En una era donde los destinos se entrelazaban con los hilos del deber y el honor, en un reino olvidado por el tiempo pero recordado en leyendas, nació una historia de amor tan inesperada como un verano en pleno invierno.
Era el año del Señor de 1423, y el reino de Valoria se preparaba para la celebración más grandiosa de la década: el matrimonio concertado entre la noble dama Elara de Montecorvo y el valeroso caballero Sir Edric de Lorian. Dos almas destinadas a unirse no por la pasión, sino por la alianza de sus casas.
Elara, con su belleza eclipsando la luna y su ingenio tan afilado como la espada de su prometido, había aceptado su destino con una gracia que desmentía la tormenta en su corazón. Sir Edric, cuyo valor en el campo de batalla solo era superado por la profundidad de su lealtad, veía en Elara una compañera digna, aunque su corazón guardaba secretos tan oscuros como la noche sin estrellas.
En las sombras de los muros de piedra del castillo de Montecorvo, sus miradas se encontraron por primera vez, no con la chispa del amor, sino con la curiosidad cautelosa de dos estrategas en un juego de ajedrez. Pero incluso el mejor de los planes puede desmoronarse cuando el destino decide tejer una nueva trama.
Y así comenzó la historia de Elara y Edric, un relato de amor y desafío que desenterraría secretos, desataría pasiones prohibidas y pondría a prueba la fuerza de un juramento. Porque en el juego del amor y el poder, a veces el corazón es el que dicta las reglas, incluso en un mundo donde la tradición lo gobierna todo.