El vecino de las plantas

Capitulo 5 Secretos.....

Una mañana cualquiera, Takumi bajaba las escaleras del edificio, aún adormilado y con su habitual escepticismo. Al girar en uno de los descansos, se encontró con una escena peculiar: Simón bajaba rápidamente, como si tuviera prisa, mientras conversaba animadamente con una pareja que vivía en el piso de abajo. Los vecinos le sonreían agradecidos, y Takumi, curioso, se detuvo a observar desde un rincón discreto.

—¡Simón! Gracias por la decoración de la terraza. Realmente ha cambiado todo el ambiente del edificio —decía la mujer con una sonrisa cálida.

—Sí, de verdad, la terraza quedó preciosa —agregó su esposo—. De hecho, queríamos saber si podríamos reservarla un día para nuestro aniversario. Sería muy especial hacer una cena ahí.

Simón sonrió con su característico entusiasmo y les respondió:

—Por supuesto, ustedes y todos los habitantes del edificio pueden usar la terraza cuando lo deseen. Quizás debería poner un calendario en el pasillo para que cada quien pueda separar los días y no se cruce con otros. Así todos pueden aprovecharla al máximo.

La pareja soltó una carcajada, encantada con la idea, mientras Simón reía junto a ellos. Takumi, que observaba desde la distancia, sintió un ligero pinchazo de celos. ¿Por qué todos parecen apreciar tanto a Simón? pensó, aunque una parte de él no podía evitar admirar la calidez con la que trataba a los demás.

En ese momento, Aiko apareció subiendo las escaleras y se topó con el grupo. Saludó a la pareja y a Simón, quien la incluyó enseguida en la conversación, explicándole la idea del calendario para reservar la terraza. Aiko sonrió, claramente encantada con la idea.

—¡Es excelente, Simón! Así todos podemos aprovechar este espacio tan bonito que has creado.

—¡Gracias, Aiko! —respondió él con alegría—. Oh, cierto… olvidé algo en mi departamento. ¡Vuelvo enseguida!

Simón subió las escaleras rápidamente, y antes de que Takumi pudiera esconderse, se cruzaron. Simón lo saludó con entusiasmo.

—¡Hola, Takumi! —dijo Simón, siempre alegre—. Parece que la idea de la terraza fue un éxito.

—Sí, sí… está bien —murmuró Takumi, sin saber qué más decir.

Simón le dedicó una sonrisa amistosa y se dirigió a su departamento. Momentos después, salió sosteniendo una carpeta con un logotipo extraño en la portada, lo cual no pasó desapercibido para Aiko, quien no pudo contener su curiosidad y le preguntó:

—¿A dónde vas, Simón?

Él sonrió y levantó la carpeta.

—Es para unos exámenes médicos que me pidieron en el nuevo puesto. Parece que ahora, con la promoción, es necesario hacer unos chequeos adicionales en una clínica en el centro. Espero no perderme, porque es en una zona de la ciudad que aún no conozco bien.

—¡Oh! —respondió Aiko, mientras subía junto a Takumi—. Si quieres, algún fin de semana podemos mostrarte algunos lugares de la ciudad. Así será más fácil cuando tengas que moverte por tu cuenta.

Simón asintió con gratitud, mientras Aiko rodeaba los hombros de Takumi en un gesto cariñoso.

—¡Eso suena increíble! —dijo Simón con una gran sonrisa—. Me encantaría explorar la ciudad con ustedes, y espero de verdad tener todo el tiempo para poder hacerlo.

Aiko le devolvió la sonrisa, pero no pudo evitar notar cierto tono peculiar en la respuesta de Simón, algo que la dejó pensativa. Su tono era amable, pero había algo en su expresión que parecía… ¿dudoso? Aiko observó a Simón con una pizca de sospecha, mientras él, sin darse cuenta, se despedía y bajaba rápidamente las escaleras con la carpeta en la mano.

Takumi notó la mirada extraña de Aiko y le preguntó:

—¿Pasa algo?

Aiko negó con la cabeza, pero no pudo evitar sentir que Simón guardaba algún secreto. Sin decir nada más, siguieron subiendo las escaleras en silencio, con un aire de incertidumbre que ambos compartían.

Al día siguiente Takumi y Aiko estaban sentados en el sofá, viendo la televisión en una noche tranquila. La luz suave del televisor iluminaba la sala, cuando de repente escucharon voces en el pasillo. Un vecino pasaba y saludaba efusivamente a Simón, agradeciéndole por la hermosa terraza. La pareja intercambió una mirada cuando escucharon a Simón responder:

—Muchas gracias. Aiko y Takumi también me ayudaron con la terraza.

Ambos se miraron, confundidos.

—¿Nosotros? —murmuró Takumi, levantando una ceja.

Aiko soltó una pequeña risa.

—Bueno, tal vez nuestra aprobación fue muy importante para él.

Después de decir esto, Aiko se quedó pensativa, en silencio. Takumi notó la expresión en su rostro y le preguntó:

—¿Te pasa algo?

Ella asintió lentamente, como si ordenara sus pensamientos.

—¿Te das cuenta de que Simón ya lleva un buen tiempo viviendo en el edificio y, sin embargo, no sabemos casi nada sobre él? Sabemos que es americano, eso es obvio, y que vivía en un lugar tipo pueblo, pero nada más. Me siento un poco mal, como si él nos diera tanto de sí y nosotros apenas nos interesáramos en su vida.

Takumi intentó aligerar el ambiente con una broma.

—No creerás que es un asesino serial que huyó a Japón, ¿verdad?

Aiko lo miró, rodando los ojos.

—Muy gracioso, Takumi. Solo creo que... quizás Simón comparta tanto con nosotros porque no tenía muchos amigos o familia cercana. Tú sabes más que nadie que las personas que han estado solas o han pasado por momentos difíciles suelen proyectar una alegría especial para ocultar sus propios problemas o para olvidar algún pasado triste.

Takumi se quedó en silencio, procesando las palabras de Aiko. Había una verdad profunda en lo que decía.

—¿Y qué podrías hacer al respecto? —preguntó al fin, mirándola con curiosidad.

Aiko suspiró, como si buscara respuestas en su interior.

—Sinceramente, no lo sé. Pero... si la vida puso a Simón frente a nosotros, quizás sea por alguna razón. Y tal vez... no sea él quien venga a salvarnos, sino nosotros a él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.