Desayunamos en familia y luego todos nos fuimos a cambiar. Iríamos todos a la feria solidaria, había sido fácil convencerlos. Mi mamá iba, así que significaba más plata para más juegos.
Me puse un jean gris y una remera azul de Micky Mouse algo ajustada al cuerpo. Fui al baño, cepillé mis dientes y luego me hice una trenza cocida. Salí y terminé de acomodar mi habitación.
—Permiso. — escuché la voz de mi primo no primo del otro lado.
—Pasa. — dije terminando de tender la cama.
—Estás muy linda. — dijo tomándome por la cintura.
Giré mi cabeza un poco y le di un corto beso en los labios.
—Gracias, te diría lo mismo, pero no te estoy viendo. — reí— Pero hueles increíblemente bien.
Llevaba puesto el desodorante Axe de chocolate, el que más me gustaba. Me giré y lo vi de frente.
—Tú también estas guapo. — dije sonriendo.
El rio y luego me tomó por los cachetes.
—Eres tan linda. — dijo mirándome con ternura.
Me sonrojé enseguida. Me besó otra vez y luego me tomó de la mano para salir de la habitación. Una vez que salimos pasó Gabriel, todavía en pijama.
—¿No vienes? — preguntó Facu.
—Iré más tarde, con Agustín. — contestó bostezando.
—Está bien.
Acto seguido bajamos las escaleras, le solté la mano apenas vi a mi madre. Ya estaban todos reunidos en la cocina.
—¿Ya están? — pregunté entrando.
—Sí, estamos listos.
Bajamos hasta el pueblo caminando, tardándonos unos 20 minutos, ya que mis abuelos caminaban bastante lento. Yo hubiese preferido el auto, pero querían disfrutar el día.
Llegamos a la plaza central, donde se hacía la feria. Había un enorme cartel de tela colgado que decía Gran Feria Solidaria. La plaza estaba cubierta de stands de juegos, de globos por todos lados y de niños jugando. También había una pequeña tienda blanca, donde se leía “Feria de Ropa”.
—Nosotras vamos para la feria de ropa. — dijo mi abuela tomando a mi madre y a mi tía por los brazos.
—Toma cielo, tráeme 50 de vuelto. — dijo entregándome un billete de cien—Nos vemos luego.
—¿Vamos por una cerveza Oscar? — preguntó mi tío a mi abuelo.
—Sí.
Se fueron todos y quedamos Facu y yo, en la entrada.
—¿Quieres ir a los juegos? — preguntó tomando mi mano.
—Sí, vayamos por fichas.
—De acuerdo. — dijo besando cortamente mis labios.
Compré unas 15 fichas yo, por 30$ y Facu compro 10, por 20$.
—Quiero ver que premios hay, para ver cuántos tickets tenemos que ganar. — dije arrastrándolo conmigo.
Llegamos al lugar de canje y estaba repleto de cosas. Iban desde remeras hasta alcancías. Lo primero que llamó mi atención fue un hermoso panda de peluche. Costaba 85 tickets, pero los valía.
—Ya sé que quiero. — dije sonriendo.
—¿La bombacha de ositos? preguntó Facu riendo.
—No. — golpeé su hombro riéndome con él— Quiero...
—El panda. — dijo para mi sorpresa.
—¿Cómo adivinaste?
—Soy mago.
Levanté mis cejas.
—Es tan simple como ver hacia donde miran tus lindos ojitos. —dijo rodeándome con su brazo por los hombros.
–Ahh.
—¿A qué quieres jugar primero? — preguntó.
—Soy buena en el de tirar botellas. — contesté.
—No mejor que yo. — dijo.
—Vamos a verlo.
Llegamos al puesto del juego de derribar las botellas, y él cómo todo un caballero me dejó primera.
Con la primera pelota tiré 2 de 9 botellas. Con la segunda 3, y con la tercera tiré 1.
—Sus tickets. — dijo el señor entregándome 10 tickets.
—Te toca. — dije haciéndome a un lado.
Facu se posicionó y tiró la primera bola. Cayeron 4 botellas juntas, superando mi récord por pelota. Antes de tomar la segunda se giró y me sonrió. La tiró y derribó 2 botellas. Tomó la tercera, y luego de como un minuto disparó, tirando los 3 restantes. Me miró victorioso y el señor le entregó 20 tickets.
—¿Qué decías? - preguntó poniéndose a mi lado.
—Que te ves muy gracioso cuando te concentras en algo. — dije con sinceridad.
—Yo sé que mi cara de pensante te puede mucho. — dijo riendo.
Me abrazó de la cintura y comenzamos a caminar hacia el resto de los stands. Frenamos en el de embocar pelotas en un canasto. Facu metió 3 de 5 y yo metí 4, quedando victoriosa.
—¿Qué decías? — pregunté imitándolo burlonamente.