El verdadero macho

27.1

Al día siguiente, Valentín bajaba por las escaleras del hotel con la cabeza bien alta. ¡Era un hombre! Sentía que había madurado de golpe después de la noche anterior. Sasha era una chica increíble. Se reprochaba haberla juzgado mal la primera vez que la vio. Qué equivocada fue aquella impresión.

Al llegar al vestíbulo, vio a Karolina sentada en un sofá, absorta en su móvil. Ya no le provocaba nada. Claro, seguía siendo guapa, pero esa belleza ya no le aceleraba el corazón. Con paso decidido, se acercó a ella. Por primera vez no le preocupaba meter la pata.

—¡Hola! ¿Llegué temprano? ¿Todavía no ha bajado nadie?

—No, ya están todos —respondió Karolina, dejando el teléfono a un lado y mirándolo con sus ojos azul cielo—. Están esperando en el autobús. ¿Podemos hablar?

—Claro.

Valentín se sentó a su lado y enseguida notó que estaba demasiado cerca. Percibió el perfume floral de Karolina y se apartó un poco. Ella sonrió amablemente:

—¡Ya lo sé todo! Miroslav me contó vuestro plan.

Valentín se ajustó las gafas. Sabía que la verdad siempre termina saliendo a la luz, por eso odiaba mentir. Seguro que el matemático, queriendo limpiar su conciencia, había confesado. No era de extrañar. Desde el principio le había parecido sospechoso. No le importaba no haber quedado como un héroe a los ojos de Karolina. Se encogió de hombros con indiferencia:

—Fue idea de Rostik.

—Pero tú aceptaste. No conozco a ningún chico que haría algo así solo para gustarle a una chica.

Valentín pensó en los tipos con los que ella solía salir: altos, musculosos, con abdominales marcados. Nunca entendió de dónde los sacaba. Tal vez existía algún lugar secreto donde criaban hombres perfectos.

—Como habrás notado, nunca fui a clases de lucha, ni sé cómo defenderme. Siempre acabo en el suelo. Por eso Rostik inventó todo.

—Y no se equivocó. Has cambiado. Ese corte de pelo te queda bien. Te ves más seguro. Y ahora que dejaste esos moñitos ridículos y la ropa llamativa, pareces modelo de catálogo. Lo he pensado bien y… he decidido darte una oportunidad.

Karolina lo dijo con la altanería de una emperatriz que perdona a un criminal. Valentín no entendía del todo a qué "oportunidad" se refería. Cuando cayó en la cuenta, un calor incómodo recorrió su cuerpo. Esperaba que no acabara en la cárcel por esa pelea.

—¿Te asusté? Lo siento…

—No me asustaste. Me sorprendiste. Hiciste muchos sacrificios por mí.

Las palabras de Karolina le sonaron extrañas. Ella le tomó la mano y se inclinó hacia él, demasiado cerca. Su mirada bajó hasta sus labios, y suspiró con fuerza. Valentín se ajustó otra vez las gafas.

—Espera… ¿Qué fue exactamente lo que te contó Miroslav?

—Todo. Sé que llevas tiempo enamorado en secreto de mí. Cambiaste de peinado, de estilo, y hasta dejaste de afeitarte solo para que me fijara en ti. Sé que finges salir con Sasha para darme celos. Miroslav me contó vuestro acuerdo. Y también que organizaste aquel ataque para rescatarme. ¡Fue tan romántico!

Karolina apretó su mano, y Valentín sintió como si le hubieran echado ortigas en la piel. De pronto, ella se acercó y le besó los labios. Todo ocurrió tan rápido que no tuvo tiempo de reaccionar. La chica de sus sueños lo besaba, sostenía su mano y compartía ese instante con él. Sus sueños se estaban cumpliendo… pero Valentín comprendió que ya no deseaba esos besos. En su mente apareció la imagen de Sasha en lencería roja, y eso bastó para romper el encanto.

—Karolina… Eso fue antes. Ahora…

—¡Por fin! ¿Están juntos entonces? —una voz masculina sonó justo detrás de él.

Valentín se giró sobresaltado, como si se hubiera quemado la mano, y miró a Rostik con culpa. Kostik, que estaba a su lado, se frotó las manos con entusiasmo:

—¿Entonces podemos felicitar a la nueva parejita?

—Sí, desde hoy Valentín y yo estamos saliendo —anunció Karolina con emoción, dándole un beso en la mejilla perfectamente afeitada.

—¿Cómo? —Valentín se dio la vuelta y vio a Sasha. Estaba en la escalera, paralizada, sin atreverse a dar el siguiente paso. Tenía la mirada perdida, los labios tensos y el ceño fruncido.

Karolina se levantó del sofá con aires de superioridad:

—No te preocupes. Ya sé que lo vuestro es falso. Todo fue para ponerme celosa. Miroslav me lo explicó. Por cierto, gracias. Hiciste un buen trabajo. Al menos conseguiste quitarle esos ridículos moñitos. Aunque, sinceramente, lo de quemarle las cejas fue un poco extremo. Siempre sospeché que tenías un gusto peculiar para los hombres. Menos mal que no se te ocurrió vestirlo con pantalones de cuero.

El rostro de Sasha se puso pálido como la cera. Sus labios se cerraron en una línea fina, las cejas se unieron en un gesto de rabia. Y como si eso no bastara, Kostik lanzó el último dardo:

—Hicimos buen trabajo, ¿eh? Valentín besó a Karolina… y no se desmayó ni nada.

—Ya veo cómo está la cosa —respondió Sasha con voz fría—. Entonces no tengo razones para seguir en este hotel.

Se dio la vuelta con brusquedad y comenzó a subir las escaleras.




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