El Viaje de Roma

Capítulo 17

No quería llegar a mi departamento… eso estaba claro. Nadia iba a pasar el fin de semana fuera, lo que significaba que iba a estar sola, al menos el sábado y el viernes, que eran mis días libres. Se preguntarán, ¿qué tiene de malo la soledad? En realidad, nada en absoluto. La soledad no es algo negativo, de hecho me gustaba la soledad- aún me gusta. Pero todos tenemos momentos en nuestras vidas que nos hacen cuestionarnos cosas, ¿me explico? A veces tienes un momento que cambia un poco las cosas, las modifica, las altera, las desordena, las… estoy siendo muy críptica. Vamos a hablar claro mejor.

Esta es la parte en la que les recuerdo que ninguna historia es solo rosa pastel. Y aquel que diga lo contrario, probablemente esté en la etapa de negación. A decir verdad, la Roma de ese momento trataba de alejar los malos pensamientos siempre que podía; y aquellas veces que le parecía imposible, se escondía del mundo hasta estar bien otra vez.

Desde que puse un pié en el avión a España, decidí dejar atrás gran parte de mi pasado. Pasado del cuál no saben mucho aún. Quizá la Roma de ese entonces estaba demasiado ocupada ocultando su vida al mundo- pero la Roma que escribe esto, es toda una historia diferente.

Años atrás, estuve en una relación abusiva. No quiero entrar en detalles porque, aunque ahora ya pueda hablar de eso, a la Roma de esta parte de la historia era algo que no le gustaba mencionar. Dicho esto, sí quiero aclarar que, por obvias razones, fue algo que me marcó mucho. Y cuando digo mucho, créanme que se queda corto.

Dormía pésimo, tenía repentinos ataques de pánico, ansiedad, y, aunque tal vez no lo pareciera, desconfiaba hasta de mi sombra. Me las daba de confiar en todos, de amigable, de sociable… pero todo eso era una fachada. En realidad, me aterraba volver a confiar en una persona, y depositar mi cariño en alguien que me pudiera hacer tanto daño como me lo hizo… él. Estarán pensando, hipócrita, ¿eh? Le dijiste a David que abrirse con la gente era bonito, que todos éramos seres sociales por naturaleza y que la confianza no es sinónimo de algo negativo. Pero créanme, no era hipocresía. De hecho, era y sigue siendo mi opinión verdadera. Solo que una cosa es que eso sea lo que piense, y otra muy diferente que yo haya sido capaz de seguir las reglas de mi propio juego. En algún momento lo fui, y no salió tan bien. Y no porque las reglas hayan estado mal planteadas, no- aunque eso fue lo que pensé durante mucho tiempo. ¡Qué estúpida, Roma! ¿Qué hacías confiando en ese imbécil? Pues bueno, tiempo después obtuve la respuesta a esa pregunta. Estaba haciendo algo bonito. Estaba decidiendo abrirme con alguien a quien quería. Estaba depositando mi vulnerabilidad en las manos de una persona que creí iba a cuidar de ella. ¿Por qué sería Roma la culpable de hacer lo que se supone que se hace en una relación sana? Solemos ir por ahí culpando a las personas- ¿por qué no te fuiste antes? ¿Por qué lo permitiste? ¿Por qué no lo viste venir? No, no. Ahora entiendo que eso no es así. La culpa es de quien decide ponerte un dedo encima. Cruzar un límite. Soltar ese insulto. Subir el tono. Hacerte dudar de la realidad. Todo eso, y mucho, mucho más.

Una vez que entendí eso, decidí continuar creyendo, esperanzadamente, en las reglas de mi juego. Quizá un poco modificadas y menos idealizadas, pero no menos auténticas que en un inicio. Eso es ahora. Pero, ¿en ese momento? En ese momento, cuando conocí a David, yo estaba pasando por un proceso. Estaba pasando por un duelo. Y dudé de esas reglas, las cuestioné, juzgué, insulté y las quise tirar a la basura. Quise asumir la totalidad de la respondabilidad. Así se sentía más fácil- más controlable que odiar a una persona, y tener millones de preguntas sin respuesta. ¿Por qué lo hizo? Era la más frecuente. Aún así, decidí no desecharlas. Tenía, en alguna parte de mí, la certeza de que eventualmente volvería a confiar en lo bonito de las personas, a querer sin miedo, a vivir sin culpa.

Pero hasta entonces, los dejo con la Roma en desarrollo, la Roma en sanación, crecimiento… La Roma en construcción. Después de todo, Roma no se construyó en un día, ¿cierto?



#3394 en Novela romántica
#163 en Joven Adulto

En el texto hay: comedia, romance, drama

Editado: 15.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.