El unicornio de la pradera

Capítulo seis:

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Los cálidos rayos del Sol penetraban por la ventana. A pesar de que la noche anterior Rosemary se había quedado tumbada en el suelo, ahora, se encontraba tumbada en la cama, bien tapada por las sábanas. La chica, que se acababa de despertar, se sentía un poco aturdida, además de desorientada. Por unos momentos se pensaba que estaba en la cama de su querido hogar, pero las lianas que colgaban del techo le hizo dudar. La joven se removió con las sabanas. Le estaba costando más de lo habitual ponerse de pie. Con los ojos aun entrecerrados, la joven consiguió ponerse sentada. Vio el armario que tenía delante, ese no era el suyo.

<<¿Dónde demonios estoy?>>se preguntó su mente.

Como si acabara de caerle un rayo encima, el pasado le visitó abruptamente.

-Oh, Dios mío-dijo en alto con una cara más que sorprendida.

Sin quererlo, la chica volvía a asimilar toda la serie de acontecimientos que le había pasado. En cuanto cayó en la cuenta de que ahora se estaba transformando en un hada, Rosemary salió de la cama como si no acabara de despertar del sueño más profundo de toda su vida y, se dirigió al espejo que había en la habitación. El espejo formaba parte de un lavamanos.

Se disgustó al ver como todo su ser estaba lleno de cicatrices por el día anterior. Sin embargo, no era eso lo que más le preocupaba. Alterada, la chica comenzó a fijarse en todo su cuerpo. Su cara seguía siendo similar a la que siempre había tenido. Sin embargo, vio como por la espalda le había salido unos pequeños bultos. Rosemary metió la mano por la raja que había detrás del camisón, pensada para que lo penetraran las alas. Se los tocó, eran sensibles, podía notar sus manos tocándolos. No consiguió ver nada en el espejo, pero sí pudo percibir que tenía una pequeña forma de alas.

<<Oh no, espera un momento>> pensó la chica tras ver entre su pelo algo extraño de color carne.

La joven se apartó los mechones de pelo que tapaban sus orejas. Rosemary no se lo podía creer. 

<<Jamás se lo diré a ningún hada, pero me gustaban más redondas>> pensó al vérselas.

-Buenos días Rosemary, es hora de desayunar-comentó alegremente el hada mientras entraba por la puerta.

El hada se percató de los nuevos atributos de Rosemary. En cuanto lo hizo, se acercó a la muchacha y comenzó a explorarla mientras la toqueteaba.

-¡Vaya, vaya! ¡Va un poco lento el proceso, pero eso te conviene!-exclamó Platina.

Rosemary dudó un poco sobre las palabras de Platina. Era cierto que así podía ganar más días en los que sería fácil ocultar que era un hada a su querida madre... Pero el rey no consentía a novatas, así que cuanto más tardara en perfeccionarse, peor.

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Ambas mujeres se encontraban en el hermoso y basto jardín del hogar. Disfrutaban de un riquísimo y dulce desayuno. A Rosemary le llamó la atención que en la mesa no hubiera tantas cosas naturales como habría esperado de un hada.

-Esto está riquísimo-dijo tras terminarse un primer pastel -¿Sabes? en mi tierra solo pueden comer dulces los más ricos. Sus ingredientes son muy difíciles de extraer.

-Vaya...-dijo Platina-Aquí el hada de los dulces los reproduce como si fueran frutas- El rostro de la mujer se ensombreció-Qué pena que las hadas hayamos quedado muy separadas de los humanos tras la maldición... 

Rosemary compartió su leve tristeza. En seguida cambió de tema:

-Lo cierto es que desde que llegué aquí me siento como una princesa.

-Me alegro mucho de que te sientas así- respondió Platina con una cara conmocionada.

Rosemary de repente se sintió extraña. Su mente le había llevado a recordar la cama que se le había presentado ante sus ojos la noche anterior. Aquella cama que le recordaba a la de una princesa… Tras recordar esto último, Rosemary cayó en la cuenta de que no recordaba cómo se había quedado dormida. Por unos instantes, su mente le dibujó como caía al suelo tras haberse levantado.

-Oye, como ya me dijiste, ahora mi cuerpo está experimentando una serie de transformaciones… ¿Es normal que pueda haberme desmayado? No sé… solo recuerdo unos pocos segundos de anoche, desde que me levantaste del suelo del salón.

El rostro del hada hablaba de que en su alma se había originado cierta preocupación.

-Lamentablemente sí- respondió el hada.- De hecho yo tuve que limpiar el desastre que se originó desde tu boca y fui la que te colocó en la cama para que pudieras dormir correctamente y sin pasar frío. No llamé al hada curandera porque sé que es algo normal. He vivido muchos años y no es la primera vez que acojo a chicas jóvenes como tú que comienzan a experimentar una transformación a hada. Si te encuentras mal puedes contar conmigo.Te voy a ayudar, por supuesto.

Platina había cogido de las manos a Rosemary mientras decía esto último. Su mirada transmitía una sensación de compasión a la chica. Rosemary no pudo evitar recordar a su madre en ese momento… No terminaba de estar tranquila y satisfecha en ese paraíso por ello…

Ya les quedaba poco para terminar de desayunar. Platina se dirigió a Rose Mary:

-Vamos al hada curandera, Rose. Luego te pasarás toda la tarde conmigo, descubriendo este maravilloso mundo y todo los poderes y sensaciones que puedan empezar a emerger en ti. Te encantará Edén y ser parte de él, te lo aseguro

Ambas mujeres recogieron el desayuno y dejaron la casa impoluta, lista para ser abandonada durante todo el día. En un momento dado, cuando Rosemary se encontraba en la habitación, esta se quedó un rato pensativa sobre qué vestido ponerse. El hada le había dicho que todo lo que había en el interior del armario del cuarto que le había ofrecido, estaba ahora a su libre disposición. Rosemary, sin embargo, se quedó un poco confusa al darse cuenta de que todos los vestidos eran camisones. Justo cuando iba a ponerse uno de los camisones naranja, escuchó cómo Platina llamaba a la puerta.



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En el texto hay: hadas, unicornios, fantasia y magia

Editado: 07.03.2023

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