El tren continuó su marcha en la oscuridad, un fantasma que se deslizaba por las vías del tiempo. El anciano, sentado en el vagón vacío, sonreía mientras sostenía un viejo teléfono. Un mensaje apareció en la pantalla, con el nombre de Teresa. "Me cansé de esperar. Jesús no llegó", decía. El anciano guardó el teléfono y cerró los ojos. La promesa de un encuentro, la esperanza de un futuro, el amor que nunca fue, todo se desvaneció en el olvido, un lugar en el que no hay pasado, ni futuro. Solo un silencio eterno.
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Editado: 20.09.2025