Él único en mí vida 1

Capítulo XXVII.

Dylan.

Gracias a dios llego sana y salva.

Estaba un poco distante conmigo, pero no me importo porque llego bien. Me lo dijo mientras tuvimos una conversación.

Ella se fue. No duro mucho aquí en casa. Fui atrás de llega pero no llegue a tiempo, ya se había ido en la moto.

Verla irse de nuevo me dolió más que la primera vez. Había pasado la peor noche en años pero por lo menos verla me tranquilizo.

Me encerré en mi despacho. No tenía ganas de nada. No fui al trabajo, solo quería beber y beber hasta el punto de olvidarme quien soy.

¡Dios! Quiero entenderme. Saber ¿Qué me está pasando? ¿Por qué estoy reaccionando así? Por cosas tan insignificantes. No creo que sean celos, porque esa noche fue más que irá por celos lo que sentí.

Quería golpear algo, para dejar salir toda mi ira. Esto no me pasaba desde que era pequeño.

¡Maldita sea! ¿Será que tengo que visitar de nuevo a la psicóloga? Desde la muerte de mi familia no lo he hecho más quizás eso me está afectando ¡Odio ir a terapia! Pero... No quiero perder a Cristina si tengo que ir a ver la psicóloga de nuevo lo haré.

Me incliné en la ventana, con un vaso de whisky. Queriendo olvidar todo lo que paso en esa cena.

Pensaba tratando de buscar la solución perfecta para acercarme a ella. Para que Cristina me perdonara, pero no funcionaba mi mente a cada instante me recordaba él animal que fui.

Estaba destrozado. Mis lágrimas querían salir pero no las deje.

Tomé el celular y llamé a Cristina.

Tenía que escuchar por lo menos su voz.

La necesito tanto.

¡Maldita sea! La contestadora otra vez.—expresé y colgué.

Tengo que hacer algo para que me perdone. Para que todo este como antes.—lo repetía y lo repetía hasta qué...

—Señor ¿Está ocupado?—escuche decir afuera del despacho. Fui y abrí. Me sorprendí al ver quién era.

—¡No! Sólo pensaba ¿Qué desea Adam?—pregunté.

—Solo quería saber ¿Sí, ya sabía algo de Cristina?—expresó Adam. Respiré hondo y conté hasta tres.

—Si. Hace rato vino pero se fue rápido. Le pregunté cómo estaba y me dijo que bien ¡No se preocupe, Adam!—expresé amablemente.

—¡Qué bueno! No sabe cómo me alegra. Estaba muy preocupado. Ahora mi mente estará más tranquila ¡Gracias, señor Markle!—dijo Adam. Retirándose.

Este es el momento. Si quiero arreglar las cosas, tengo que empezar por Adam.

—Adam ¡Espera!—expresé. Él se detuvo y vino de nuevo hacia mí.

—¿Dígame, señor?—preguntó Adam.

—¿Podemos hablar? Es importante.

—Eh... Bueno... Sí, señor.—dijo Adam. Lo invite a pasar, y se le notaban los nervios.

Estábamos parados de frente los dos en mi escritorio. Mis labios fingía una sonrisa, y Adam transmitía nervios.

Lo miraba fijamente. Mi mente estaba ida a observar que Adam, era realmente un buen tipo.

—Señor. ¿Qué sucede? ¿Hice algo malo?—preguntó Adam. En vista que yo sólo lo miraba. Parpadeé dos veces al reaccionar.

—No Adam. Descuide. ¡Siéntese!—dije y ambos nos sentamos.—Sólo quería hablar sobre algo antes que sea muy tarde, y pierda lo que más quiero en este mundo. —seguí diciendo.

—Me habla de Cristina ¿Cierto?—preguntó directo Adam sin miedo.

Suspiré. Y baje la mirada un poco.

—¡Si, Adam!

—¡Lo supuse! Anoche cuando se fue, vi esa mirada destrozada que muy poco sale en ella.

—¡Basta! No me lo recuerde. Que no soy capaz de guardar más las lagrimas.—expresé triste.

—Lo siento señor Markle ¡No era mi intensión!

—¡Descuide, Adam! Pero ya, hablemos de lo que es importante. Seré directo espero que no le moleste.

—Tranquilo, señor. Que a mí me gusta las cosas directas y claras.

—¡Perfecto! ¡Veo que tenemos algo más en común!—dije y él arrugo la cara confundido.—Adam, noche como usted se dio cuenta, tuve una pelea con Cristina pero lo que usted no sabe es que fue por usted.

—¿Por mí? Señor de verdad. Desde que usted me volvió a contratar. Yo no me he acercado más a Cristina, queriendo algo más que su amistad.—me interrumpió Adam. Y sus nervios volvieron.

—Ya va. Adam. Déjeme terminar.—dije y el asintió quedándose en silencio.—Me entere que Cristina, ayer temprano fue a verlo... Y no me malentienda eso no me molesta, lo que me molesto fue lo que usted me digo en el carro ¿Se acuerda?—pregunté arqueando una ceja.

—¡No, señor! Me lo puede recordar.

—Usted me dijo, que estaba enamorado de la chica que vi salir en moto de la empresa. Y esa chica era mi prometida. Adam.—dije y me quede un segundo en silencio para luego seguir hablando pero...




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