El Extraño detrás de las rejas.
No les importa nada. Absolutamente nada. Enviar cerdos al matadero es la especialidad de la casa en el pueblo de los esclavos. No les guardo rencor, tal vez lo merecía.
Belu….
T-tengo algo de espíritu que me dice que no me rinda, y alguien ya se ha hecho presente cerca del burdel en el campamento de los esclavistas. Todos los días ingresan nuevas personas, y otras se retirar sin nada que exponer. El retiro, puede significar una venta, o también una muerte.
Es un hombre de no más edad de la que tengo, aunque su rostro esconde algo temerario. Algo dentro de sus ojos. Tiene unos grilletes y observa a todos como si estuviera estudiando plausivamente sus anatomías. Lo encerraron en un pozo ciego de la cueva. La llamada cueva de monstruos. Un lugar al cual solo llevan a los que quieres aniquilar. La cueva es infinita supuestamente y como su nombre lo indica existen en ella bestias y otras alimañas peligrosas. Una mazmorra con rejas y barrotes electrificados. Nadie puede acercarse. Algunos le temen y me enviaron con él para darle la comida hasta que sea vendido.
Mis pisadas fueron muy cuidadosas, hasta el punto en que cuando me acerqué al pozo ciego no había indicios de que alguien estuviera allí dentro.
Fui directo al suelo penumbroso de tierra mojada.
El pozo ciego es una celda dentro de una cueva húmeda reforzada de manera que nadie pueda escapar, ni siquiera las bestias que existen en el mundo. Allí trasladaban a los enfermos y asesinos despiadados que eran capturados. A veces los dejaban morir. Desde las afueras el olor nauseabundo y la suciedad se vinculan y unen de tal forma que un basural tiene mejor aseo. A los esclavos no les permiten ser alguien, solo son despojos como lo he sido tanto tiempo.
¡¡Grrrrss!!
‘’Grrrrss!!
El chirrido de los barrotes oxidados, se cerraron y me dejaron dentro para darle la comida a él ser que había llegado, sin embargo apenas podía ver claramente quién estaba dentro. Una plutónica sensación de horror sobrevoló enteramente por mi cuerpo. Caminé temblando cuidadosamente sin hacer uso de ruidos molestos, ni nada que se asemejará a ello. Mis pies con callos estaban curados de nunca tener zapatos como los demás.
Me trasladé unos metros hacia lo profundo. Se dice que en esa cueva hay insectos grandes que pueden devorarse, si es que sigues ingresando. El plato de comida que llevaba en mis manos temblaba, o quizás mis manos. Era una sopa seca y con desperdicios de comida pasada de días.
Aquí a los esclavos se les alimenta con basura. Es lo mejor que podrá adquirirse.
Un sonido de silencio se comunicaba sigilosamente con el ambiente. Era el aire rancio y putrefacto del más allá.
Pensé lo peor ¿Era realmente lo peor? Venir a la mazmorra de la cueva de los monstruos. O estar del otro lado. No existía una diferencia entre un sitio, u otro. La mierda es igual en aquí, o del otro lado de las rejas. Solo cabe acostumbrarse a ello.
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Editado: 19.09.2025