El verano en el campo es Azul [terminada]

Capítulo 5

Me levanté con un fuerte dolor de cabeza. Tenía los recuerdos borrosos, poco a poco me incorpore tratando de recordar. Entonces recordé: había bailado con un chico... ¿Dante? ¿Daniel? No recordaba bien su nombre. También había bailado con Facu y.... ¡Mi dios! ¡Había besado a mi primo! ¿Cuánto había tomado? ¿Tanto como para hacer semejante idiotez? Enseguida me arrepentí y me sentí muy avergonzada de mí misma. Era mi primo, no me gustaba, en absoluto, solo lo encontraba atractivo y punto, no me quería relacionar con él, que carajos había hecho. Como pude me levanté y me fui a duchar. En cuanto entré el agua comenzó a aliviar mi dolor de cabeza, necesitaba relajarme para aclarar mis ideas, traté de poner las cosas en orden. FUI A LA FIESTA, BAILE CON UN DA... ALGO, ME ENCOTRÉ CON AGUSTIN BORRACHO, FACU ME ENCONTRÓ, BAILE CON ÉL, ME TRAJO A CASA ¿CÓMO PRINCESA?, LO BESÉ, GABI Y AGUSTIN NO VOLVIERON CON NOSOTROS ¿O SÍ?


¡No, no y más no! Eso no debería haber pasado, estaba muy enojada conmigo misma. Salí de la ducha con el dolor más apaciguado, me vestí y tomé mi celular, eran las 12:34. Tenía 2 llamadas perdidas, un mensaje de voz y un mensaje. Abrí el mensaje, era de un número desconocido: Ayer la pase genial, me gustaría que nos conociéramos. Daniel. Con que ese era su nombre... me agendé el número y me fijé de quien eran las llamadas perdidas, otro número desconocido. Abrí el buzón de voz para escuchar el mensaje: ¡Donde carajos estas Ana! Te dije que no te separaras, confío en que estés con Facundo................ Adiós. En ese momento enfurecí, ¿Además de abandonarme me echaba la culpa? ¿Qué clase de primo hace eso? Bueno, yo no podía hablar de clase de primos, pero.... Aghs. Tiré el celular a la cama y salí de mi habitación. Debía disculparme con Facundo, con Gabriel ya vería que hacía. Tomé valor y fui hasta su cuarto, toqué la puerta y escuché que Facundo decía PASE. Entré abriendo la puerta de a poco, Gabriel no estaba, y Facundo seguía en la cama, recostado.

—Em, hola. — dije tímida.

—Buenos días bella durmiente. — dijo sentándose.

—Mira quién habla de bellos durmientes. — dije con la vista todavía en el piso, pero con más confianza.

—Lo sé, soy bello. — dijo engreído.

—Si como no. — suspiré y lo miré a los ojos, se encontraba sereno— Venía a disculparme por lo de ayer, esa, no era yo, en realidad sí, pero estaba borracha, o algo así supongo. No me encontraba en todos mis sentidos, la cosa es que...

—Te perdono Ana. — dijo cortándome en mitad de frase— No hay problema.

—Si pudiéramos hacer de cuenta que eso no ocurrió, te lo agradecería. — pedí.

Rio con amargura

—Si es lo que quieres.

—Si, por favor.

Se hizo un silencio incómodo.

— ¿Dónde está Gabriel? — pregunté.

—Supongo que debajo de un puente. — al ver mi cara de espanto agregó— Es broma, debe estar en lo de Agustín, no se molestó en aparecer, no le gusta que mamá lo regañe.

—Está bien. — sonreí— ¿Bajamos a desayunar?

—Claro que sí, primita- dijo levantándose de la cama.

Bajamos y desayualmorzamos solos, había una nota en la cocina que decía: FUIMOS A LA LAGUNA, SUPUSIMOS QUE NO QUERRÍAN VENIR, SALUDOS.

—Esta mermelada se está acabando. — dijo Facu.

—Tendremos que cocinar más. — dije revolviendo mi chocolatada.

—¿La abuela tiene frambuesas? — preguntó.

—Sí claro, hay en el alambrado, o más allá del granero. Hablando de eso ¿Viste lo destrozado que está?

Parecía que nada de lo de la noche anterior había pasado, él se lo había tomado bien y yo estaba más tranquila tras que él me entendiera. Todo fluía como debía fluir. No quería pensar ni en Agustín ni en Gabriel, que se arreglaran solos, ya estaban grandecitos.

—Sí, está bastante viejo, habría que arreglarlo. — contestó.

—Podemos pintarlo. — propusé.

—Sí, podríamos. — dijo mientras se le formaba una sonrisa en el rostro— Hay que comprar pintura.

—Podemos ir al pueblo. — dije entusiasmada.

— ¿Te apetece ir hoy o vamos mañana? — preguntó.

—Mañana, la cabeza me duele, hoy prefiero hacer dulce. — contesté.

Se levantó de la mesa y rebuscó en la alacena, a los segundos se sentó y me entrego una pastilla blanca.

—Toma, esto te aliviara por un rato.

—Gracias.

 

—Estas frambuesas están riquísimas. — dijo Facu probando una.

—No te las comas, son para el dulce. — lo regañe.

—Vamos, prueba, una sola.

—Ya, está bien. — dije tomando una frambuesa del pote.

— ¿Y? — preguntó impaciente.

—Están buenísimas. — dije yendo a agarrar una segunda.

—Chhh. — me golpeó suave la mano— son para el dulce. — dijo divertido.

—Que gracioso. — fingí una risa.



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En el texto hay: diversion, adolescencia y amor

Editado: 17.04.2020

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