El viento frío que azotó su rostro

Un único deseo

❀~✿ ❀~✿ Un único deseo ❀~✿ ❀~✿

Era bien sabido que en fechas ubicadas entre octubre y diciembre, los ésteros; un conjunto de pueblos provenientes del Este, aprovechaban la vulnerabilidad de diversos países con climas fríos y desafiantes, para zaquear las propiedades de los residentes cercanos a la costa. Uno de esos era Schmetterling, el país al que tanto Freya, como el caballero y los demás, pertenecían.

Esa gente era conocida por sus largas y plateadas trenzas, su enorme estatura, y aquellos ojos azules y penetrantes que intimidaban a cualquiera. Además de tales características superficiales, el cuerpo de las personas de la región Este, tenía la peculiaridad de ser increíblemente resistente a las temperaturas bajas, era como si el hielo no les hiciera daño y por ello, sus ataques eran más comunes en invierno.

Como dato, hace décadas atrás y como una medida para mantener la paz con las personas del Este; el rey de Schmetterling decidió traer un buen grupo de ésteros al país y ofrecerles Frost para que pudieran asentarse en una ciudad tan fría y helada. Por esa razón, las personas de allí comparten un vínculo con los que en ese momento atacaban su nación.

Freya no era la excepción. 

Hablando de la niña, ella se dirigía a su habitación para dejar sus prendas de vestir, cuando al llegar a la mansión, la mayoría de los empleados no paraban de observarla y comentar un montón de cosas en un tono inaudible para alguien que se encontraba a lo lejos. 

Ellos no eran disimulados, la señalaban y levantaban las cejas con sorpresa, el chisme que corrió Fayle era tan curioso que solamente bastaron veinte minutos para que todos supieran el «dramático» origen de Freya:

«Su señor, el caballero de Lym, enfrentó al dirigente azul de Frost, por una esclava a la que liberó y rehúsa entregar sin importar qué». 

Todas las personas estaban expectantes, se preguntaban el porqué del accionar de Aron Vritz, en qué estaba pensando. 

Marelin era una de ellas. 

—¿Me pueden decir qué está pasando?— le preguntó Freya al grupo de niñas que también murmuraban sobre la situación. La cara que puso Fayle cuando la vio acercándose, no tenía comparación, la niña arqueó la ceja con los brazos cruzados. —Están hablando de mí, ¿verdad? 

—¿Quién eres, realmente?— preguntó Fiona, la de piel morena y cabello frondoso. 

—¿De qué estás hablando? 

—Ay, no lo preguntes así— le reprochó Fayle a su amiga. La pelirroja se aproximó a Freya hasta colocarse enfrente de la misma. Dánica, sin embargo, al ser la más reservada, optó por guardar distancia sin ponerse al margen de la situación —Pasa que ya lo sabemos todo— Freya arrugó el rostro ante su respuesta. 

—¿Saben, qué?— frunció el ceño. 

—Pues del asunto de tu llegada. Sabemos que el señor Vritz peleó contra el dirigente de Frost por ti, que por eso estás aquí. 

—Lo dices como si fuera un secreto— a la niña, la situación le parecía ridícula —¿Por eso todos no dejaban de susurrar a mis espaldas?

—¿No entiendes lo guao del asunto?— cuestionó Fiona. 

—No.

—Ahora mismo, el señor Vritz está hablando con el señor Kronblader— dijo Fayle —Él lo está convenciendo para que te entregue al dirigente de Frost como ofrenda de paz, y así evitar los problemas que se puedan generar por tu estancia con nosotros.

—Nunca escuché de nadie que se haya enfrentado a un dirigente y hubiera salido ileso después de eso, es probable que todos estemos en problemas, empezando por el señor Vritz— secundó Fiona.

Las palabras de las niñas helaron el corazón de Freya. Ella temía del dirigente azul, de tan solo recordar el cómo intentó raptarla, su estómago se comprimía. Sin embargo, el pensar que Aron podía meterse en problemas por su culpa, la perturbaba más. No quería ser un estorbo para aquel caballero que desde un inicio se comportó de una manera tan gentil con ella.

Imaginar una realidad en la que compartiera el mismo aire con el dirigente, provocaba que el ritmo de su respiración se acelerara, las manos le temblaran y su pecho doliera un poco. Sin embargo, era cierto, nadie que se metiera con un dirigente podía seguir con su vida normalmente; si quería que el caballero y su familia estén bien, lo mejor era irse y renunciar a estar con él.

Después de todo, había prometido que algún día le compensaría por lo que hizo por ella.

En lo que Freya tomaba una decisión, Aron continuaba hablando con el emisario. El hombre no estaba dispuesto a  aceptar lo que le ofrecía su amigo, ni mucho menos, abandonaría Lym en un tiempo tan peligroso como lo era el invierno. Caleb tenía que idear un buen argumento para convencerlo, era su deber dejar Lym junto al renegado caballero, así que en su mente maquinadora, ideó un buen discurso:

—Puede que para tus enemigos, a ti no te importe nada— dijo poniendo el rostro más serio —No obstante, para mí que te conozco, sé lo mucho que valoras a tu familia; a toda tu familia.

—¿A qué quieres llegar?— preguntó arrugando la frente.

—Tú eres El caballero de Lym, tu reputación es tan grande que todos te conocen y temen, apostaría que los niños del otro lado del mundo, han de escuchar historias en donde tú eres el protagonista; eres un legendario— suspiró —Tal vez por esa razón es que tienes esa actitud. Independientemente de lo que crean que seas, yo pienso que eres un egoísta.




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