El viaje de Belu y Athos

Athos, el demonio. -

Athos, el demonio. -

No cometí crimen alguno, pero pago un precio por ello. Debería existir la justicia. ¿Pero que es realmente ella?.

Athos….

Aquí yace el último punto del mundo perdido., donde nadie se atreve a venir. La llamada zona de la oscuridad, en la cual solo existen la maldad de nosotros, los demonicos. Una raza de demonios que vive en la superficie más allá de los confines de los clanes superiores. Aquí siempre hay desolación y oscuridad. No sabemos bien, pero somos una raza exiliada y temida en todos los mundos posibles. En éste reino, me hallo sentado en una piedra atado de pies y manos con toda una muchedumbre a mi lado abucheándome, mientras me preparo para salir al otro lado. Al mundo exterior. Según las reglas he infringido el delito de muerte. Matar a otro par. Un hombre y una mujer.

Lo hice y lo volvería hacer. Era un ser maquiavélico y hostil, que lo merecía. Declaré por ciertas razones que eran necesarias. Solo por ello. -

  • ¡Ven aquí! –
  • ¡¡Déjame en paz!!

La forma con tentáculos se estaba introduciendo en cada parte del cuerpo de aquella mujer. Yo estaba en el lugar equivocado y en el momento indicado. Pude testimoniar como ese inmundo tenía acorralada a una dama. -

  • ¡¡Déjala en paz Crower!!
  • ¡¡Tú no eres nadie para impedir que la posea!! ¡¡Tu clan es basura!!
  • ¡¡Auxilioo!! – La mujer se estaba ahogando entre la baba de aquel monstruo que colocó su tentáculo en la boca queriendo inyectarle su esperma
  • ¡¡Dejalaaa!! – Recuerdo que grité contra aquel ser abominable de nombre Crower. – El demonio de los tentáculos. Con un poder inmenso hacia lo que deseaba en la corrupción de las tribus. El clan Cascabel, el mayor de todos y líder de los guerreros demonicos. Crower había violado a varias de entre los clanes de baja estirpe, y entre ellos el nuestro.

No podía quedarme de brazos cruzados y fui contra él. Las victimas de Crower terminaban muertas. Y la justicia era una pena imposible, mientras existieran seres así.

Pronto aquella mujer comenzaba a desintegrarse, ya que los tentáculos de Crower poseían veneno mortal.

  • Debo darme prisa – Y fui directo contra él como intentando rescatarla. –

Yo era solo un mero espectador de las literaturas que regresaba a mi hogar. Un pequeño tugurio en el cual mi clan se asentaba. Todos los días salía tranquilamente para realizar mis tareas. Hemos sabido que por ser un clan plebeyo como otros. Los grandes clanes de estirpe mayor se aprovechan. Intentamos no entrometernos para evitar problemas. Pero no podía quedarme de brazos cruzados por tales maldiciones que se gestaban en ellos contra los nuestros. Sino lo detenía podría ser la próxima alguien de mi familia. La mujer era una conocida del clan vecino. Y su rostro de miedo y desesperanza me dio a comprender tendría que detenerlo.

Lo tenía frente a mí y cerré los puños

  • ¡¡Grr!! ¡¡Grr!! – Apreté los dientes fuertemente – No quería contenerme – ¡¡Uff!! ¡¡Uf!! -¿Qué puedo hacer? ¿Qué debo hacer?

Un último suspiro de auxilio, y vi en ella la atrocidad de mi pasado. Una historia totalmente distinta en la cual mi pequeña hermana era ultrajada hasta que dejó de respirar. La ira me sucumbió y abrí las manos y luego cerré los puños con Crower

La invasión de la locura consumió mi mente y recuerdo que arremetí para ayudarla, e intentando sacarlo de allí, y recibí un golpe en mi cabeza por detrás por parte de alguien desconocido. Luego se hizo presente otra persona que era del mismo clan de Crower, Criff Bespario “el titanio”, así lo llamaban por sus dientes metalicos. -

  • ¿Te estas divirtiendo Crower? –
  • ¿Eh? – En pleno acto no pudo manifestar nada más que sorpresa.

Bespario, rió con sus finos dientes de colmillo, y con solo un movimiento cortó su cabeza en cuanto lanzaba un suspiro de su lujuria y luego a la muchacha. Todo concluía con al deceso de ambos. -

  • ¡¿Eh? ¡¿Qué acabas de hacer? Y recibí otro golpe. -

Las autoridades locales no tardaron en ver que el hecho estaba consumado y que alguien con una mano en forma de cuchilla miraba al suelo. Fueron dos testigos de la familia de Crower que me acusaron. Entre ellos Bespario y Efran, quien me había golpeado. En mi mano estaba la forma de un hacha filosa que tenía la sangre de Crower y la muchacha. Yo supuestamente había liquidado a ambos.

Fui encarcelado de inmediato. Bajo torturas quisieron hacerme hablar. Fue en vano, pero de todas maneras el dia del juicio llegó velozmente y con ello el dictamen del triunvirato. El último impacto fue, cuando amenazaron a mi clan. Eres el culpable y listo. Aseguraremos protección a tu familia a cambio de ello. La culpabilidad. -

  • Athos Cunnighan Cou – Según las leyes de los demonicos y por tu osadía al asesinato de un noble, se te da la opción de morir aquí como uno más de los demonicos, o ser exiliado, como paria al ostracismo para más severo y vivir como un humano mísero hasta que tus días se consuman.

Para los demonicos, el exilio es peor que la muerte. La tierra humana es una vasta forma endeble y miserable en la cual se nos dificulta vivir. Y el irme de aquí, no solo significa perder como ser vivo, y excluido, sino jamás poder regresar y ver a la familia con la que conviví y me han dado existencia y pasaría mis días agonizando hasta que esa muerte fuera decretada en mí ser. Era más bien una despedida de todo lo que hoy soy, y sin saber a ciencia cierta que me depararía el destino. Del otro lado a los demonicos se los caza por parte de los ejércitos y reinados. Somos bestias peligrosas y monstruosas. No quiero morir lejos de mi tierra, pero tampoco vivir atormentado en el lecho de esa otra tierra maldita. Me han acusado y debó aceptar las órdenes y evitar más desastres. Me dispuse a dar elección a mi suerte a través del jurado de los tres líderes. Quienes han pasado del otro lado, han sido encontrados como cadáveres atormentados.

  • ¡Que se lo excluya para siempre! – Dicen los que desean la peor pena. -
  • ¡Que se lo mate y cuelgue su cabeza….!
  • ¡La elección es que…Athos…! – Esas fueron las sabias palabras de veredicto. -
  • El exilio era peor, a un corte de cabeza digno y valeroso. Y la deshonra del paria era la mortandad de la muerte poco a poco en agonía.
  • ¡Que sea el exilio…! - Con un claro y unánime de dos votos a uno.




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