El verano en el que nos conocimos

Capítulo 4: Vergüenza

−Oh, Dios. –me queje, cuando el evento que me esforcé por olvidar desde que el avión aterrizo salto en mi memoria. Cubrí mi rostro con las manos y me deslice por la pared a mi lado hasta quedar en el suelo. –No es posible que seas tú, ¿me estas acosando? ¿es por qué te vomite? ¿por qué me hice la dormida? –hable, sin quitarme las manos del rostro.

−Así que finalmente admites que estabas fingiendo. –río, luego se agacho poniéndose de cuclillas a mi lado. –No te estoy acosando, ¿por qué querría encontrarme con la mujer que arruino una de mis camisas favoritas?

−Lo siento, lo siento tanto. –lloriqueé.

−Descuida, ya no eres la única. –dijo, mirando a mi amiga. –Me encontré con ella por casualidad, pero comencé a seguirla cuando dejo atrás uno de sus zapatos. –para confirmar el hecho levanta uno de sus zapatos frente a mi rostro, el otro por supuesto lo tengo yo. –Cuando me acerque para devolvérselo se dio la vuelva me tomo de la chaqueta y comenzó a vomitar. Luego de ello cayo desmayada, pero antes de eso susurró Charlie. Supuse que eras tú cuando te vi porque tenías el otro zapato.

− ¿Y la dejaste aquí sola? –pregunte, enojada. Como podía dejar a una persona en tal estado completamente abandonada.

−No podía cargarla todo el camino sin saber dónde vive. –se encogió de hombros. –Además, es un callejón sin salida, nadie podría estar sin que lo viera.

Suspire. Tenía razón, de todas formas, debería agradecerle no cualquier se haría cargo de una chica en ese estado.

−Lo lamento, no debería enojarme contigo. –me acerque a Pen y toque su frente, estaba fría. Pero su respiración era normal. –Creo que está bien, aunque no le vendría mal un baño.

− ¿Sabes? Nunca creí que el vómito sería una buena forma de conocer personas. –sonrió, y luego tomo a mi amiga del brazo y la subió a su espalda.

−Yo tampoco. –sonreí. Luego comenzamos a caminar.

Llevábamos caminando unos diez minutos hasta que llegamos, pero afortunadamente el viaje no fue tan silencioso como al inicio.

−Entonces, ¿estas comprometida? –pregunto, sorprendido.

−No exactamente, es decir, es lo que mis padres quieren, pero…

−Tú no. –finalizo, asintiendo.

−No es eso, es solo qué, él me agrada, pero no creo que eso sea suficiente.

−Lo sentimientos pueden cambiar. –dijo mirándome a los ojos. –A veces, es difícil, pero nunca sabrás sino lo intentas.

− ¿Estás diciendo que debo casarme? –pregunté realmente interesada.

−No. No realmente. –su vista volviendo al frente. –Supongo que hablo por mí. –finalizo, luego de aquello no volvió a hablar en lo que resto del viaje.



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En el texto hay: amistad, un amor de verano, superación

Editado: 12.08.2019

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