El Viaje De La Bolsita Misteriosa

Epílogo

Dicen que, cuando el viento sopla suave entre los morichales, todavía se pueden escuchan risas diminutas y se te acercas más, puedes ver huellas pequeñas cruzando la sabana: las de una Zarigüeya y un Chigüire, que alguna vez cargaron sobre sus lomos algo más valioso que el oro: una promesa envuelta en luz, un pequeño milagro.

Ahora, en la casita de madera donde el humo se enreda con los cantos, un Bebé duerme plácidamente, arropado por brazos que huelen a hogar. Afuera, las flores del Apamate siguen cayendo despacio como notas de una tonada vieja, y el Alcaraván, desde lo alto, silba bajito, como quien guarda un secreto que no quiere olvidar...

Porque hay viajes que se hacen con patas, alas o colas… y otros que se hacen con el corazón. Y todos, tarde o temprano, llevan al mismo lugar: El amor…




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