El Velo

Capítulo 7: La Fatiga del Acero y la Rotura del Velo

La hora señalada era la medianoche. El silencio de la ciudad se había instalado, un lienzo vacío sobre el cual Máximo y Serena pintarían su caos calculado.

​La Cúpula: El Vandalismo Estructural

​Máximo estaba en la cúpula de vidrio y acero del edificio del Cónclave en la superficie, el punto focal de la vigilancia de Silas en el mundo A. El Custodio, atrapado en su santuario subterráneo, usaba este edificio como un resonador de la estabilidad urbana. Máximo, enfundado en un nuevo traje de trabajo y guantes de titanio, se movía como un espectro entre las vigas.

​Sacó un conjunto de tres Transductores de Resonancia miniaturizados. Estos dispositivos no emitían sonido audible; generaban una frecuencia subsónica específica, calibrada para imitar el sonido de la fatiga crítica del acero.

​—Esto no es magia, es acústica forense —murmuró Máximo para sí mismo.

​Colocó el primer transductor en el nudo de tensión más crítico de la cúpula. El segundo, en la viga de soporte principal. El tercero, lo programó con una secuencia de retardo y lo ancló en la base de la columna de ascensor central. Activó el primero.

​El éter del mundo B reaccionó antes de que la acústica del mundo A pudiera registrarlo. Máximo sintió una punzada de dolor agudo en su costado, una reacción del éter ante la intrusión. Era la presencia de Silas, la red del Custodio buscando la fuente del desorden.

​Máximo activó el segundo. El sonido de la fatiga se hizo más intenso, un gemido inaudible que resonó directamente en la estructura de la Arcanía.

​En la cabeza de Máximo, la voz mental de Silas irrumpió con una furia desatada.

"¡Insolente! ¡El acero cede! ¿Quién perturba la columna de la Cúpula? ¡El caos no reinará en mi ciudad!"

​Silas dirigió una poderosa onda de barrido de éter hacia el origen de la fatiga. La onda no buscaba magia, sino una firma de intención destructiva. Máximo sintió el impacto, un choque que dobló el aire y casi lo lanza al vacío. Pero resistió. Su intención no era destructiva; era estabilizadora para Serena. Su voluntad de protegerla era una fuerza que la magia de Silas no sabía cómo clasificar.

​El Custodio estaba atrapado: la Cúpula, su punto de control más preciado, parecía estar colapsando estructuralmente. Su obsesión por el orden lo obligaba a concentrar su energía en sellar la amenaza de la fatiga. Máximo lo había obligado a ir a la guerra con la lógica mundana.

​Máximo activó el tercer transductor y puso en marcha el temporizador de tres minutos para el colapso final. Ya tenía su ventana.

​Las Torres Ares: El Ritual de la Grieta

​Mientras tanto, Serena estaba en el foso de la excavación de las Torres Ares, al pie del gigantesco Ancla de hormigón. El aire aquí era denso y ardiente, una mezcla de contaminación urbana y energía pura de la Fuente de Convergencia.

​Desenrolló el Ojo de Cástor de la seda. El orbe pulsaba con violencia. Colocó el Ojo en el centro exacto de la base del Ancla. El cristal opalino comenzó a resonar con el hormigón.

​—El plan del arquitecto —susurró Serena.

​Corrió hacia el Pilote C5, el punto débil de la estructura que Máximo había identificado. Llevaba consigo un pequeño explosivo de cuarzo. Este no generaría una explosión de fuerza, sino una onda sónica de alta frecuencia diseñada para fracturar la mezcla débil de hormigón.

Tiempo restante: 02:00 minutos.

​Serena sintió el drenaje de energía de Silas; la furia que el Custodio dirigía a la Cúpula era una distracción perfecta. Pero también sabía que el alivio sería temporal.

​Activó el explosivo sónico en el Pilote C5. El cuarzo emitió un grito agudo. El hormigón, ya fatigado, cedió con un gemido estructural. El Pilote C5 colapsó parcialmente, creando la cámara de expansión que Máximo había calculado.

​Regresó al Ancla. Tenía menos de un minuto.

​Serena levantó las manos sobre el Ojo de Cástor. Su magia no era un acto de fuerza, sino de alineación. Ella no luchó contra la energía caótica del Ojo; ella alineó el caos con la estructura de la Grieta, usando su Llave Interior para ordenar el desorden.

​—Abre el Velo. Convergencia del caos y el orden —entonó.

​El Ojo de Cástor estalló en luz.

​La Grieta se abrió. No fue una explosión, sino una implosión controlada que absorbía la energía de la Fuente de Convergencia. El foso de la excavación se cubrió de una luz blanca cegadora. El Velo se rasgó en el punto exacto donde la mala ingeniería de Ares había creado la debilidad.

​La Batalla por la Estructura

​En la Cúpula, Máximo sintió la descarga de energía de la Grieta. El Ojo había sido activado.

​El temporizador de su tercer transductor marcó 00:05.

​Silas, sintiendo el vacío de la energía de la Fuente de Convergencia, se dio cuenta del engaño. El ataque a la Cúpula era un señuelo. La verdadera amenaza estaba en el Ancla. Su furia se redirigió.

"¡Engaño! ¡Serena! Destruiré al mortal y sellaré la Grieta con vuestra sangre."

​Silas lanzó un ataque de Orden Absoluto, una oleada de energía destinada a reestructurar violentamente a Máximo, borrando su conciencia y devolviéndolo a una existencia inerte.

​Máximo sintió el impacto. Fue como si la fuerza de la gravedad se hubiera multiplicado por cien, aplastando su voluntad y su cuerpo. Se aferró a la viga de acero. En su agonía, su mente se enfocó en el único pensamiento que la magia de Silas no podía negar: el amor no es una estructura, es una anomalía.

​En ese instante, el tercer transductor de Máximo detonó.

​El sonido simulado de colapso total de la Cúpula resonó en la Arcanía.




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