Adam.
¡Demonios! Jamás volveré a beber en mi puta vida.
Me desperté adolorido. Dormir en un sofá después de esa noche de locura que tuve. Una noche de esa que no quisiera recordar. Era medio día, sabia porque el reloj que colgaba en la pared al lado del sofá no dejaba de sonar. Escuchaba las manillas moverse cada minuto, ya era tarde, tenía que ir a trabajar.
Me paré con mucha hambre y no estaba en mí apartamento, pero igual me dirigí hacia la cocina. Abrí el refrigerador y no había nada. Estaba totalmente vació. "¡Joder! Se supone que por lo menos agua debería tener."
Escuché un móvil sonar pensé que era el mío. Lo revisé pero no fue así.
Él ruido era insoportable y lo perseguí para saber de dónde provenía y me llevo hasta la habitación de Cristina quién la vi en un sueño profundo. Su móvil no dejaba de sonar. Le eche un vistazo y tenía 13 llamadas perdidas.
—Uyy's... Le irá mal hoy.—murmuré.
Ya era tarde para ella y para mí. Tenía que despertarla, pero... ¿Cómo? Si no se despertó con ese sonido tan irritante que tiene de llamada, veo difícil que pueda hacerlo.
"Te amo..." "Es el beso más real que nos hemos dado" —murmuraba Cristina, dormida.
¿Ah? ¿A quién ama? Ay no... ¿Con quién estará soñando? Bueno, por lo menos ya sé que sigue viva.
Empecé hacer ruidos fuertes con una hoya pero nada, Cristina no reaccionaba. Le jalé los pies y tampoco.
Me matará con esto. Lo sé. Pero es mi última opción. Empecé a brincar encima de ella gritando que se levantara.
—¡Ya! ¡Para! Déjame dormir Dylan. Juró que te mataré—gritó.
—¿Dylan? pero si soy Adam, mujer.—expresé confundido, bajándome de ella.
Cristina.
Tenía un ruido raro en mi cabeza, como si alguien me estuviera llamando. No le paré estaba a punto de sellar mi amor delante de todos con mi Dylan.
Lo ignoré pero cada vez se hacía más fuerte que retumbaba mi pensar. Estaba dormida, recuperando energía para marcharme a mi luna de miel, pero esa voz seguía hay, y eso que le dije que parara ya. Me iba a tomar unos minutos más pero sentí como me saltaba encima. ¡Juro que lo asesinaré!
Desperté pero aun mi cuerpo no, aun dormía.
—Dylan ¡Ya para! ¡Por favor!—expresé con los ojos cerrados.
—¿Dylan? Aquí no hay ningún Dylan... ¡Vamos Cristina! Levántate. Recuerdas que si vuelves a llegar tarde, te despedirán.—expresó esa voz en mí. No puede distinguirla, pero tiene que ser Dylan anoche él estaba a mi lado, dormimos juntos como esposos.
Me estiré para levantarme y para saber que le pasaba a "Dylan", pero abrir los ojos y veía todo borroso y la cabeza me dolía un poco.
Bostece.
—Ya Dylan, deja de decir tonterías.—dije mientras me frotaba los ojos, para aclararme la vista.
—Tonterías son las que dices tú... No digo yo pues... ¡Ahora y qué me llamo "Dylan"!
¡Esa voz no es de Dylan!—dije, a prestarle atención a su voz.
—¿Adam?—expresé al verlo en la cocina.—¿QUÉ? OMG... ¿TÚ QUE HACES AQUÍ? ¿QUÉ HAGO YO AQUÍ? ¿Y DYLAN?—dije, demasiado confundida. Estaba en mi cama pensando que había tenido sexo con Adam.
—Estás loca ¿Cierto? ¿De qué Dylan hablas, de tú jefe?
—¿No tuvimos sexo? ¿Verdad?—pregunté ignorado lo que había dicho.
—¿Qué? No. No, no Cristina. Bueno... yo quería pero tú no.—dijo Adam con risa burlona. Suspiré de alivio.
—No te acuerdas que anoche tuve que cuidarte porque te pusiste hasta la madre con tres tragos nada más.—dijo Adam.
—¿Ah?
—Ah... Claro, como lo vas a recordar si ni podías caminar ni hablar bien. Estabas demasiado borracha, Cristina.—dijo Adam, sirviéndose café.
No entendía nada. Se supone que estaba durmiendo en una cama gigante con el chico más guapo. Se supone que estaría despejando hacia mi luna de miel en Francia. No se suponía que estaría aquí en mi pequeño departamento y de paso con el insoportable pero buen amigo, Adam.