El veneno de la dama

Capítulo veinte: La predicción dorada

Estoy aterrada, porque mentir. Cada paso que damos nos acerca un poco más a  nuestro destino y me asusta no saber cuál será.Creo fervientemente que el destino de Devan será brillante pero no estoy tan segura de el del resto de nosotros. ¿Oscuro, gris, brillante?

¿Nos convertiremos en un pueblo olvidado? ¿Seremos algo más que un triste recuerdo de la decadencia humana?

Trastabillo con una piedra por lo que decido centrarme en el camino y continúo corriendo, esta vez con más cuidado. Una caída podría costar demasiado para ambos. Corre, corre, corre. Las piernas me se me acalambran y el estómago comienza a dolerme pero me esfuerzo en seguirle el paso a Devan. Se gira algunas veces para asegurarse que continúo detrás de él y cuando me ve, sonríe un poco para después volver a girarse.

—¡Por favor, detenganse! —escucho gritar a una mujer— ¡Son solo niños!

Esto último me hace mirar en su dirección y desearía no haberlo hecho, veo el momento exacto en donde un par de soldados atraviesan el pecho de dos adolescentes mientras otro sujeta de los brazos a la mujer que grita y solloza. Más su agonía no dura demasiado, cae muerta a causa de la daga que le clava en el cuello el hombre que la sostenía.

Se que la mayoría de soldados solo siguen órdenes pero me cuesta aceptarlo cuando veo las  atrocidades que están llevando a cabo.

Instantáneamente me recuerdo que no soy muy diferente a ellos, también he matado y no por órdenes, sino por decisión propia. Cuando era joven soñaba en convertirme en una heroína, con el paso del tiempo me conformé en no ser la enemiga.

Veo el castillo alzarse a lo lejos, acelero el paso hasta estar al lado de Devan.

—Entonces, ¿qué harás cuando veas a tu hermana?

—Hablaré con ella —dice con convicción—, le pediré que se detenga.

—¿Y si no lo hace? —cuestiono siendo realista— ¿Y si decide atacarte?

—A pesar de todo es mi hermana, Darya —dice con tono brusco—. Ella jamás haría eso.

—Lo lamento, no quise dar a entender eso —me disculpo, aunque en verdad no lo siento—. Solo pienso en todas las posibilidades.

No contesta y acelera el paso, dejándome detrás de él. Devan es demasiado bueno y algunas veces, eso juega en contra. Temo que no se atreva a defenderse si su hermana lo ataca.

Blanco es todo lo que veo, caigo de rodillas. Camino por un elegante pasillo que tiene decoraciones brillantes de color dorado y verde. El repiqueteo de mis tacones es lo único que se oye. Paso las manos por mi delicado vestido de color celeste, es de una tela suave. Se siente casi como una caricia.

Tengo calor, no puedo respirar. Logro quitarme el casco y siento como poco a poco el aire va ingresando a mis pulmones pero no es suficiente, siento que me incendio por dentro.

No logro salir de aquella escena, giro en un pasillo. Una pequeña niña que lleva un vestido lila sostiene la mano de un hombre, la imagen comienza a tornarse borrosa.

—¡Papi, quiero ir a juntar flores!

El hombre no logra contestar a la niña ya que la mujer llega a su lado y recibe toda la atención. La pequeña la observa maravillada con una gran sonrisa en el rostro, uno de sus ojos es dorado y el otro marrón.

La imagen es cada vez más borrosa hasta que ya no soy capaz de distinguir nada. Me duele todo el cuerpo y no puedo moverme.

—¿Por qué  tan emocionada? —le pregunta la mujer.

—Te estábamos esperando para ir a juntar flores —contesta el hombre.

Yo conozco esas voces, son…

Regreso a la realidad, lo primero siento es una esquelética mano alzándome del cuello, lo siguiente, como se me escapa la vida. El rostro esquelético del presma parece adquirir más vida mientras absorbe mi vitalidad.

Veo borroso, no puedo respirar, siento cada uno de mis huesos romperse.

***

Corro con todas mis fuerzas, giro para disculparme con Darya por mi comportamiento de recién y lo que veo me deja helado.

Un presma la sostiene del cuello, se encuentra demacrada y cada uno de sus huesos se marcan. La deja caer, golpea el suelo con un sonido seco. Quiero gritar pero ningún sonido sale de mi boca.

Intento acercarme pero unos soldados me cortan el paso por lo que decido seguir en dirección al castillo, choco con algunas personas a causa de mi visión borrosa. No hay manera de que pueda controlar mis lágrimas.

Darya no solo era la líder de las amartistas, también era mi amiga.

***

Las calles del reino están más concurridas que nunca y no por una buena razón.

Hay cadáveres por todas partes y me sorprendo al ver a algunos corbes y amartistas entre ellos, no porque no creyera que se involucrarían aquí sino porque jamás imaginé que alguien podría vencerlos.

Todo el cuerpo me tiembla pero me recuerdo porque estoy haciendo esto, por Emma, por mi niña y por todos los demás.

Al girar en una calle, veo un presma lanzar el cuerpo de una mujer de larga cabellera y no puedo evitar sentirme mal por ella, no debe ser una linda forma de morir.



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En el texto hay: fantasia amor aventura

Editado: 17.10.2022

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