El Viaje De La Nada

Capítulo 6: El Filósofo Del Olvido

El tren se detuvo. No en una estación, sino en medio de la nada. La oscuridad era total, un silencio absoluto que se comía el sonido del metal oxidado y el viento que se colaba por las grietas. La figura del viejo apareció en el vagón, su silueta emergiendo de la neblina. No era un fantasma como los otros, era sólido, tangible, y sus ojos eran como dos lámparas en la oscuridad.
El viejo se sentó frente a Jesús, y el asiento se quejó bajo su peso. No habló, solo lo miró, como si estuviera leyendo su alma. Jesús se sentía desnudo, como si todos sus fracasos, sus miedos, sus esperanzas, estuvieran grabados en su piel.
"Te preguntarás por qué estoy aquí", dijo el viejo, con una voz profunda y rasposa. "Y te preguntarás por qué este tren se llama el tren del olvido". Jesús asintió con la cabeza, sin poder hablar. El viejo sonrió, una sonrisa que no llegaba a sus ojos. "El olvido no es un castigo, muchacho. Es un regalo. Es la paz que te da la vida cuando te das cuenta de que no hay nada que recordar".
Jesús se aferró a su libro. "No quiero olvidar", susurró. "Quiero recordar a Teresa. Quiero recordarme a mí mismo".
"¿Y qué es lo que quieres recordar?", dijo el viejo, con una risa amarga. "¿Un apartamento vacío? ¿Un trabajo que no tenías? ¿Un amor que no duró? La vida es una serie de fracasos. ¿Por qué aferrarse a ellos? El olvido es una liberación. Es una oportunidad para empezar de nuevo, para no recordar los fracasos, para no recordar las promesas que no cumpliste".
Jesús sintió una punzada de dolor. El viejo había tocado una fibra sensible. "Pero tengo esperanza", dijo. "Teresa me dio esperanza".
"La esperanza es una mentira", dijo el viejo, su voz se hizo más fuerte. "Es una falsa promesa que te hace creer que tienes un futuro. Pero no lo tienes. Tu vida te dejó, tu trabajo te dejó, tu amor te dejó. Y Teresa te dejó en una estación, esperando por un tren que nunca llegaría".
Jesús no podía responder. El viejo tenía razón. Su vida era un fracaso. ¿Y si el olvido era la única salida? El tren volvió a moverse, el sonido del metal oxidado, el frío y la oscuridad regresaron. Pero ya no eran solo sensaciones. Eran las palabras del viejo, que resonaban en su cabeza.
"La esperanza es una mentira. El olvido es la verdad", susurró el viejo, y luego desapareció en la oscuridad, dejando a Jesús solo en el vagón, con sus miedos y sus fracasos.




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