Nuestra semana en Islas Nusa acabó mejor de lo que esperaba, teniendo en cuenta de cómo comenzó todo: con un ferry perdido y un beso bajo una cascada. Los días pasaron volando, como aquellas páginas de tu libro favorito, ese que volverías a leer una y otra y otra vez...
Pues estas últimas páginas podrían resumirse en largos paseos en bicicleta por el atardecer con mis hermanas, pasar el día entero sumergida hasta el cuello en las cristalinas playas, noches calurosas por los bares del centro y acabar volviendo a la villa para dormir en la habitación de Frank. Estaba comenzando a acostumbrarme a la dinámica que se había creado entre nosotros. Él me entendía a la perfección. Me hacía reír, aunque nuestros temperamentos solían echar chispas juntos.
Nunca me había sentido tan a gusto con otro ser humano como lo hacía con él.
Decidimos dejar de pensar en el futuro que no podíamos prever y concentrarnos a vivir el presente con toda nuestra esencia. Un presente enquistado en una paradisíaca isla.
Anoche llegamos a nuestro último destino durante este mes prenupcial: Islas Gili. Tan pequeña y acogedora como sonaba. Coloridas calles adoquinadas, personas trasladándose a caballo, ceremonias autóctonas al atardecer y, por supuesto, más playas.
A un día para la boda, hoy celebraríamos la despedida de soltera de Val.
Aún no sabíamos qué carajos haríamos para la despedida, porque Val insistió en tenerlo todo maquinado, planeado y listo para disfrutar. Pero omitió contarnos qué actividad nos depararía este día.
Razón por la que, a las nueve de la mañana, todo el grupo familiar se encontraba en la orilla de la playa, aguardando a por las instrucciones de Val.
—¿Si te dijo que venía? —le preguntó Majo a James.
—No la vi esta mañana cuando desperté, solo dejó esta nota en la cama. —Le dio el papel doblado.
—Los espero a todos a las nueve junto a la playa, con amor, Val. —Leyó Majo en voz alta, su frente fue atravesada por una ligera arruga de desconcierto.
—¿No se supone que deberíamos estar planeando la despedida de soltera? —terció Fer con hastío.
—Se supone —convine—. Pero Val es una misteriosa cajita de sorpresas. Quién sabe para qué nos ha citado a todos aquí.
—¿Deberíamos llamarla? —Se preocupó mi madre.
—¿Alguien me recuerda dónde está el baño? —interrumpió Fleur con su impoluta cara al estilo de su ropa. Sus finos y ostentosos mocasines no iban a soportar el clima de la isla.
—Mejor aguardemos por ella —sugirió Frank.
—Vale —coreamos el resto a misma voz.
Hasta que Santiago, el guardaespaldas de Fer, que estaba echando un vistazo por los alrededores, volvió con una botella en la mano.
—No puedes estar bebiendo mientras trabajas, Santiago —le reprochó Fer.
—No estoy bebiendo. Encontré esto enterrado dentro de un círculo en la arena que apostillaba "desentiérrame que me asfixio".
Le arranqué la botella de la mano y observé el brillo que despedía el cristal cuando el sol incidía en su interior. Le quité la tapa y divisé la punta conspicua del papel que contenía. Tiré de la punta con los dedos y lo desenrollé lo más rápido que pude mientras todos murmuraban con curiosidad.
Leí en voz alta tras aclararme la garganta:
—¡Bienvenidos a El Secuestro de la Novia! En este juego, nuestra querida novia ha sido 'secuestrada' y necesita ser rescatada. Vuestro objetivo es seguir las pistas y resolver los acertijos para encontrarla antes de que caiga la noche. Cada pista los llevará a un nuevo destino en estas hermosas Islas Gili. El tiempo empieza a correr ahora. Tienen hasta caer el atardecer para encontrarme. Recuerden, no se trata solo de ganar, sino de disfrutar el camino y fortalecer los lazos entre todos. ¡Que la mejor familia gane!
—¿Secuestrada? ¿Cómo que Val ha sido secuestrada? —Se alarmó mi padre.
—No secuestraron a nadie, papá. Es solo un juego —le explicó Majo, antes de arrancarme el papel de la mano—. ¿De qué demonios va esta chiflada?
Otro papelito resbaló del interior de la botella.
James se apresuró en cogerlo y leerlo en voz alta.
—Busquen donde el cielo se encuentra con el mar, en los colores del coral hallarás la verdad.
—¿Qué tipo de pista es esa? —se quejó Fer.
—No lo sé, pero me parece que deberíamos dividirnos —propuse, paseando los ojos sobre cada uno—. Tres equipos.
—Yo voy contigo —me siseó Frank al oído.
Le di un asentimiento y comencé a juntar los grupos: el primero de mis padres y Fer. El segundo con los padres de Frank y Majo. El tercero...
—James, vienes con nosotros —sentencié.
Él rebufo.
—No quiero estar en el mismo equipo que Frank.
Madre mía. Esto sería más difícil de lo que pensé.
—Ni yo con él —dijo Frank.
—No me importa si quieren ir juntos o no, tenemos poco tiempo y debemos encontrar a Val.
—Es solo un juego —murmuró James.
—No es un juego para Val. —Solté una risa amarga—. Nada es un juego para ella. Así que, ¡a moverse todos!
Mientras nos dispersábamos por la playa, medité la pista que nos había dejado mi hermana. También pensé porqué nos había hecho este juego que asumía un verdadero desafío teniendo en cuenta todas las tensiones que habían nacido en los últimos días en la familia de James. Pensé si lo habría hecho a propósito.