El viaje de Belu y Athos

El pueblo maldito de los esclavos. Belu conoce a Athos.

El pueblo maldito de los esclavos. Belu conoce a Athos.

Realmente no me asusta, porque la muerte es nada hoy en día, pero sus ojos si son abrumadores.

Belu….

Sentí demasiado miedo, ¿Pero que podría suceder que no me ocurriera? Aunque no quiero experimentar nada más que otro dolor nuevo de los que no haya conocido. Para mí, conocer algo nuevo significa recibir otro castigo.

Esos dos círculos rojos producían un pánico atroz al punto que me mantuve paralizada. Aún proseguía ese temblor que recorría cada parte de mi silueta. Y luego por alguna fortuna desapareció.

  • Uf! - Respiré el aire suficiente - ¿D-dónde e-esto-yy? Tartamudee debido a la carencia de mis dientes delanteros. Caminé unos metros – Zenoor! Zeñnorr? – llamaba a esa persona sin ver a qué lugar iría - ¿Q-qué ezztraño? - mi falta de persuasión no le permitía guiarme. Orientarse en lo oscuro es un empréstito difícil. Continué entonces – ¡vasa, da comida se va a efriar! – Mi pronunciación cada vez era peor. Ni modo de poder resolver lo que ya está instaurado. Me preocupaba más la comida que mi misma.

En punto alcanzado, confronté un claro de luz. No me había percatado. Me trasladé durante bastante tiempo. ¿Será que estoy perdida? Mmmm– el temor regresó a mí al ingresar a ese ínfimo espacio de luz. Una tenue visibilidad.

  • COf!Cof! –
  • Auss! ¿Q-qué f-fue e-ezzo? – me toqué la frente y unas gotas de lo que sería agua cayeron sobre mi cabeza desde el techo. – Uf! – respiré hondo y continué – Eztoy pedida, perdidaa..aa..aa – un eco escapó de mi voz – iaa..iaa…aaa.aa….
  • …..
  • ……….. – solo el silencio y un movimiento de rocas y polvo que se levantaba.
  • ¡¡Grrr!!
  • ¡!Grr!!
  • ¿E-e-h? ¿Q-Que? – Comencé nuevamente a temblar.

AL darme la vuelta dos criaturas extrañas estaban detrás de mí.

  • GRR!! – Eran unas criaturas en forma de gusanos con patas y largas pinzas de un color amarillento y con dos ojos de matiz oscuro. Luego aparecieron otras.
  • ¡N-no! – comencé a correr dejando caer el plato con la comida. Intenté regresar, pero me era imposible. La entrada se encontraba cubierta. - ¡N-o!...- corrí en otra dirección, y tropecé con el suelo árido. - ¡¡Auch!! – cof! Cof! – luego comencé a toser – cof! Cof! – y fui arrastrándome hasta una pared. Un muro liso. Desde la luz grandes bestias mostraban sus sombras y me di vuelta al verlas cerca de mí asechándome. – cerré los ojos – Auu-Auxxiilioo – Apenas pude hablar. Poco a poco se iban acercando. Sus tenazas estaban cerca de mis piernas. Una de ellas se alzó y lanzó un ataqué – ¡¡¡Au-xilioo!!! – auxilio solo podía decir eso - ¡Q-ue alguien me salve! – Claro. No tenía a nadie. Llegué sola y me iré sola – Expresé con algunas lágrimas. Ojala no tenga que regresar, me dije.
  • Grrraaaa!!!
  • GGrraaaaa!!! – unos alaridos atroces se escuchaban y al abrir los ojos veía una pus de liquido viscoso saliendo de los monstruos y luego cada uno se desmembraba en partes. Algo se trasladaba a gran velocidad cortándolos en mil pedazos hasta que no quedó ninguno de ellos. Estaba aterrada. Ahora no sabía de ese nuevo peligro. Y al concluir, una sombra se acercó cuidadosamente de entre los cuerpos mutilados. Su figura se engrandecía en la pared del muro con el reflejo de luz. Y se hizo presente ante mí.

Era un hombre semi desnudo. Con cabello negro despeinado y risos rojos y ojos morados y cicatrices de líneas negras con formas como si fueran tatuajes. Su cuerpo también tenia esas líneas y cicatrices. Se veía en el cabello una protuberancia que sobresalía color oscuro. Mediría un metro sesenta como mucho de estatura aquél.

  • Ahh! – Me escondí del miedo – sin querer mirarlo.
  • ¿Te encuentras bien? - preguntó amablemente

¿Y Yo no sabía que decir? Con cuidado di la vuelta de mi rostro para enfrentarlo

  • Y-yo..g-grazziass – Solo dije.
  • Está bien..es peligroso aquí – Dijo, y su rostro grisáceo y lleno de cicatrices, marcas de heridas, esbozó una leve sonrisa. Una mueca que incluso podría hasta salvar vidas del abismo. Ese gesto de la magia que no puede ser rechazado. Y sinceramente, nunca nadie, ni siquiera mi madre, me había sonreído así. Experimentar algo bueno pensé. Es unacorriente de calor que viaja al indescriptible mundo del corazón. La vieja casa deteriorada de lo que soy.

No podía quitarle la mirada. Un poco por su rostro extraño, y otro por no saber cómo reaccionar ante un evento semejante. Nunca nadie había hecho algo por mí. Ante poner la vida para protegerme era ridículo. Aquél ser extraño se iba alejando como si investigara el terreno y las bestias. Se acercó a uno de esos gusanos moribundos y con cierta velocidad introdujo su mano como directo al cuerpo atravesándolo. De allí con un movimiento perpendicular rascó la carne y sacó un poco de ella. Me dio arcadas el presenciar ese espectáculo. Llevó ello como comida a su boca.

  • ¿Quieres? – Preguntó.
  • ¿EHP? – Me sorprendí – ¡N-no! – Ladee cabeza en varias direcciones, siempre con un ademan negativo.




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