En una tarde soleada de primavera, mientras caminaba por las bulliciosas calles de la ciudad, Martín se topó con un rostro familiar en medio de la multitud. Su corazón dio un vuelco al reconocer a Laura, su antiguo amor, quien lo había dejado sintiéndose vacío años atrás.
Con el pulso acelerado y una mezcla de emociones que lo invadían, Martín se detuvo en seco, incapaz de apartar la mirada de aquella figura que había ocupado un lugar tan importante en su pasado. Laura, con una sonrisa nerviosa en los labios, se acercó a él con cautela, como si temiera la reacción que provocaría su repentina aparición en su vida.
El tiempo pareció detenerse mientras Martín y Laura se miraban el uno al otro, cada uno cargado con el peso de los recuerdos y las emociones no resueltas que habían permanecido latentes desde su separación. En ese momento, el pasado y el presente se fundieron en un torbellino de sentimientos que amenazaban con desbordarse.
Con un nudo en la garganta, Martín tomó una respiración profunda y se preparó para enfrentar lo que fuera que este encuentro inesperado traería consigo.