Dos días antes
-No.- Nadia soltó una risa y negó con la cabeza. Pero yo no me estaba riendo. Yo hablaba en serio. Muy en serio. Nadia se percató y abrió los ojos asustada. -No.- Volvió a decir. -NO. Roma, no. ¿Estás loca?
-No es la primera vez que me dicen así.
-Pues yo hablo muy en serio.
-Yo también.- Respondí con seguridad. -No va a pasar nada. Es la única forma, Nadia…
-Sabes perfectamente que no lo es. Siempre existe otra forma.- Nadia suspiró frustrada. -¡Y tú eres la primera que siempre me lo dice!
-¡Pues no quiero!- Levanté las manos exhaltada. -No quiero, ¿okey? No quiero. Lo que sí quiero es encargarme yo. Tengo derecho al menos de eso, ¿no crees? De decidir qué es lo que pase con el futuro de ese imbécil y la forma en la que va a pasar. Yo. Nadie más.
-Claro que tienes derecho, Roma. Pero sabes que no se trata de eso. Solo estoy tratando de protegerte, ¡no seas necia, por favor!
Era verdad. Nadia tenía razón. Lo que yo quería hacer era estúpido, peligroso, y probablemente no iba a funcionar. ¿Y aún así? Estaba decidida a hacerlo. Porque estaba enojada. No- estaba furiosa. Demasiado para pensar coherentemente.
-Por favor.- Me sentía desesperada. Enojada, triste… asustada incluso. Pero tenía que hacerlo. Tenía que hacerlo. -Por favor, Nadia. Tengo que hacerlo. Necesito hacerlo.
Nadia se frotó la cara desesperada.
-Tanya decide no hacer nada para hundir a Evan, y tú no solo apuñalas a Stefan, ¡no! No, no, no. Por supuesto que no, ¡carajo! También quieres encargarte de arruinarle la vida personalmente.- Me miró con incredulidad. -Y con mí ayuda.
-Primero que nada, fue defensa propia.- Dije, sintiéndome lastimada por el comentario. Como si lo que hubira hecho hubiera sido por gusto. -Me iba a violar, Nadia. ¿Sabes lo que es que te violen? ¿Más de una vez? ¿Y la persona en la que confías? ¿Qué te golpeen una y otra y otra y otra vez? ¿Qué le escupan a la comida que les haces?- Inhalé profundo, tratando de calmarme. -Haberlo apuñalado fue poco. Si hubiera sido por mí…- Decidí no terminar la oración. -Y segundo- que me ayudes o no, es decisión tuya.
-¡Vaya, gracias!- Dijo con sarcasmo.
-¡De nada!- Grité de regreso. Nos quedamos calladas por unos segundos antes de que deicidiera volver a hablar. -Ya te dije, Nadia. Esto lo voy a hacer con o sin ti. ¿Que probablemente sea egoísta de mi parte? ¡Pues probablemente! No soy perfecta, ¿sí? Y por una puta vez en mi vida, hoy decido por mí.- Caminé hacia la puerta del departamento y agarré las llaves. -Pero quería tener la desencia de avisarte. Y que quede claro.- Me volteé a verla con toda la honestidad y seriedad que fui capaz de juntar. -Yo siempre te voy a querer igual. Si decides ayudarme o no. Nunca te juzgaría por deicidir quedarte fuera de esto.- Sonreí triste. -Nunca.
Salí del departamento y trazé rumbo hacia la tienda de electrónicos.