El Verano De Mi Vida

Capítulo 2.

Trato de ser lo más sigilosa posible al momento de levantarme, hacer mis necesidades en el baño y vestirme, salgo de mi habitación de la forma más silenciosa que puedo, mi padre y mi tío tardarán un poco más en despertar pero aún así no quiero correr ningún riesgo. Bajo a la cocina y Louise ya me espera con una gran sonrisa en el rostro.

—Buenos días, mi niña Tessa.

No pude evitar devolver la sonrisa a pesar de que siento una gran bola de nervios oprimiendo mi estómago.

—Buenos días Lou, ¿Tienes todo listo? —Pregunto intentando lucir lo más animada posible.

—Sí, me encargué de conseguir todo lo que le gusta, bebida de frutos rojos, fresas para su tío Jason, tocino para su padre y arándanos para usted —Louise señala todo moviéndose con destreza por la cocina —La mezcla para los waffles está lista. El café estará listo pronto —Soltando una risilla —El olor los atraerá como la luz a una polilla.

Louise me recuerda a Primavera, una de las hadas del cuento de la Bella Durmiente, siempre de buen humor y moviéndose por todos lados como si revoloteara con sus pequeñas alas.

—¡Perfecto! —Frotándome las palmas contra mi pantalón de pijama —Manos a la obra.

Con una coordinación impecable comenzamos a preparar el desayuno y a ordenar la mesa donde comeremos, cocinar mantiene mi mente ocupada y distraída del remolino de nervios que siento por ver la reacción de mi familia al verme. Justo cuando está todo preparado comenzamos a oír los pasos arrastrándose por el piso de arriba, sirvo todos los platos y corro a sentarme en mi puesto habitual, Louise comienza a fregar los trastes que quedan sucios cuando las pisadas llegan a la cocina, mi padre entra y tengo que morderme la mejilla para evitar lanzarme hacia él, su cabello largo está enmarañado y frota su ojo izquierdo como si aún no lograra despegar su párpado para estar completamente despierto.

—Eños dis Lou —Balbucea en modo de saludo mientras se arrastra hasta la cafetera.

Está solo le devuelve los buenos días sin despegar los ojos del lavaplatos.

—Buenos días papá —Digo suavemente mientras lo veo abandonar la lucha con su ojo izquierdo para servirse una taza de café.

—Buenos días Tessa —Responde después de un primer trago que parece devolverle el alma al cuerpo.

Espero unos segundos hasta que puedo ver como la realidad golpea sus ojos un tono más azul que los míos, su mirada se fija en mí como si estuviera viendo un fantasma, muerdo mi labio inferior conteniendo una sonrisa, veo como abre la boca para intentar decir algo en el preciso instante en que mi tío entra a la cocina lanzándose directamente hacia el refrigerador.

—¡Buenos días, Louise! ¿Aún queda algo de jugo de naranjas? Necesito algo dulce que active mi cerebro en este momento —Sin sacar la cabeza del refrigerador.

Los ojos de mi padre vuelan de mi hacia mi tío —Jay ¿Hace cuánto no vemos a Tessa?.

—Desde que se fue a Nueva York a estudiar el año pasado —Cerrando la puerta del refri con su botella de jugo en la mano.

—Entonces creo que estoy teniendo una alucinación, porque la estoy viendo sentada en la mesa con el desayuno —Restregando nuevamente su ojo izquierdo.

Jason vuelve la cabeza hacia atrás a una velocidad que temo que se haga daño en cuello.

—¡Por todos los dioses Theresa! —Exclamó mirándome totalmente sorprendido.

—Buenos días, tío Jay. —Sin poder contener la risa está vez.

En un movimiento rápido deja la botella sobre la encimera y corre hacia mí levantándome de la silla en un fuerte abrazo de oso.

—Yo también me alegro de verte tío Jay —Intentando despegar mi cuello de su hombro —Pero necesito respirar —digo cuando comienza a fallarme el aire.

Mi tío retrocede un paso y toma mi rostro entre sus manos —Pero. Que. Cuando. Cómo.

Por encima de su hombro puedo ver cómo mi padre se acerca a nosotros, ni siquiera he notado en qué momento Louise ha desaparecido de la cocina.

Tomándolo del hombro para alejarlo de mí —Déjala, ya nos contará. Ahora es mi turno de asfixiarla un poco —Envolviéndome en un segundo abrazo de oso.

Apenas tengo tiempo de tomar aire antes de sentir el calor de mi padre cubriendo todo mi cuerpo y es en ese justo momento en el que sé que estoy en el lugar correcto, su olor a madera y limón, sus brazos fuertes, su cabello largo, todo en él hace que todo lo demás deje de importar incluso el oxígeno que faltaba en mis pulmones. Da un paso hacia atrás y sujeta mis manos como si fuera a desaparecer cuando me suelte.

—¿Qué haces aquí? ¿Cuando llegaste? —Pregunta dulcemente.

Intento secar una lágrima fugitiva con el dorso de mi mano sin soltar la de papá.

—Terminé clases hace un par de días y ayer tomé el primer vuelo directo hasta acá —Apoyando mi mejilla en su pecho —Quería sorprenderlos.

Escuchar el latido de su corazón en este momento es para mí la canción más bonita del mundo.

—Vaya que lo hiciste —Agrega mi tío tomando su puesto en la mesa.

—¿Por qué no nos dijiste nada? Pudimos haber ido a buscarte al aeropuerto —llevándome hasta su silla y haciéndome sentar en su regazo.




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