5 días completos habían pasado desde que los chicos - ahora los nuevos comprometidos - habían tomado esa decisión en la mitad de la sala de los Lurck. Cuando los padres de Annie le avisaron la noticia a Ethan este casi enloquece, pero por suerte no había aparecido por el recinto ni por su casa, aunque Oliver aún se mantenía en guardia por si acaso.
La tía Ida, por otro lado, estaba encantada. Era la única persona que no le había dicho que se estaba apresurado y Oliver se lo agradecía infinitamente; pues parecía que estaba maravillada con la idea.
Era la noche del 28 de octubre y ambos estaban sentados en la sala de estar del recinto, Annie estaba con los pies recogidos en el mueble y Oliver estaba sentado en el suelo frente a ella, se encontraban hablando de ciertos detalles sobre su relación a partir de ahora.
-¿Normas? – titubeó Annie.
-Así es; hay que establecer algunas normas si vamos a llevar una relación.
Los labios le temblaron un poco, se sentía irremediablemente nerviosa por hablar de esa manera con su “novio”
Jamás en la vida se hubiera llegado a imaginar que la misma persona que cruzó ese día por la puerta con la cara manchada de lodo -obra de Clotilde – terminara siendo su comprometido.
-¿Qué quieres establecer?
Oliver lo pensó un momento.
-No me gusta el contacto físico – se decidió a empezar por allí – eso quiere decir que no me gusta andar de la mano, los abrazos me dan calor, los besos son asquerosos para mí, la saliva y eso, ya sabes. ¿estás bien con eso?
Annie se aguantó las ganas de reír y asintió. No es que estuviera completamente “bien” con eso, pero por ahora era, no le quedaba más que aceptarlo.
-Está bien – suspiró – de hecho, es un poco decepcionante.
Oliver se cruzó de brazos y cerró los ojos con pesar, luego le sonrió.
-Trataré de hacer excepciones – le guiño el ojo.
Annie cubrió su cara con sus manos tratando de ocultar su sonrojo y al mismo tiempo evitar su mirada.
Oliver se estaba divirtiendo mucho con esto, en realidad.
-A ver, A ver… ¿Te molestan los sobrenombres?
-Me he dado cuenta de que tienes algo con los apodos, calabaza – suspiró – a ver, nada de “fresita” o “terroncito de azúcar” u “osito” o “bebé” Annie sonrió.
-¿Cielo? – preguntó
-Lo tolero.
-¿cariño?
-Lo tolero.
-¿Mi vida?
-Te estás pasando – le advirtió y ella soltó una sonora carcajada que se le contagió a Oliver segundos después.
Ambos sabían que debían tomarse eso en serio, pero no podía evitar hacer unas cuantas bromas de por medio.
-Ok, tu turno.
-Bien… en lo personal odio cuando una mujer llora, No sé qué hacer.
-No lloraré – le prometió.
Oliver enarco una ceja y sonrió cuando supo que se lo estaba tomando a broma, aunque no lo era, claro que No, cuando Oliver veía a una mujer llorar no sabía que hacer o decir para que se sintiera mejor.
-Bueno, tampoco estoy diciendo que debas tratarte tus sentimientos, pero espero que te Basten un par de palmadas en la cabeza como consuelo si llegas a llorar.
Annie ladeó la cabeza con diversión.
-¿Palmadas es la cabeza? Suena perfecto. Quizá y hasta pueda ladrar. – le dijo. Oliver rodó los ojos. – bien, me toca… por lo general no me gusta discutir.
Oliver se sacó el cabello de la cara y la miro incrédulo a pesar de sus ganas de devolverle la sonrisa que ella tenía en el rostro.
-Oh, Ann, le quitas la diversión a todo.
Ella río estupefacto.
-Nada.
-Bien, entiendo. ¿Sabes cocinar?
-La mayoría de las cosas.
-Ok. No me gustan las cosas picantes.
-¿Y el dulce?
-Amo el dulce, Ann, no todo adolescente de 19 años odia el azúcar, ¿sabes?
-¡sólo preguntaba! - recalcó – creo que no tengo nada más que añadir. ¿Y tú?
-No. Creo que con esos finalizamos las normas
Oliver se puso de pie para ir a sentarse junto a su prometida en el sofá. Ambos estaban callados, pero así lo prefería Oliver, después de una semana de arduo trabajo -ya que la tía Ida siempre los hacía trabajar de más cuando vagaban un par de días- por fin serían capaces de estar tranquilos sin tanto escándalo de por medio.
Al menos esos 3 minutos y medio lo estuvieron.
-Oliver – grito la tía Ida entrando a la sala toda presurosa.
-¿qué sucede?
-Oh, Annie, linda, ¿qué haces aquí todavía?
-Está bien, tomaré un taxi.
-Ya veo, ¿Quieres que te prepare algo de comer?
- ¡Tía! – exclamó Oliver – ibas a decirme algo.
La tía Ida regresó en sí y nuevamente su sonrisa maternal cambio por esa expresión de sorpresa con la que había llegado.
-Tu madre llamo hace poco.
-¿Qué dijo?
-Me dijo que vendrá a quedarse una semana…
Los ojos de Oliver se agrandaron sin poder evitarlo. ¿¡Su madre repentinamente había decidido que quería ir a visitarlo!?
Oliver trago fuerte tratando de ignorar la mirada nerviosa de Annie.
-¿Para qué viene? – preguntó.
-… quiere conocer a Annie.
Ahora sí, Annie estaba totalmente en pánico, ¡por supuesto que la madre de su prometido debía tener curiosidad por saber quién era la chica la cual quería arrebatarle a su pequeño! Y Annie deseaba que sólo sea curiosidad lo que Mare Dircov sintiera por ella.
Oliver estaba entrando en su propio pánico; en realidad no le preocupada mucho, por un lado, estaba seguro de que su madre amaría a Annie a medida que la vaya tratando, Pues ese par se parecía mucho en algunos aspectos, pero por otro lado estaba seriamente preocupado de que su madre vaya expresamente a impedir su boda.
-¿Hay alguna norma para esto? – le preguntó ella.
Oliver trató de sonreírle como pudo, no quería ponerla nerviosa, Pero como iba a lograrlo si el mismo estaba nervioso.
-Tranquila, mi mamá es una buena mujer.