he aprendido muy bien las reglas.

El jefe se echó a reír a carcajadas. —Disculpe señor pero ¿Qué es tan gracioso? —pregunte confundida.

—Qué ese papel que le dio Amánda con esas supuestas "reglas" es sólo una broma para los nuevos empleados. —expreso muertos en risas.

Me sentí estúpida.

No sabía dónde ocultar mi vergüenza, deseaba cambiar el tema rápido para que dejara de reír.—Bueno señor, me da el contrato real para leerlo.—ordené con seriedad. Él arqueo una ceja y fue deslizando despacio una carpeta hacia mí. —¿Esté es el contrato? —pregunte.

—¡Sí! Léalo cuidadosamente señorita Fox. Que al firmarlo no podrá deshacerlo y dejara de ser guardaespaldas de relleno.—comentó mirandome fijamente, pude sentir energias malas brotando de él, creo que estaba algo nervioso pues no dejaba de sonar sus dedos contra el escritorio.

El señor Dylan Markle, era un tipo egocéntrico, engreído, patán, sexy y sumamente hermoso e intimidante, y confieso  que al estar ahí enfrente de mí, mirándome esperando una respuesta. Me ponía nerviosa.

Me tome varios minutos dónde pasaba y devolvía las hojas del contrato el cual contaba con diez hojas.  Y... Después de esos 30 minutos que me tome por fin decidí hablar.




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