El Velo De La Rosa

Capítulo 21: Antes del primer grito.

El aroma a pan recién horneado flotaba en el aire, cálido y reconfortante, como si el mundo aún no supiera lo que estaba por venir. Anna se detuvo frente a la pequeña panadería con fachada de ladrillo y madera, observando por un instante cómo el vapor se escapaba por una pequeña ventana entreabierta.

—¿Aquí es donde decías que hacían los croissants de miel? —preguntó Eliana, sonriente, avanzando ya hacia la puerta.

Pero antes de que pudiera poner un pie en el umbral, Anna extendió el brazo y la detuvo en seco sujetando la mano de Eliana, para impedir que abriera esa puerta sospechosa

—No —susurró—. Espera...

El rostro de Anna cambió. La calidez que había en su expresión se esfumó como un suspiro. Su olfato, entrenados por experiencias que otros jamás querrían tener, capto algo que los demás no podían percibir.

Olor a pan... sí. Pero debajo de eso… algo más.

—¿Qué pasa? —preguntó Daeron, molesto, deteniéndose—. ¿Hueles algo?

Anna no respondió. Caminó con cautela hasta la puerta. Eliana frunció el ceño, ya notando que algo no iba bien. Garoum se acercó en silencio, su mano instintivamente bajando a la empuñadura de su lanza.

Anna empujó lentamente la puerta.

El sonido de una campanita acompañó la apertura, pero no hubo voces alegres, ni el calor de un horno trabajando.

Solo el olor. Podrido. Fétido. Inhumano.

Y los cuerpos.

Dos. Tirados tras el mostrador. Un hombre y una mujer. Sus ojos abiertos, completamente inyectados en sangre, con gruesas lágrimas carmesí secas en sus mejillas. Las lenguas grotescamente inflamadas, colgando de sus bocas como si hubieran intentado gritar hasta el último aliento. La piel, violácea, con manchas negras que parecían extenderse aún después de la muerte.

Anna cerró la puerta de golpe.

—¡NO MIREN! —gritó, pero fue tarde.

Eliana, Garoum y Daeron habían alcanzado a ver.

El silencio duró apenas unos segundos. Luego vinieron los sonidos.

Eliana se llevó la mano a la boca, dando un paso atrás con ojos como platos.

Daeron no pudo contenerse. Se giró hacia un rincón y vomitó violentamente.

Garoum, aunque curtido por la guerra, dio un paso atrás con expresión tensa. No dijo nada. No necesitaba hacerlo.

El olor comenzó a colarse por la rendija inferior de la puerta cerrada. Anna retrocedió, apretando los dientes. Tomó una de sus vendas del cinturón y la ató sobre su nariz y boca.

—Esto no es enfermedad común —murmuró Ana, para sí misma, aunque todos la oyeron—. Esto... es alquimia. Perversa y podrida.

—¿Qué clase de alquimia hace eso...? —balbuceó Eliana, aun conteniendo las náuseas.

—Una que no tiene intención de curar —respondió Anna, mirando la fachada tranquila del lugar como si fuera una máscara—. Esto tiene mala pinta... y nadie se dio cuenta.

Y entonces, a lo lejos, sonó una campana.

Pero esta vez, no era por pan fresco.

Era una advertencia.

Anna ajustó el tapabocas de tela gruesa, reforzado con filtros alquímicos recién comprados en el distrito del gremio. Su expresión era tensa, pero serena. Revisó los cristales de anulación de partículas adheridos a sus mangas. Al menor indicio de ruptura, le advertirían del peligro.

—Daeron, quédate a dos pasos detrás. No toques nada que no haya señalado —dijo con tono firme.

—¿Cómo logras que una orden suene como un consejo amistoso? —murmuró el noble, poniéndose también su máscara, aunque claramente menos preparado.

—Eliana, vigila la entrada y no dejes pasar a nadie —ordenó Anna con voz firme. —Garoum necesito que busques mas guardias y cierren la calle, nadie se acerca a esta panadería— ambos asintieron sin protestar, pero a la vez ambos miraban a Anna con preocupación.

—no sé qué encuentren ahí dentro— musito Garoum con una voz algo preocupado— pero no se arriesgue

—Anna, Daeron — decía Eliana temblando mientras sostenía el canasto de Anna — no sean héroes, los quiero de vuelta sanos y salvos — ambos asistieron al mismo tiempo

La puerta se abrió de nuevo y un golpe de olor pútrido los recibió. Anna se cubrió mejor y entró con paso medido. Los cuerpos yacían inmóviles en el suelo, con la piel morada, las lenguas inflamadas y ojos que parecían sangrar en un silencio aterrador.

Anna retrocedió un poco, pero el daño ya estaba hecho. Anna camino a paso lento

—No murieron por accidente, ni por una enfermedad natural —murmuró Anna mientras examinaba el lugar—. Esto es obra humana y de la peor calaña.

Con cuidado y conocimiento, comenzó a revisar las alacenas y sacos de ingredientes. Se detuvo en un grupo de sacos de harina tomando un poco con sus dedos con guantes de goma que ella misma había hecho.

—Aquí está el foco. —hablo mirando el leve color morado que no se ve a simple vista, pero para un ojo conocedor como el de Anna no pasa desapercibido— como lo pensé Somnaria Pestiflorum Var, Oculta, más conocida como la flor del silencio.

—no escuche de esa planta nunca, ni leí sobre ella. — dijo Daerum mirando el dedo de Anna, para después dirigirse a su rostro.

—es normal— dijo ella, tras unos segundos analizándolo— se supone que su existencia es tabú en estos días, fue usando durante varias guerras— decía posando su dedo en su frente como si buscara información — su letalidad es alta, libera esporas neurotóxicas cuando se seca. —abriendo los ojos mirando los cuerpos— inhalación o ingestión no importa como entre en el torrente sanguíneo, produce inflamación de tejidos blandos, hemorragia ocular y parálisis respiratoria.

Daeron la miraba con asombro mientras ella mantenía su mirada fría pero analítica.

—Sus primeros usos fueron en ejecuciones secretas por la inquisición del este. Pero después fue tomada por varios reinos para usarlo en la guerra — mientras recogía muestras de uno de los cuerpos para análisis. — tras la guerra su uso fue prohibido y su forma de fabricación borrada de todos los libros, pero aun queda registros en grimorios de inquisidores extintos… y yo misma queme uno para memorizarlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.