El unicornio de la pradera

Capítulo cinco:

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-Pero un momento...-Pese a que Rosemary había sido creyente en Dios toda su vida, ahora lo sentía el triple de real- ¿Por qué Dios no me saca de todos mis problemas?

El hada se echó a reír sin resultar impertinente. Era como una madre viendo a su inocente niño decir "tonterías", fruto de la inocencia e ingenuidad.

-¡Entonces no se expandiría su consciencia, boba!-exclamó Platina. Rosemary no se sintió estúpida pese a que la muchacha lo viera como algo obvio.-Tú céntrate en lo que te digo, continua viviendo como lo has estado haciendo. Bueno, aquí en Edén y siendo hada. Pero me entiendes.

-Y...¿Cómo va el tema de los poderes?

Platina se acomodó y pronunció:

-Pues cada hada tiene sus dones y poderes. Puede ser que tengas uno muy marcado o unos pocos en menor grado... Ya lo irás descubriendo. -Platina puso una mirada que parecía juzgadora- Lo que sí que te advierto es que debes usarlos principalmente para beneficiar a los demás...

Rosemary dio su último sorbo al té. La chica asumía toda la información con cara pensativa. Al ver que las dos habían terminado, el hada se levantó y se dispuso a recoger toda la vajilla. La joven le habría ayudado ,pero, su cansancio no se lo permitía.

La mujer se puso a fregar los platos en la cocina. A continuación, se dirigió a Rose:

-Bueno, como ya te habrás imaginado, no voy a permitir que campes sola por la noche-El hada, la cual daba la espalda al mirar hacía el fregadero se giró  levemente dirección a la chica. Esbozó una sonrisa que parecía trasmitir más picardía que bondad. -Cuando estés dispuesta te muestro la habitación en la que podrás dormir.

Rose comenzaba a sentir un leve mareo. Después de todo aquel día lo que le parecería hasta raro sería no sentirse así.

-Pues la verdad es que quiero acostarme cuanto antes. Me encuentro un poco mal después de todo-comentó la joven.

-Está bien.

El hada, que terminó en un minuto su tarea, tuvo que ir a levantar a Rosemary sujetándola del brazo. Una vez levantada, la joven sintió como su mareo aumentaba. Se convenció de que había sido por el brusco tirón. Fuere como fuere, la chica estaba funcional. 

El hada abrió una de las tres puertas que se encontraban en el salón. La puerta se hallaba unos metros detrás de donde la protagonista había estado sentada. En seguida, ambas mujeres se encontraron en un acogedor cuarto. La habitación era muy pequeña, aunque no tanto como el verdadero (ahora pareciera que antiguo) cuarto de Rosemary. Los muebles sostenían una gran cantidad de flores sobre ellos. Varías lianas compuestas por hojas y rosas colgaban del techo por distintas zonas. Había dos cómodas, una mucho más grande que la otra, y un armario. La cama se encontraba en el centro de la habitación, colocada debajo de una ventana. A Rose le pareció hermoso el detalle de que la cama, a pesar de ser modesta, recordaba vagamente a la cama de una princesa. El mueble contaba con unas cortinas azules y translúcidas sujetadas por unos soportes que eran ramas naturales.. Las ramas provenían de...

<<¿Un árbol?>>pensó Rose.

Había un pequeño árbol detrás del cabecero de la cama. De él salían las ramas que soportaban las cortinas. Parecía estar disecado. A Rosemary le pareció un poco turbio que un hada fuera capaz de tener algo así. Se supone que esas criaturas eran fieles amantes de la naturaleza. 

La chica esperó a que el hada le concediera el permiso para poder acostarse. Aún sin haberle concedido nada, la mujer se dirigió al armario, el cual estaba al lado de los pies de la cama. Una vez abierto, solo se quedaron camisones al descubierto, todos lisos, con la misma forma y de todos los colores. A Rosemary le recordó muchísimo al patrón que había visto en el jardín respecto a las rosas. La mujer sacó el camisón que era blanco. En seguida se lo dio a Rosemary. 

-Gracias-comentó la chica.

-No hay de qué- respondió Platina, y acto seguido, se fue.

La chica entonces no esperó ningún permiso para poder tumbarse en la cama. Se quitó el destrozado y sucio vestido que llevaba puesto. Realmente se sintió triste, era su mejor gala. Decidió no deshacerse de él, ya lo arreglaría. Lo guardó, bien doblado, dentro de una de las cómodas, para que Platina interpretara que se lo quería quedar.

En cuanto se hubo cambiado de ropa, Rosemary se tiró a la cama de sopetón. En cuanto se encontró tumbada, su mareo realmente comenzó a subir. La bonita habitación en la que se encontraba comenzaba a no estar quieta. La joven se puso la mano en la frente. Ahora sí que se iba a dejar de gentilezas y timidez, debía pedir alimento al hada. Sin embargo, en cuanto consiguió levantarse de la cama, no pudo evitar caerse y quedarse a cuatro patas sobre el suelo. La chica de repente notó que no tenía ni fuerzas para mantenerse en pie. El estomago iba dejando de ser un simple órgano para comenzar a volverse una centrifugadora. Una oleada de agua, té y espuma, salió abruptamente por la boca de la joven. En cuanto terminó de vomitar, la joven cayó redonda al suelo. No despertaría hasta la mañana siguiente.

༘⋆♡⸝⸝💌⊹。 °˖➴

En su habitación, Platina había cogido uno de los miles de frascos que tenía con especias y condimentos. El hada miraba sus etiquetas traseras, en ellas aparecía diferentes datos sobre lo que los frascos contenían.

<<A ver... me pregunto si ese té tenía efecto en los humanos>>pensó al inspeccionar por fin el frasco del que había utilizado.<<Si no ha ido bien, mañana probaré con este otro>>

El hada se había fijado en otro de sus tés favoritos. En su rostro no parecía haber habido preocupación mientras reflexionaba sobre sus condimentos. 

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En el texto hay: hadas, unicornios, fantasia y magia

Editado: 07.03.2023

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