El Verano En El Que Nos Perdimos

Primeros Brotes

Dos semanas después de que Kyra se asegurará de que no me encerrará en el baño a llorar, pude volver a la galería. Sam y Yael me dieron una cálida bienvenida, sin hacer preguntas de que es lo que había sucedido para que me ausentara del trabajo.

— ¿Y cómo te sientes? —Liam entro con su tan común taza en forma de gato a la habitación que llamábamos “cafetería”, que sólo era una pequeña habitación con una cafetera que a veces preparaba lo contrario a lo que pedias y un mini bar; se encontraba al final del pasillo que anteriormente era un pequeño almacén.

—Gracias —le dedique una sonrisa—. Gracias por dejarme ausentarme, prometo que me pondré al corriente.

—Tomatelo con calma —me dio una palmada en el hombro—. Acabas de volver —tomo su taza con café caliente y salió de la habitación.

Liam, solía ser muy callado, pero nunca se negaba a las invitaciones de Yael a salir a beber un trago o cuando Sam solía imprimir mal los contratos; podía ser muy callado y retraído, pero había veces en las que podías ver un poco más a través de él. Por la tarde mientras revisaba mi correo, entre boletines de galerías y ofertas de vuelos, apareció un asunto que llamó mi atención “Reencuentro de alumnos de la Academia de Artes”, en una gran cafetería en el centro de la ciudad. Fruncí el ceño. Hacía cinco años que me había graduado de la Universidad y un periodo que no deseaba volver a recordar. La invitación detallaba un evento informal, con cena, música y la oportunidad de reconectar con viejos compañeros.

Solté un suspiro pesado.

—Layla —levante la vista de la computadora para mirar a Yael— ¿Puedes traer una caja con decoraciones que dejé en el almacén del piso de arriba? Tengo una cita con un cliente y no puedo faltar —habló mientras se colocaba torpemente su abrigo.

—Claro —dejé la invitación abierta en la pantalla y salí de la oficina. El olor a pintura y polvo inundó mis fosas nasales, la caja de Yael estaba sobre la mesa junto a la entrada, antes de poder tomarla mi teléfono en mi bolsillo trasero vibro, el nombre de Kyra iluminó la pantalla.

—¡La recibiste! —gritó apenas tome la llamada.

—¿El qué? —pregunte.

—La invitación a la reunión, ¿la recibiste?

—Ah, eso. Si, acabo de verla.

—¿Piensas ir? —pregunto preocupada—. Aunque hace un par de días hable con Sara y comentó que ese infeliz no asistiría a la reunión debido a que tenía exposición importante.

—No lo se, Kyra —me rasque una ceja—. Prefiero mantenerme alejada de todo eso.

—Pero estarás junto a mi, si alguien pregunta acerca de ese desgraciado, juro que lo tiro por las escaleras.

Reí

—Es particularmente extraño que quieras obligarme a asistir a esa reunión… y creo saber porque. ¿Quién es esta vez? —me recargue divertida en el borde de la mesa—. Tengo curiosidad.

—No se de que estas hablando... —juraría que puedo ver la cara que esta poniendo en este instante aun cuando no la veo.

—Puedes mentirle a cualquiera pero no a mi y si insistes ir a la reunión es porque es alguien de nuestro salón —solté una risita apenas audible—. ¿Cuál es su nombre?

—No se si lo recuerdas —¡lo sabía!—. Pero su nombre es Alex.

—¿Alex? —me quede pensativa por un momento— ¿El qué siempre se sentaba al fondo y no hablaba con nadie? —mi confusión era obvia—. Para empezar no se como es que siquiera se reencontraron ustedes.

—En la cafetería. Nos encontramos en la cafetería donde trabajo, cuando lo vi no pensé que era el, pero cuando platicamos e intercambiamos números de teléfono me di cuanta que era la misma persona aunque ahora es más social y divertido ¿siempre fue así? —se preguntó a ella misma—. Pero volviendo al tema, ¿lo harás?

—Lo pensaré. Por ahora tengo que volver al trabajo —me enderece—. Hablamos luego—tome la caja y salí del almacén.

Al volver a la oficina dejé la caja que me había encargado Yael sobre su escritorio, y yo volví al mío, mi mirada se detuvo en aquella invitación, que ahora lucia diferente. Parecía brillar sobre la pantalla de la computadora y la idea de asistir ya no me desagradaba del todo, tal vez era la oportunidad perfecta para divertirme. Con mi dedo que apenas dudo un instante, hice clic en “confirmar asistencia”.

☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

La noche de la reunión de exalumnos, una mezcla de nerviosismo y miedo se acumuló en la parte baja de mi vientre. Al llegar a la cafetería, me encontré con un edificio grande y elegante con escaleras a un costado, adornada con luces muy minimalistas y junto a ellas un cartel que indicaba de la reunión se llevaría a cabo en la azotea del edificio. Al llegar, los murmullos y las risas estaban perfectamente acompañadas con la brisa fresca del atardecer, los meseros caminaban entre las personas ofreciendo copas de vino y champagne.

Kyra, estaba sentada en una mesa al fondo del lugar, platicando con el que parecía ser Alex y en cuanto me vio no dudo en correr a abrazarme.

— ¡Ly! Sabía que no te perderías de esta oportunidad.

— Oye, estas por dejarme sin aire... —di palmadas en su espalda y deshizo el abrazo—. Supongo que era la mejor oportunidad para divertirme un poco.




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