El veneno de la dama

Prólogo: La princesa heroína

Maratón final 2/3

 

Siempre fui una gran soñadora, viajaba con los ojos abiertos, imaginaba que estaba en otra realidad en donde encontraba el amor y era sumamente feliz. No quiero sonar desagradecida ni nada parecido, amaba mi vida. Vivir en el poblado era hermoso, ver cada mañana los ojos dorados de mis compañeras, las familias, el bosque a nuestro alrededor.

Pero no es un secreto que odiaba no poder ir al reino, conocer otras personas. Jamás imaginé que ese sueño se convirtiera en realidad de la peor forma. Melkor, el antiguo rey, mandó a secuestrar a una amartista para que lo sanase y lamentablemente, ese día decidí escapar para acercarme un poco al reino. Podría decirse que les hice el trabajo más fácil.

Mi primera impresión sobre el reino mandino no fue la mejor, estaba cautiva y asustada. Pero Darya me salvó.

Jamás, ni por un momento dudé en que lo hiciera.

Desde ese momento, nuestras vidas cambiaron por completo. Tanto para bien como para mal.

Asesinaron a la reina, conocí a Devan, me enamoré, la guerra se desató.

Podría decirse que en cierta parte fue mi culpa, ¿no?

Muchas personas murieron esa vez, Darya entre ellas y no hay día en que no la extrañe. Era importante para todas nosotras, también para Devan.

Se que la extraña, a veces, cuando está muy estresado, lo veo perdido observando al lejano poblado. Es como si desde la lejanía pudiera ver en donde ella está enterrada, a esa estrella llena de flores doradas que nos esforzamos en hacer con Brena.

—¿En que piensas? —mi esposo murmura en mi oído. Sus brazos rodean mi cintura y su cabeza descansa sobre la mía en una tierna acción.

—En todo —contesto— y en nada a la vez.

—Que poética… —miro por el ventanal el gran jardín lleno de flores— ¿Y dentro de ese todo y nada, se encuentra tu apuesto esposo?

—Mmh, quién sabe.

Giro quedando de frente a él, sus ojos marrones brillan. Acaricio el costado de su rostro y él sonríe, algunas arrugas comienzan a formarse al costado de sus ojos. Una muestra del paso en él.

A veces me torturo pensando en el futuro, en qué pasará cuando ya no esté y yo siga aquí. Admiro a Yennefer en ello, tardó tiempo en volver a brillar pero lo hizo. No ha vuelto a salir con nadie, dice que su corazón pertenece y permanecerá por siempre a Darya.

No sé si lograré ser tan fuerte como ella, intento no pensarlo demasiado, solo disfruto el ahora y ya.

—Y…¿que trae al gran rey hasta aquí? 

—Solo quería verte —me acerca a su pecho—. También me preguntaba, si te apetece que tu, yo y nuestra pequeña nos escapemos un rato y vayamos a nuestro lugar.

—¿Ahora? —pregunto sorprendida.

—Justo ahora.

—Me parece perfecto, Devan —aseguro con una sonrisa—. Iré a buscarla, tú encárgate de los caballos.

No le doy tiempo a contestar, me giro y camino por el largo pasillo hasta que me adentro a una habitación. Una pequeña niña juega con una mujer, ambas me dan la espalda.

—¿Demasiada divertida como para ir a pasear con mamá y papá? —cuestiono a pesar de saber la respuesta.

—¡Mami! —se levanta y corre hacia mí— ¿A dónde vamos?

—A nuestro lugar secreto.

Abre los ojos y hace un círculo con la boca para luego taparla con la mano y comenzar a reír. Corre hacia su cama y comienza a ponerse sus zapatos.

—¿Salida familiar? —Yennefer cuestiona con una tierna sonrisa—. Me parece bien.

—Fue idea de Devan, creo que es bonito que aun con todas sus ocupaciones busque un tiempo para nosotras —ser el rey es una tarea sumamente pesada pero él lo adora, veo la devoción que pone en ello cada día —. Puedes tomarte el día, Yenn.

—Genial, iré a visitar a Flora —se gira y encamina hacia Dara para luego abrazarla—. Nos vemos mañana, bonita.

—¡Adiós, tía Yenn!

Cuando Dara nació, comenzamos a buscar a alguien que pasase tiempo con ella ya que Devan y yo pasamos demasiado tiempo solucionando cosas del reino, Yenn no dudó en ofrecerse y nosotros aceptamos gustosos. Con el tiempo, se convirtió en la tía Yenn y no puedo estar más feliz con ello.

—¿Lista? —le pregunto una vez que se coloca sus zapatos.

—Lista, mami.

Tomadas de las manos nos marchamos de su habitación y recorremos los pasillos. El castillo se encuentra diferente a como lo dejó Versa, ahora hay más brillo, más vida. Devan dice que jamás lo vió así de bello.

Mi pequeña y yo nos encontramos con su padre en las caballerizas.

—¡Yo quiero ir con papá! —grita cuando lo ve, corre hacia él y se abraza a sus piernas.

—Entonces vendrás conmigo —le contesta sin dudar.

Nuestra pequeña es una persona sumamente dulce y amorosa. No duda en regalarle una sonrisa a todo el mundo, nadie está privado de obtener su amor infantil. 



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En el texto hay: fantasia amor aventura

Editado: 17.10.2022

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