El velo de alquimia negra

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Furia, dolor e impotencia...

Estaban quemando todo el pueblo, solo dejando cenizas a su paso, ni importaba si las personas seguían adentro de las casas, continuaban quemando, volviéndonos cenizas...Nada.

Mi padre lo trato de impedir, con todas sus fuerzas y perseverancia, pero no fue suficiente, nunca lo era.

Se lo llevaron, trate de ir por él, pero dos guardias me lo impidieron, lloré, grite, me enoje, pero no podía hacer nada.

Escuche unas palabras "Debe dinero, su deuda será anulada, al darnos a su hija"

Mi padre dijo que no, que no tenía ninguna deuda, que es un error, pero eso solo ocasionó que lo golpearan.

Fue la última vez que lo vi, que sus ojos encontraron los míos, cuando aún había luz, donde el aún seguía con vida y alguien me quería y protegía de mí...

Pasaron 10 tormentosos años, me llevaron a una cárcel, una prisión, un lugar donde apenas se veía la luz del sol, donde el aire era limitado, donde la penumbra acechaba, donde mis gritos no se escuchaban, donde me pudría lentamente.

Era la hora de la comida, esa que era espesa, con ingredientes cuestionables, tal vez sobras o basura que encontraron... Tal vez con restos de personas, que estuvieron antes que yo.

En vez de abrirse la pequeña ventanilla, fue la puerta pesada y imponente.

Lo que me temía, otra dosis, había escuchado que ya no había manera de hacerla, pero que puedo hacer, resignarme a que me inyecten una sustancia desconocida, ni se molestan en darme explicaciones, me colocan una máscara en la cara, más oscura que la noche... Me llevarán al laboratorio, han sido las pocas veces que he ido ahí, nunca lo he podido ver, pero que otro lugar sería, ahí es donde paso los peores síntomas cuando me inyectan.

Me arrastran al lugar, creo que ya he memorizado el trayecto, se escucha el chirrido de la puerta al abrirse, me empujan, caigo al suelo, pero me levanto, siempre es la misma rutina.

Me llevan hasta una camilla, se escucha el ruido de vidrios chocando entre sí. Trato de respirar con más calma, el cambio de aires siempre me altera, más bien a mi sistema.

Escucho las mismas palabras que siempre "Inhala y en tres segundos exhalas" "Todo es un proceso"

Nunca hago lo que me piden, no les afecta en lo más mínimo, pero el dolor a la dosis es tortuoso, que si empiezo con el dolor por la aguja, no se hace tan insoportable.

Siento el líquido fluir por todo mi sistema, unas punzadas en cada músculo, como se desgarran y se vuelven a unir, como mi sangre hierve y se enfría a la vez, como mi cuerpo lo recibe.

Empiezo a convulsionar, ja o eso creen, solo finjo, hace unos días deje de hacerlo de verdad, mi cuerpo ya se acostumbro, solo que mi mente repite sucesivamente la imagen de mi padre, la sangre por todo su cuerpo, sus gritos para que me dejaran en paz, eso es suficiente para que mi cara reaccione y crean que nada ha cambiado... Lo hago para darles falsos datos, además de que escuche que si no seguí con estos síntomas, iban a pasar a un mayor tratamiento, quiero ver hasta dónde llegan, pero no voy a hacer que me torturen más, que su objetivo se cumpla.

Pasan horas, sigo fingiendo los mismo síntomas de siempre, mientras escucho las murmullos de los científicos, están muy enojados... Se abren la puerta y me levantan, no son delicados, y no es como si lo esperara, pero ellos también pagan por mi falta de reacción.

Me tiran al suelo de mi prisión y cierran la puerta... Me quito la venda, siento algo húmedo en el suelo, Sangre, está vez que si se molestaron, al parecer se desquitaron con alguien.

—Se te da bien fingir.

Mi corazón retumba, que rayos, me levanto de golpe, y volteo al lugar de donde provino la voz.

—Tranquila, soy tu nuevo guardia, o vigilante, no les voy a decir, te lo prometo.

No hablo, no reaccionó, solo lo veo, sus palabras son falacias, falsos engaños, mentiras con un objetivo, informar a los altos mandos.

Se va acercando, la luz del amanecer lo ilumina lo suficiente para ver qué sonríe y me analiza.

—No tienes lengua, o es que no te gustan los extraños.

Me ofrece la mano, pero no me muevo ni un centímetro, él quiere algo, pero no va a conseguir nada.

—Tal vez las dos cosas serían posibles, pero sé que si hablas, lo hacías cuando tenías que, cinco años.

Un tic en mi ojo, le indica que está tocando un nervio, pero muy sensible, no puedo evitarlo, es involuntario... Es lo que más odio, que no puedo controlar mi cuerpo totalmente, que un simple movimiento puede ocasionar un caos.

—Lo lamento, pero buscaba una reacción, aunque sea casi nula, soy Veythar un gusto, y tu eres.

Me rindo, me acomodo en mi cama, no voy a hablarle, no a un tipo que acabo de conocer, para colmos mi guardia.

—No debes de confiar en mí, nadie debería, es una larga historia tal vez te la cuente cuando empieces a confiar en que no diré nada, que no estoy aquí para lastimarte, que no soy como ellos.

Ninguno de mis anteriores guardias ha sobrevivido, siempre me dicen que fui responsable de sus muertes, pero nunca recuerdo el por qué y el cómo... Y él solo hace que desea arrancarle la cabeza, supongo que si los mate, él no durará mucho... Menos con esas mentiras llenas de veneno.

Se dirige a la puerta y cuando va a salir, decido murmular lo inevitable.

—Muerate.

Oigo una sonrisa de parte de él.

—Que cordial, lo haré, todos los haremos.

Se cierra la puerta y todo lo que queda es la oscuridad, menos por ese rayo de luz que lo único que hace es consumirme en dolor, duele más que la inyección, es como la misma sensación al ver a mi padre morir, por la superioridad, y ahora no poder hacer nada, estar bajo el dominio de ellos, puré inutilidad...

Ni pude fingir bien, ese maldito guardia lo descubrió y es nuevo... Seguro me esperara un día de torturas, espero que todo les salga mal y que todo el tiempo que invirtieron en mí sea un total desperdicio.



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En el texto hay: muertes, experimentos, perdida de control

Editado: 18.08.2025

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