El universo en tus ojos.

Capítulo 2

''Despertarse con el canto del gallo´´ jamás había sido tan literal para Oliver hasta esa mañana.   

Se despegó de su cama con el cabello enmarañado y soltó un bostezo. Oliver era famoso en su casa por levantarse de mal humor; su hermanito decía con regularidad que él entraba en ``modo zombie´´   

A Oliver le desagradaba el canibalismo en general, pero en todo lo demás era casi igual a un zombie; caminaba encorvado con lentitud, balbuceaba cualquier cosa que se le pasara por la mente y siempre se despertaba con un hambre feroz de huevos revueltos y pan tostado.   

Ah, pero eso sí; su piel era perfecta en comparación a esos muertos vivientes putrefactos.   

Oliver miró sus pies fijamente como si encontrara el sentido del universo en ellos, pero quien lo culpa; todos lo hemos hallado al menos una vez en la ropa tirada de nuestro cuarto, en un objeto sobre la cajonera o simplemente mirando hacia la nada.   

Paseó una de sus manos por su cabello para tratar de bajar su volumen y cuando estaba a punto de ir al baño, entró en su habitación un ser que no conocía las consecuencias de hablar con Oliver zombie.   

Y tenía que ser Annie, por supuesto.  

-Buenos días, calabaza, hora de ir al centro.   

Oliver la miró entiendo absolutamente nada, empezando por ese ``calabaza’’ 

-No soy una calabaza – murmuró somnoliento.   

-¿acabas de despertar? – inquirió ella con burla. – vamos, vístete rápido, el metro no nos espera.   

Annie salió de la habitación como si Oliver hubiera entendido al menos una palabra de lo que dijo; y lo cierto era que si a Oliver en sus 5 sentidos le costaba entender cosas que salieran de su rutina diaria, un Oliver zombie estaría en las nubes cuando la castaña dijo ``metro´´   

Oliver se puso de pie tambaleándose un poco y se acomodó en las pantuflas de Jack el destripador que le había dado uno de sus amigos para su cumpleaños hace meses   

Tomó su ropa de la maleta y caminó con pereza hasta el baño, donde se tomó sus buenos 15 minutos para salir de su faceta zombie y regresar a ser el perfecto Oliver que no soportaba caminar encorvado.   

Bajó a la sala de estar dispuesto a comenzar un nuevo día con una nueva actitud.   

-Ya era hora, princesa, ¿siempre te demoras una hora en el baño?   

Y por supuesto, Annie lo dañaba todo.   

-No soy una princesa. Un príncipe, por el contrario, me define muy bien – explicó.   

Annie lo miró un poco incrédula al notar que hablaba completamente en serio.   

-… como sea, su majestad, vayamos o perderemos el metro.   

-¿el metro?   

Annie no le dejó tiempo a seguir indagando de qué rayos hablaba antes de tomarlo del brazo y halarlo tras ella apresuradamente; se despidió de la tía Ida con la mano y salieron con su ``buena suerte, chicos´´   

Oliver tragó escaza saliva, horrorizado al entender a lo que Annie se refería cuando hizo que uno de esos grotescos buses que llevaban a una inhumana cantidad de gente parara frente a ellos.   

Sin darle opción a refutar, lo empujó para que subiera. Adentro, el chofer esperaba pacientemente que le pagaran el pasaje para poder arrancar.   

Oliver lo entendió de inmediato y se apresuró a abrir su billetera.   

-¿tiene cambio de uno de 20? – le preguntó muy cortésmente, pero el chofer lucía como si lo hubieran insultado, cosa que Oliver no entendió.   

-¿estás bromeando, chico?   

-Si, solo es una broma – se apresuró a decir Annie mientras sacaba unas cuantas monedas de su bolso y se las daba al conductor.   

La barra metálica cedió y una vez más Annie tuvo que empujar a Oliver para que no se quedara allí parado sin saber qué hacer.   

Adentro del vehículo no podía estar más lleno; todos los asientos iban ocupados y si quiera a unas 10 personas les había tocado ir de pie.   

-Bajemos ahora – pidió – ni siquiera hay asientos.   

-Bajaremos cuando lleguemos.   

El carro frenó con algo de brusquedad y se sacudió.   

Oliver, por supuesto, no se había agarrado a nada que le diera estabilidad y se deslizó con rapidez hacia su izquierda, y habría caído al piso de no ser por Annie, quien desafortunadamente estaba de ese lado también y tuvo que recibir una embestida por parte del chico.   

-Cielos, Annie, esto es una trampa mortal – siseó Oliver agarrándose del mismo tubo del que estaba sostenida ella.   

-Tú eres una trampa mortal – murmuró. - ¿nunca te habías subido al metro?   

-Pues, llegué aquí en tren.   

-Lo único parecido del metro y el tren es la cantidad de gente – explicó Annie y Oliver estuvo de acuerdo con ella por primera vez desde que llegó. – los vagones de un tren usualmente no se mueven tanto, así que es fácil ir de aquí para allá, pero si no encuentras estabilidad en un bus puedes fácilmente estrellarte contra sujetos que den miedo y ocasionar una pelea.   

Oliver bufó; no necesitaba una pelea, le bastaba con la chica que parecía burlarse de cada una de sus acciones.   

-¿Cuántos años se supone que tienes, sabelotodo?   

-¿Cuántos años tienes tú? – contraatacó y Oliver rodó los ojos.   

-19.   

-Oh.   

-¿y tú? – insistió.   

-Cumpliré 18 dentro de tres semanas– comentó y a Oliver se le dibujó una sonrisilla en la cara.   

-Eres una niña.   

-Oye, no hay mucha diferencia entre 17 y 19.   

-La diferencia es que yo puedo tomar alcohol y tu no.   

-La diferencia es que a mí no me gusta el alcohol y a ti sí.   

Ambos bufaron casi de una manera simétrica.   

-La cerveza es un asco – comentó – no entiendo por qué a la gente le gusta tanto; solo es cebada; en su lugar, prefiero el vino blanco, y se necesitan varias copas para acabar en estado etílico.   

-Hablas como si yo alguna vez hubiera tomado vino blanco – bromeó ella.   



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En el texto hay: comedia, clases sociales, romance

Editado: 17.10.2021

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