Llegamos a la masión y todos los empleados estaban formados, apenas nos vieron entrar aplaudieron. Supuse que ya sabían todo. Vergüenza era lo que sentía en ese momento, pero al ver la sonrisa de Dylan, se me fue. Parecía que lo disfrutaba, por lo menos eso decía su cara.
Abracé a todos, y por ultimo estaba Adam. El cual se acerco a mí, y con sus muscolos me cargo y dimos vueltas y vueltas, mientras reíamos a carcajadas.
—Estoy feliz por ti. No sabes cuánto me alegra que te vayas a casar con Markle.—dijo Adam, mientras tenía sus manos en mi cara. Yo sonreí.
—Yo también estoy feliz. Feliz porque tu estés así, por mí. Te quiero.—dije y lo abrace muy fuerte como si estuviera abrazando a mi madre. "Mi madre la cual espero que esté feliz por mí, allá arriba" pensé.
Minutos después los empleados se fueron, Dylan y yo subíamos a nuestras habitaciones. Y al estar cara a cara en las puertas de nuestros cuartos él me dijo—Espero que te guste, el regalo— beso mi mejilla, y entro a vestirse.
¿Regalo? No creo que supere al anillo. Suspiré al pensar eso. Aun no puedo creer que esto me esté pasando a mí.
Entre y efectivamente estaba ahí en mi cama, una hermosa caja con una flor blanca. La abrí de inmediato.—¡Oh por dios! No. No puedo creerlo ¿Cómo Dylan, puede tener tan buen gusto?—dije al aire y sonreí.
Tenía entre mis manos un vestido largo color azul rey. El cual por las piernas tenia aperturas para mostrarlas un poco, y la espalda era majestuosa estaba totalmente descubierta. Parece de alfombra roja.
Después de ese momento, me fui a dar una ducha corta. Luego de la pérdida de tiempo que le hice a Dylan en California, no quiero que por mi culpa llegue tarde a la boda de su mejor amigo, simplemente no me lo perdonaría.
Odio ser impuntual, me temo que eso lo saque de mi madre. Recuerdo que siempre llegaba tarde al colegio, solo porque mientras hacia el desayuno, se ponía a ver la televisión y al mismo tiempo arreglaba la casa. Suspiré. Pero aun así era la madre perfecta.
Salí, solo me tome diez minutos para ducharme. Ahora iba para mi martirio. Sí. El maquillaje. Yo nunca me había maquillado, lo empecé hacer por Dylan para que me vea más hermosa. Porque sinceramente no me gusta mucho. Pero ni modo, tengo que hacerlo no puedo dejar en ridículo a Dylan, y menos hoy.
Mientras me maquillaba miraba el reloj para que no se me hicieran tarde.—¡Listo! Creo que ya quedo.—dije al ponerme la ultima capa de pestaña.
Los minutos pasaron rápido. Yo en menos de 40 minutos estaba casi lista, con mí vestido azul rey, mis tacones plateados y mi maquillaje natural pero un poco brillante. Solo me faltaba mi arma que la introduje entre mis piernas como de costumbre. Listo. Me arregle por última vez el cabello, y salí.
Toque la habitación Dylan pero no había nadie, corrió al imaginarme que ya me estaba esperando en la puerta.—Diablos. Mientras pienso en llegar a tiempo no más no llego.—dije caminando rápido.
Al llegar a las escaleras, me detengo y boto aire de alivio. No estaba Dylan, solo Adam y de espaldas sentado en un escalón de la escalera.
—Adam ¿Has visto a Dylan?—pregunté, haciéndolo voltear.
—Cristina. Hola—dijo sorprendido.— No pequeña, no lo he visto pasar. Debe estar todavía en su habitación.
—Hola—dije y me sonroje—No. No creo toque pero no estaba.—dije un poco angustiada. Adam se acerco a mí para ayudarme a bajar.
—Tranquila. Debe estar resolviendo algo de la mansión, ya debe estar por llegar. —dijo Adam, para tranquilizarme. Lo que funciono.
Adam no dejaba de mirar lo que me ponía más nerviosa. Habían pasados cinco minutos y Adam y yo estábamos recordando un poco nuestros años en la Academia sobretodo recordamos a Ernesto Villegas, el profesor de manejo de armas. Nos reímos al recordar esos momentos. Cuando Adam iba a empezar a imitarlo, entra una mujer sumamente hermosa, alta y con una elegancia inigualable.
—Leticia. Leticia. Leticia.—gritaba ella, llamando a la ama de llaves. Adam y yo nos sorprendimos, Leticia no se veía cerca de nosotros pero cuando escucho la voz de aquella mujer apareció como Flash.
La mujer le dijo algo a Leticia en los oídos haciendo, que Leticia se retirara. La mujer voltea para donde nosotros y le ordeno a Adam, que bajara sus maletas.
Adam asintió. Dejándome a solas con ella en la sala.
Nerviosa me puse. Así como la primera vez que conocí a Dylan, es más la mujer era idéntica a Dylan cuando lo conocí. Hermosa, dominante, engreída, elegante y muy intimidarte. Posee todas la cualidades para ser un Markle, pero imposible Dylan no tiene familia ya me lo fuera dicho.
En silencio total quedo la habitación. Ella solo me miraba con desagrado, no me pude contener y mi imprudencia salió.
—¿Y usted quién es?—pregunté. Ella me miró inmediatamente.
—Disculpa niña ¿Como que no sabes quién soy? —respondió fría y segura. Me dijo ¿niña? por dios, si parece que tenemos la misma edad. No me está cayendo nada bien esta tipa.