El verdadero macho

5.1

Valia miraba a la desconocida con la boca abierta. Al darse cuenta, la cerró de golpe: no quería resfriarse y quedarse sin amígdalas en una ciudad ajena, lejos de su madre y de su mermelada de frambuesa con azúcar.

La chica lo dejó en shock con su apariencia: cabello negro como ala de cuervo hasta los hombros, sienes rapadas y ojos delineados con trazo grueso. Pero lo que más lo espantó fue el piercing en la nariz. ¡¿Quién en su sano juicio se perfora el cartílago por voluntad propia?! Todo ese dolor solo para parecer un pez que se ha soltado del anzuelo… Valia siempre evitaba a personas así.

—¡Sanka! —gritó Rostik corriendo hacia la chica—. ¡Al final viniste!

Se saludaron de forma bastante peculiar: él le alborotó el pelo, y ella le soltó un puñetazo en las costillas.

—No podía desaprovechar la oportunidad de pasar más tiempo con mi hermano.

—Especialmente cuando ese hermano paga tu hotel —bufó Rostik, poniendo los ojos en blanco.

—¡Exacto!

Valia se limpió las gafas que, por enésima vez, se habían empañado con el frío. ¿Hermana? ¡Qué mala suerte la de Rostik con sus parientes! Para su sorpresa, Kostik tampoco le temía: fue directo a saludarla. Aunque, a diferencia de su amigo, fue más prudente: simplemente le dio un beso en la mejilla.

De pronto, ella se giró y lo miró directamente. Valia deseó fundirse con la primera pila de nieve que encontrara. Seguro la chica lo había pillado grabándola sin permiso y ahora planeaba vengarse. ¡Y él ya no tenía nada de valentía! Se le había ido toda en el rescate de Karolina, que encima se había ofendido y jurado no volver a salir en cámara. Estaba estresada y necesitaba un spa con urgencia.

—Y este, supongo, es nuestro cliente… —la chica lo escaneó con la mirada y torció la boca apenas perceptiblemente.

—¡Correcto! —asintió Rostik—. Valia, te presento a Sasha, mi hermana menor.

Sasha le extendió el puño para saludar, pero Valia lo interpretó como una amenaza.

—¿Qué te pasa? Tranquilo, he venido a ayudar.

—¿A-a… qué?

—A convertirte en un hombre de verdad —intervino Kostik—. Mira, pensamos que solos no lo íbamos a lograr. Necesitábamos una perspectiva femenina.

—¿¿La suya?? —Valia estaba horrorizado. No veía ni una pizca de feminidad en Sasha.

—La mía. Sé cómo debe lucir un hombre atractivo. Y sin ofender, pero tú estás más lejos de eso que Kiev caminando de espaldas… Nos va a tocar trabajar duro.

—Ni hablar —cruzó los brazos Valia—. ¡Yo no firmé para esto! Ya bastante tengo con estos dos que se burlan de mí —señaló a Rostik y Kostik.

—Dios ama a la trinidad —se encogió de hombros Sasha—. ¿No quieres conquistar a la rubiecita?

—¿Le contaron a ella lo de Karolina? —Valia estaba indignado—. ¡No puede ser!

Se dio media vuelta y se fue directo al coche con el equipo. ¡Increíble! Les confía un secreto y ellos lo cuentan como si nada. ¡Qué papelón! Ya basta. Buscará otra forma de llamar la atención de Karolina. Al fin y al cabo, algún día ella misma se dará cuenta de que él es su destino.

—¡Eh, tú! —un bolazo de nieve le dio en la nuca. Se giró y vio que Sasha tenía otros dos preparados—. ¿Adónde vas?

—Tengo cosas que hacer —masculló mientras se sacudía la nieve.

—¡Mentira! No tiene nada que hacer —dijo Rostik.

—A menos que quiera invitar a salir a la abuela con la que casi se mete en la cama ayer —Kostik no podía parar de reír.

—Yo, en el lugar de esa abuela, le diría que no —remató Sasha. Se acercó a Valia, se le plantó delante y lo obligó a mirarla a los ojos—. Escúchame bien, fenómeno del tambor: hoy debía volver a casa, pero cancelé mi pasaje por ti. Ros no cree que pueda convertir a un espantapájaros en un galán, pero a mí me encantan los desafíos. ¡Vas a convertirte en un hombre decente y vas a invitar a Karolina a salir! ¿Entendido?

—Pero…

—¡Nada de peros! —Sasha sonrió con astucia—. Se acabaron los jueguitos. Bienvenido a la vida real.

Valia se rascó la cabeza. Si su madre supiera en qué lío se había metido…

—¿Y si no quiero?

—Te quedarás siendo un perdedor toda tu vida… y morirás virgen.

Se puso rojo como un tomate. ¿Cómo lo sabía? ¿Acaso lo tenía escrito en la frente?

—Bueno, está bien… —suspiró.

—Y empezamos cambiando tu estilo, porque si no, se me van a reventar los ojos.

Valia ya no discutió. Sabía que era inútil. Frunció el ceño, la esquivó y caminó rumbo al hotel.

—¿¡Otra vez huyes!? —otro bolazo le dio en la espalda—. ¡Tenemos que ir al centro comercial!

—Voy al baño antes. ¿Puedo al menos eso?

—Ah… —por un segundo, Sasha se sonrojó—. Bueno, sí. Chicos —miró a Rostik y Kostik—, vigílenlo para que no se escape.

—¡Entendido! —dijeron al unísono, corriendo detrás de Valia como dos guardaespaldas.

Y en ese momento, Valia entendió que estaba metido hasta el cuello. Ya no le preocupaba tanto la cita con Karolina… como el hecho de tener a Sasha encima.




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