El sonido ensordecedor de los aplausos y demás vitores provenientes de los ciudadanos solo lograron que Apolo sonriera de forma coqueta en dirección a las cámaras que transmitían en vivo su victoría sobre aquel famoso ladrón de bancos que llevaba inquietando a la población desde hacía varios meses.
—Deja de ser tan presumido— Andrómeda, su compañera y pareja de aquel equipo de superhéroes se mantuvo cruzada de brazos, esperando a que su prometido terminara de regocijarse con el reconocimiento y admiración que le hacían llegar.
—Estás celosa— aseguró el moreno tomando la mano de la rubia para entrelazar sus dedos suavemente—No te preocupes, con gusto puedo compartir mi victoría contigo— los gritos aumentaron aún más cuando Apolo besó los nudillos de su prometida antes de dejarle un pequeño beso en la frente.
El rostro de Andrómeda se tornó completamente rojo—Tenemos que volver a casa, Hasan y el resto nos están esperando.
Ser un superhéroe en primera instancia, podría parecer un sueño, tener una habilidad extra era algo que cualquier persona desearía tener. Volar, ser invisible, leer los pensamientos de otros, ser más fuerte, más veloz, parecían ser las habilidades ideales en la lista de cualquier pequeño que jugara a combatir el mal desde su imaginación.
Pero con frecuencia, la realidad suele ser decepcionante y el grupo Guerreros era prueba de ello, pues su creación provenía de la desgracia, del dolor, el miedo y la ira de un pueblo que ha sido sometido por criminales sedientos de poder, que buscan éxito sin importar a quién dañen en el proceso, o al menos eso es lo que le decía Hasan y Luken cada que él preguntaba por su verdadero origen, pues no tenía a quién más recurrir ya que sus padres India y Erik, habían muerto en la horrible rebelión que estalló en su país hacía veintisiete años.
La realidad de algunos de los otros miembros del equipo no era muy diferente. Un ejemplo de ello, eran los padres de Andrómeda quiénes la habían abandonado a su suerte cuando apenas era una recién nacida y si no hubiera sido por el empresario y escritor Ibrahim, seguramente ella estaría muerta.
—Que bueno que llegan— la más joven del grupo se acercó a ambos líderes con el rostro lleno de genuina preocupación—Benjamin se ha lastimado la mano en uno de sus inventos y necesita ayuda.
La joven castaña llamada Emma, a una edad temprana había sido vendida por su padre y madre a algunos hombres que se dedicaban a actos ilícitos, pues su poder de teletransportación les venía bien cuando de huir se trataba, aunque todas las ganancias que obtenía se las arrebataba sus padres, los cuales trataba de recuperar a toda costa su antiguo estatus social. La ahora adolescente hubiera seguido sufriendo de estos constantes abusos, de no ser porque cuando los gobiernos a cargo del proyecto “Dones divinos” se enteraron de esto, decidieron rescatarla y ponerla bajo su cuidado, permitiendo solo que la abuela de la pequeña pudiera verla, ya que según los informes, la anciana mujer era la única que buscaba sacarla de ese mundo aún cuando sus padres se la llevaron lejos de su cuidado, negando todo contacto para así poderla manejar como ellos quisieran.
—¿Ya le informaste a Azahara?
—Si, pero ella me pidió que les dijera de la situación de Benjamin, porque además, él dice que nos tiene una sorpresa a todos.
La madre de Azahara había sido una inmigrante que para sobrevivir dedicaba su tiempo a limpiar casas de gente adinerada, un buen día un hombre intentó sobrepasarse con ella y Azahara tratando de protegerla asesinó al tipo, su madre horrorizada por cómo sucedió todo, decidió culparse de aquella muerte, pero los líderes del proyecto intervinieron rápidamente, ofreciendo a la niña un sitio seguro para practicar sus poderes, ayudando también a que su madre obtuviera un hogar y un empleo dignos.
En cambio Benjamin, tenía una historia mucho más simple y menos dolorosa. Él era hijo de dos importantes catedráticos que trabajaban en una prestigiosa universidad, al inicio ambos creyeron que tenían un hijo genio, aunque no tardaron en darse cuenta que el cerebro de su pequeño era mucho más prodigioso que el de cualquier otro ser humano que hubiera existido. El descubrimiento le dió un pase directo al equipo Guerreros.
—¿Qué clase de sorpresa nos tiene el genio?— desdén puro y genuino sonó en aquella última palabra.
—Benjamin, ese es su nombre ¿Cuántas veces tengo que pedir que lo respetes, Piero?
—Pero es un genio ¿no?
—Él odia los apodos, lo sabes bien.
—A veces, parece que lo quieres más a él que a Apolo.
—¿Solo sabes hablar el idioma de los estúpidos?
Aquel joven arrogante de cabellos pelirrojos pertenecía al sector privilegiado de la sociedad, pues sus dos madres trabajaban en puestos importantes dentro del gobierno, era por ello que su estadía en el equipo había estado asegurada desde que iniciaron los rumores de que su hijo recién adoptado tenía una fuerza sobrenatural.
—Deja que siga hablando idioteces, quizá así por fin lo saquen del equipo.
Alba miró de arriba a abajo a Piero antes de ponerse al lado de Luke, quién evitó deliberadamente intercambiar miradas con el pelirrojo.
La historia de Alba era aún algo confusa, pues después de la muerte de su madre, su padre Jacob trató de cuidarla y de ayudarle a comprender su poder, pero como era de esperar, a veces las cosas se salían de control, así que sin más opción, el agente de la KGB, movió sus contactos para ingresar a su hija en el grupo Guerreros.