El Viaje de Roma

Capítulo 6

Estuvieron dentro de la oficina durante más de una hora. Intenté usar ese tiempo para trabajar en lo que Elena me había encargado, pero no pude. Mi mirada se mantuvo fija en esa oficina durante mucho tiempo, viajando entre las posibilidades de esa reunión. ¿Qué hacía David ahí? ¿Él había sido quien puso la demanda a Énfasis? Mi cerebro amenazaba con explotar en cualquier momento. Tenía que ocuparlo en otra cosa, así que me levanté de mi escritorio y me dirigí a la impresora.

Copias.

Y copias.

Y más copias.

Qué coincidencia tan rara que haya sido justamente él quien apareciera en trabajo, para hablar con jefa, y tomarse mí- bueno, y tomarse el café de la oficina.

Suspiré molesta, y apreté el botón de la máquina otra vez. Mientras el aparato hacía sus maravillas, decidí que era momento de que yo fuera por mi café del día. O tal vez un té negro. O un calmante. Todavía no me decidía.

Al darme la vuelta, me topé con un cuerpo rígido y alto.

Es broma, ¿no?

Decidí no mirarlo a la cara mientras rompía el silencio.

-Con permiso.- Le dije. Él simplemente se hizo a un lado sin decir una palabra, y comenzó a alejarse en la dirección a la que estaba yendo. -Ey, ey, ey, ey, espera un segundo, ¿a dónde vas?

David solamente levantó las cejas, como preguntándome, ¿y ahora qué necesitas?

-¿Por qué demandaste a Énfasis?- Pregunté, y David soltó una risita burlona. ¿Y por qué se ríe? Ya me estaba empezando a molestar otra vez.

-Veo que tu jefa no te dijo nada.- Puso las manos en su pantalón. -Que por cierto, qué señora tan desagradable. Pobre de ti.- Dijo, fingiendo lástima por mí.

-No sabes cuánto te lo agradezco.- Dije con sarcasmo, y la misma lástima fingida. -¿Entonces?- Presioné.

-Yo no demandé a Énfasis.- Dijo ladeando la cabeza. -Yo represento a quien puso la demanda. Soy abogado, Roma.

Chispas.

Abogado.

Abogado.

Abogado.

A-bo-ga-do.

5 sílabas. 2 vocales. Y una palabra de 7 letras de la cuál no tenía ni idea. Que claro que vi la película de La Raíz del Miedo. Muy buena por cierto. Y la serie de Law and Order. Y Suits. Y todo eso pero… si David era abogado, y estaba defendiendo a la compañía que nos había puesto una demanda. Con lo necio, terco y… un poco inteligente que era- dios, ¿me iba a quedar sin trabajo?

Era momento de tomar lados. Hacerme amiga del enemigo, por si llegaba a cerrar nuestra compañía y me quedaba sin trabajo = se apiadarían de mí; o del lado de Énfasis, y bueno, fiel hasta el final. ¿Un capitán se hunde con su barco? Pero, seamos honestos. Si yo fuera capitana, usaría mi privilegio para subir mi trasero en el primer bote salvavidas del barco. Ya las consecuencias las enfrentaría después.

A ver, Roma, concéntrate. ¿En qué estás pensando? Por supuesto que vas a tomar el lado de Énfasis. No hay que ser hipócritas.

-Bueno, adiós.- Dijo David. Me había metido tanto en mis pensamientos que no me di cuenta de que seguía ahí.

-Espera espera.- Dije por fin. Y David se dio media vuelta para verme otra vez. -¿Por qué están demandando? ¿A quién representas?

-Lo siento, pero no me corresponde a mí darte esa información.- Sentenció tan seguro, que no me dieron ganas de seguir alegando ni presionando.

Aunque…

-¿Ni porque somos amigos?- Dije, utilizando mi único recurso disponible.

-¿Amigos?- Dijo en tono de burla. -¿Te recuerdo tus palabras? Déjame pensar, ¿cómo habías dicho?- Hizo ademán pensativo, y después una fingida sonrisa de “ah sí”. -Conocidos, de vista. Nada más.- repitió las palabras que le había dicho a Elena. Y claro, tenía toda la razón.

Pero auch.

-Además,- continuó. -no somos amigos. Y aunque me queda claro que no piensas que lo seamos, y que utilizaste esa razón únicamente para que reconsiderara darte la información que tanto quieres; se ve que eres el tipo de persona que considera que todo mundo es su amigo. Deberías de pensarlo dos veces, no vaya a ser que te salga una que otra sorpresa de persona no tan grata. Tómalo como consejo.- Me guiñó un ojo, y se dio la vuelta, listo para irse.

Auch, auch, auch.

Y sí, tenía cierta razón su teoría. Yo solía confiar muy rápido en las personas, quizá pensando -equivocadamente- que nadie era lo suficientemente cruel como para usar eso en contra mía. Pero él no era quién para decírmelo. Aunque claro, seguro era más sencillo así. No era mi amigo como para tener que suavizarme el golpe de sus palabras, sino un extraño que no me debía ni las gracias, y podía decirme lo que quisiera, sin la necesidad de explicarse. No me molestó del todo lo que dijo- a veces las personas dan consejos basándose en su propia experiencia e historia. Así pues, me imaginé que era una persona a la que le costaba trabajo confiar en los demás, y ver que alguien más lo hacía tan a la ligera… tenía sentido que dijera algo así. Y por eso mismo (y tal vez porque me habían movido un poquitito sus palabras), decidí tomarme la libertad que él se tomó conmigo.



#3394 en Novela romántica
#163 en Joven Adulto

En el texto hay: comedia, romance, drama

Editado: 15.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.