Capítulo 1: Sin rostro.

Cuando decidí hacer este viaje, y finalmente irme de vacaciones. Jamás espere esto. Esta bizarra, muy bizarra situación.

―Lo lamento muchísimo, ella… estoy segura que también lo lamentara mañana. Mucho. Demasiado. ―escucho que dice Penryn, mi mejor amiga, mientras ella oprime con fuerza parte de mi brazo.

Sin embargo, mantengo mis ojos cerrados y mi cuerpo tenso pegado a la improvisada cama que hicieron en uno de esos lujosos asientos vip del avión. Debería decir algo, o al menos mirar a la cara a ese pobre hombre que termino rociado por lo que desayune en la mañana, lo sé, pero la vergüenza del evento no es algo con lo que pueda lidiar.

Solo que no preví qué, al parecer el hombre tiene alguna clase de sexto sentido porque me descubre rápidamente y dice― Entiendo que este avergonzada, es decir, pude ver con claridad que desayuno en la mañana, ―su masculina voz teñida de sarcasmo― pero creo que como mínimo debería dejar de fingir y disculparse adecuadamente.

Trato de ignorarlo, sin embargo se torna imposible cuando aire caliente eriza los pequeños, pero receptivos bellos de mi cuello.

―Creo que ya deje en claro que sé que está fingiendo. ―susurro en mi oído, su aliento calentando mi mejilla, mientras que su colonia entraba con eficacia a través de mis fosas nasales― De todas formas, lo dejaré pasar. Ya que el rojo de su cuello es suficiente para saber cuánto lo lamenta.

Y así como el calor llegó, se fue. Dejándome tiesa, pero deseosa de volver a oler aquel dulce aroma.

Segundos después se escucharon pasos, despedidas y más disculpas. Luego, nada.

Y yo, solo seguí allí, tiesa como una tabla, y preguntándome si su rostro era igual de hermoso que su voz.