Poco tiempo después resultó ser- vayan por sus palomitas que aquí viene un chisme 360 grados-, que Iván y Marco estaban saliendo. Y yo estaba fascinada con la pareja que hacían. Me daba mucho gusto por Iván, en parte porque me lo iba a quitar del culo y en parte porque era un buen hombre; y también me ponía contenta por Marco, pues se merecía tener algo bonito como lo suyo con Iván.
En cuanto a Tanya y Evan… esa historia seguía estancada. La verdad es que cada víctima de violencia, sea cual sea, tiene formas diferentes de lidiar con su situación. No podemos juzgar desde lo desconocido- no debemos. Tanya siempre tuvo claro que en sus manos iba a tener el apoyo de la gente que la quería- y Nadia se encargó de dejárselo saber, justo antes de dejar de insistir en tener contacto con ella. Ahora estaba en sus manos la decisión sobre su futuro.
De regreso a lo bonito, pues sería de muy mala educación de mi parte quitarles la felicidad de esta gran historia- aquel viernes por la noche, David y yo estábamos sentados en la barra, platicando mientras nos tomábamos un whiskey y un gin.
-¡No te creo!- Dije boquiabierta y fingí darle un golpe en el hombro, con expresión de indignación. -¡¡No te creo!!
-Pues créeme.- Dijo cínicamente. -Fue a propósito.
-¡Qué grosero!- Seguía boquiabierta, pero estaba tratando de controlar la risa. -¡Me estafaste! ¿Nunca fue en serio lo del ticket?
-No.- Respondió y le dio un trago a su whiskey. -Sí y no. Ya sabes que soy una persona a la que le cuesta abrirse con la gente, eso es totalmente cierto. Pero, Roma.- Se volteó a verme y me rodeó la cintura con su brazo. -Solo te quería picar el orgullo. Sabía que lo ibas a tomar como un reto, y me llamabas mucho la atención.
-Te llamaba mucho la atención.- Repetí en tono de burla. -¡Te encantaba!
-Sí, sí, tienes razón, me encantabas.- Me dio la razón, picándome cada vez más y más el orgullo. -Simplemente lo vi como una buena oportunidad para conocernos. Me da gusto que te hayas tomado en serio lo de la apuesta. Porque yo me moría de ganas de que lo hicieras.
-¡Te odio!- Ya me estaba riéndo.
-Yo te odio más.- Respondió, y me dio un beso sabor a whiskey en los labios.