El villano quiere la corona.

Epílogo.

Seré breve, mi coronación fue la mejor experiencia que he experimentado, los nobles parecían celebrar mi logro, mis padres no podían estar más orgullosos de mí.

Con el pasar del tiempo, todos los del palacio se enteraron de mi amorío con Joseph ㅡeso pasaba por no haber sido discreto al salir teniendo en cuenta de que la seguridad era mayorㅡ, por un momento temí por ambos, aunque no me podían enjuiciar por ello. Por un momento pensé en que Urras me iba a despreciar por estarme acostando con su hijo, me tomó por sorpresa en que me haya dicho en que era todo un honor para Joseph ser alguien muy importante para el palacio, supongo que el puesto de rey me favorecía bastante; mayor fue mi sorpresa cuando mis padres se enteraron y no pareció sorprenderles, me dijeron que ya se veían venir mis gustos desde que era un niño.

Adopté a tres niños más, de nombres: Magno, Emilie y Nikolay, hermanos menores de Arissia, hablando de ella, fue reconocida por ser una princesa de espíritu artístico y un alma noble —aunque adaptó mi fetiche por las cicatrices, ¿acaso era contagioso?ㅡ, en fin, mi amada hija a pesar de ser cuestionada por su color de piel, su belleza fue reconocida ante todo el reino; lastimosamente no sabe aún en que Fénix es su hermano, aquel joven cocinero que le preparaba sus platillos favoritos con la esperanza de ser recordado.

No dejé de expandir mi proyecto, los deberes de un rey eran titánicos, pero he podido manejarlos. Cuando visitaba la zona sur, mi nombre era clamado, por alguna razón, las mujeres que tenía bebés en brazos se me acercaban para que los bendijera ㅡalgo que me pareció extraño ya que soy un rey, no un diosㅡ, hacían filas con sus hijos, me gustaba ver a los pequeños recién nacidos.

Una mujer encapuchada llamó mi atención, no quería mostrar su rostro y cargaba con un pequeño en brazos, no me pidió ninguna bendición, algo que me causó un cierto alivio, por lo menos había alguien con un poco de sentido de la realidad. Los caballeros estaban atentos.

ㅡQuiero que conozca a mi hijo, majestad ㅡla voz de la mujer era mesurada.

Pude ver el rostro de un pequeño de piel blanca que parecía porcelana, su cabello era de un hermoso color negro como el azabache, sus ojos estaban cerrados.

ㅡEs un niño muy bonito, ¿cuál es el nombre del pequeño?

ㅡMi esposo y yo lo llamamos Arthur.

ㅡUn hermoso nombre para un hermoso niño, espero en que se convierta en un hombre de bien.

ㅡAgradezco por los buenos deseos de su majestad ㅡdijo antes de darse la vuelta, desvié la mirada hacia un guardia que me traía una carta, pero la mujer encapuchada a la distancia soltó una frase que hasta el día de hoy me causa escalofríosㅡ: Sabía que lo lograrías sin mí.

Levanté la mirada para ver a la mujer, pero no la hallé entre la multitud, ¿acaso fueron imaginaciones mías? Y si no era así, me hubiera gustado decirle en que fue un honor ser el villano de su historia de amor, gracias a eso, soy el héroe del reino que tanto amo.

Escribo esta carta porque quiero desahogarme un poco, sé que no será leída porque las brasas del fuego ardiente la van a consumir hasta que nada más quedan cenizas.

Ojalá pudiera agradecer a mis desalmados padres biológicos en este momento, gracias a que me adentraron a ese infierno fui hallado y querido por personas que pensé que no lograrían amarme, me convertí en alguien que nunca pensé en que fuese realidad.

Este villano obtuvo la corona, este villano se convirtió en el héroe que siempre soñó ser.

ㅡRey Magnus Ivanov Nielsen de Athia.

FIN




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