Hay historias que inician con un “érase una vez” y otras que comienzan mucho antes… cuando alguien, en silencio, sueña con amar. Viajes que empiezan con un mapa… y otros con un deseo tan fuerte que el viento mismo decide llevarlo... Este es uno de esos viajes.
Dicen que, en tierras donde la sabana se tiñe de oro y el viento canta bajito, la vida tiene maneras mágicas de cumplir promesas. A veces lo hace con semillas que vuelan, otras con una nube distinta, como si guardara un secreto, quizás no solo era una nube. Quizás era el inicio de algo hermoso. Y de vez en cuando, con una bolsita misteriosa que guarda el tesoro más pequeño… y más grande del mundo, un pequeño milagro buscando el camino para llegar a donde pertenece...
Antes de que un corazón encuentre un hogar, la vida lo envuelve en hilos de luz y lo confía a la naturaleza. A veces, una cigüeña lo lleva; otras, el viento lo arrastra; y, de vez en cuando, son patas peludas y alas inquietas las que se convierten en guardianes de lo imposible.
Porque hay viajes que no caben en un mapa, ni en el tiempo, ni en la lógica. Viajes que solo entienden el amor, la espera y la esperanza.
Esta no es solo la historia de una bolsita. Es el relato de un viaje lleno de patas peludas, alas apuradas y corazones dispuestos a darlo todo por alguien que todavía no había llegado, pero que ya era amado. Que cuando terminan… nos recuerdan que la verdadera magia no está en los cuentos, sino en la vida misma.
Porque hay promesas que viajan más lejos que los sueños, y amores que empiezan mucho antes del primer abrazo. Y es aquí, dónde el amor que camina, que canta, y espera… que todo encuentre su lugar.
¿Listo para seguir las huellas? Porque este viaje está por comenzar…