El unicornio de la pradera

Capítulo ocho:

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Ambas féminas iban caminando de vuelta al hogar donde ahora convivían. Rosemary se paró en seco y se dirigió al hada:

 

-Tengo que partir cuanto antes, tengo demasiada prisa…

 

-Ja,ja,ja, sabía que dirías eso- respondió Platina con una sonrisa.-Por ello me comuniqué con el hada de los dulces. Estamos yendo a visitarla para que te ofrezca comida que puedas llevar de reserva para el viaje.

 

Rosemery comenzó a plantearse si iba a comentar en alto lo que quería decir.

 

-¿No vendrás conmigo?
 

Platina dejó de caminar y le cogió de las manos a la chica. A continuación, le dijo con cara de preocupación:

 

-Lo siento pero, las hadas, aunque parezca que no, tenemos bastantes deberes. No puedo entretenerme con ninguna otra cosa… 

 

Rosemery se quedó pensativa

 

-Oh, ¿y a qué te dedicas? ¿Cuál es tu don?

 

Platina se quedó por unos instantes sin saber qué responder… 

 

-Lo cierto es que lo que yo domino es el fuego. No solo me dedico a crearlo como tal para los seres que puedan estar necesitando, sino que también, me dedico a controlar el de la naturaleza, ya sabes, a supervisar que no suceda nada malo con él, ni en el Edén, ni en el mundo de los humanos. Es una tarea muy importante, no puedo dejarla de lado. Lo siento…-Platina abrazó a la chica.-Sé que es un poco triste que te vaya a dejar durante semanas partir sola, de hecho, incluso puede que peligroso…-El hada cerró los ojos y comenzó a acariciar el pelo de la joven.-Si de aquí a esta noche, tus alas no terminan de crecer, deberías de esperar a partir mañana por la mañana. Aún no te has transformado del todo en hada y ese proceso, como ya pudiste saber, produce efectos secundarios. Es mejor que residas en una cama, en un hogar cálido, hasta que finalmente hayan llegado a la madurez.

 

Rosemary actuó entonces de una forma poco habitual en ella.

 

-¡Ni hablar!-gritó rompiendo con las muestras de afecto del hada.-¡Necesito partir cuanto antes!- Bajó el tono.-Estaré bien… tengo la pócima de Ysys, por favor, déjame marchar. Es necesario.-Rosemary hizo ímpetu en sus palabras.-Lo sabes. 

 

Platina se quedó unos segundos callada. Enseguida volvió a caminar sin abrir más la boca. La joven y el unicornio la siguieron.

 

-Tú verás, Rosemary, al final del día yo no soy tu madre.

 

La chica se sintió un poco mal, no supo si había ofendido a Platina. Además, ese comentario…

 

 

Finalmente, las dos féminas llegaron al lugar del hada de los dulces. Vanabella era un hada que solía ir con vestidos muy pomposos, normalmente de diferentes tonos de amarillo y con un delantal como complemento. A veces, portaba una diadema con muchísimas decoraciones de dulces. Ese día en concreto, no la llevaba. Las medidas que se solía poner eran de rayas de colores. Los zapatos solían ser de tonos pastel y, a diferencia de sus vestidos, gozaban de mayor variedad de colores. Estos estaban ornamentados con corazones, estrellas… En general, el hada solía llevar en el vestido estampados de diferentes dulces y otros elementos. Su peinado más habitual consistía en dos coletas altas. Su pelo era color castaño claro.

 

El lugar donde Vanabella vendía su comida era un puestecillo que estaba situado en mitad del bosque.

 

-¡Hey, hola! ¡Así que habéis venido ya!-exclamó muy entusiasmada. -¿Y tú quién eres?-se refirió a Rosemary.

 

Rosemary se iba a presentar pero, Platina lo hizo en su lugar:

 

-Ella es una joven bella elegida.

 

-¡Anda no me digas!-mencionó con entusiasmo el hada cocinera.

 

-Bueno, anoche Platina me comentó por carta que necesitabas un montón de comida porque vas a hacer un largo viaje. -Su expresión cambió de entusiasta a compasiva.-De verdad que te vaya muy bien…- dijo Vanabella refiriéndose a Rosemary. -Enseguida os pongo muchísima comida.

 

Como si se la hubiera sacado de la nada, Vanabella tenía una varita en la mano. De ella, empezaron a emanar un montón de brillantina amarilla. La joven hada empezó a hacer diversos movimientos. De ese polvo de hada, emanaron distintos pasteles con muy buena pinta. Ellos estaban compuestos de diversos ingredientes, algunos desconocidos para la joven Rosemary.

 

-¡Y listo!-exclamó Vanabella.-He tenido en cuenta que hace poco que eras una humana y que aún estás en tu transición. Te he dado la comida más blanda que puedas tener pero, a la vez, la más completa, para poder aguantar lo máximo posible. Te aseguro que esta comida es tan nutritiva que solo tendrás que comer una vez al día.

 

-Vaya, eso es todo una ventaja para un viaje de semana- respondió Rosemary con un tono que reflejaba satisfacción.

 

-Sé que todos son dulces-continuó el hada cocinera- pero no te preocupes, aquí no son como los de los humanos. Son tan sanos como unas frutas, te lo aseguro. Te lo dice un hada- dijo Vanabella. 

Acto seguido, le guiñó un ojo a las dos.

 

Los jóvenes se fueron agradecidas.

 

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Eran las cinco de la tarde y ya había anochecido. Nada más cerrar la puerta de la casa, Platina hizo la pregunta que más había estado haciéndose la noche anterior Rosemary:

 

-¿Cuál de los dos viajes vas a realizar? 

 

-La verdad es que le estaba dando muchas vueltas pero, me considero bastante pesimista, así que como dijiste que el rey no consistía fácilmente a hadas novatas y, yo ni siquiera soy todavía un hada, he decidido ir a la gruta para, por lo menos, saber cómo está mi madre y, si puedo darle una ofrenda a través del lago.



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En el texto hay: hadas, unicornios, fantasia y magia

Editado: 07.03.2023

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