A la persona que se le haya ocurrido la brillante idea de agregar un botón aleatorio en los reproductores de música hay que lanzarla del borde de un acantilado. Después de estar al borde de las lágrimas escuchando Stop Crying You Heart Out de Oasis salgo de la piscina dispuesta a no continuar más con mi sombrío estado de ánimo, voy dando zancadas hasta donde se encuentra mi celular deteniendo la voz de Bill Kaulitz en medio de That Day, es demasiado para mí. Por todos los cielos soy estudiante de música y no puedo escucharla por un par de horas sin desmoronarme, estoy siendo lo más patética que puedo ser, estoy segura de que la Theresa de hace un año atrás se hubiese sentido insultada y me habría abofeteado por débil y estúpida. Comienzo a creer que Nueva York no fue más que una pausa a todas las cosas que debí enfrentar antes de irme y que me están pasando factura ahora que estoy de regreso.
***
Evito encender la radio de mi Audi R4 mientras lo saco del garaje, Walter ya lo ha llevado a revisión y llenó el tanque de gasolina para que yo pudiera usarlo sin ningún problema, después de un par de minutos pierdo mi batalla contra la música dado que odio manejar en silencio, al menos la estación radio que está sintonizada solo tiene a una chica dando noticias de farándula, mientras manejo hacia Rodeo Drive escucho los rumores de separación de alguna banda alemana que no conozco, dos de sus integrantes dejaron Munich para mudarse a California, luego reproduce una canción de dicha banda que no me suena de nada. Conozco el lugar de hamburguesas dónde han quedado mis amigos para verse, he ido al menos unas cien veces con Bella después de pasar el día haciendo las actividades de la escuela en su casa, medio escondida bajo una gorra de béisbol me situo en la mesa más alejada de la puerta, pido un capuchino y espero mi momento.
Bella cruza finalmente la entrada del establecimiento con su cabello rojo brillante por debajo de su barbilla, un vestido de encaje negro hasta las rodillas, sus muñecas llenas de brazaletes y los dedos llenos de anillos, su maquillaje oscuro bien marcado y sus botas negras pisando fuerte como si quisiera hacer temblar el piso, su falta de altura la compensa con una personalidad aplastante, Chris por el contrario se ve guapísimo con unos simples jeans, camiseta blanca y zapatillas, su cabello concienzudamente despeinado y ligeramente mas largo que la última vez que lo ví , su actitud más relajada y siempre optimista hace el contraste perfecto con Bella, se me llena el pecho de emoción al seguirlos con la mirada hasta un apartado cerca de la ventana, sé que me verían fácilmente desde mi posición si se tomaran la molestia de echarle un vistazo a las personas a su alrededor, pero sé que no lo harán, este ha sido el lugar favorito de bella desde que tenía 16 años y se siente demasiado cómoda aquí como para prestarle atención a los demás.
Tomo un par de respiraciones como si me preparara para interpretar el papel de alguien que no soy, para enfrentarme a mis mejores amigos de toda la vida, patética sigue regañandome la voz en mi cabeza. Camino hacia ellos y no reparan en mi presencia hasta que me siento junto a Chris y le arrebato el menú de las manos.
—Llegan tarde —digo con un fingido hastío —Llevo 20 minutos esperando por ustedes en este lugar.
Al igual que en casa con mi padres, a mis amigos les toma unos segundos reaccionar ante mi repentina presencia.
Bella suelta un chillido dejando su menú sobre la mesa con un sonoro golpe —¡Theresa Carter, por Dios santo! casi me matas de un susto. ¿Cómo es que estás aquí?.
Proceso sus palabras mientras Chris chilla repetidamente mi nombre en mi oído mientras me envuelve en mi tercer abrazo de oso del día.
—Bueno, ya sabes... Cómo todas las personas suelen hacer para llegar de un lugar a otro —Logro responder después de safarme de Chris —Vas al aeropuerto, pagas un tiquete, tomas un avión, luego subes un auto que te lleve a casa y así sucesivamente —dándole énfasis a mis palabras con las manos.
—¿Cuándo llegaste? —Pregunta Chris claramente emocionado.
—Ayer a mediodía. Tuve tiempo de instalarme en casa antes de darle la sorpresa a Jason y Jared.
—Llevas más de 24 horas en Los Ángeles y hasta ahora me entero —Chilla Bella alarmada más como una pregunta.
—No le dije a nadie, quise darles una sorpresa a todos.
—¿Me trajiste algo? —Tomándome de las manos.
—¡Christian! —Vuelve a chillar Bella en tono de regaño.
—¿Qué? —pasando su mirada de Bella hacia mi —No me digas que estuviste todo un año en Nueva York y no nos trajiste ni siquiera algún imán para la nevera.
—Como si necesitarás souvenirs de turista —Concluye Bella cruzándose de brazos.
Siempre es divertido verlos discutir como un viejo matrimonio.
—Sí, les compré algunas cosas —Respondo finalmente entre risas —Pero las dejé en casa, no son souvenirs de turista pero son cosas que me hicieron pensar en ustedes estando allá.
—Te extrañe tanto rubia —Sentencia Bella relajando su expresión.
—Yo también los extrañe muchísimo a ambos.
Bella me da un intento de abrazo desde el otro lado de la mesa, una camarera toma nuestro pedido antes de dejarnos solos nuevamente.
—¿Y qué tal...
—No me hagas esa pregunta —Levanto la mano para detenerlo a media frase —Por favor, no quiero hablar de eso.