El vínculo mágico - Libro 1

Capítulo 6 - parte 2

  —Gobernador Rodric —comentó en voz baja el rey Marlow—, su lógica es muy poderosa.

  —Lo es.

  —¿Y eso no supondrá un problema?

  Rodric agachó la vista con preocupación.

  —¿Por qué iba a ser un problema? —preguntó Nathaly, curiosa.

  —La lógica y los sentimientos son como una balanza —contestó Rodric—. Si uno se desarrolla, el otro pierde derechos de uso. Es cierto que en la mente se guarda gran parte de la información de un recuerdo, pero recuperarlo o no dependerá de tus sentimientos.

  —Entonces servirá con que utilice mis sentimientos a partir de ahora —comentó Nathaly, a pesar de no saber bien cómo tendría que hacer eso.

  —No —contestó Leo—. No es cuestión de que uses más tus sentimientos, sino de que equilibres ambas partes. No obstante, eso no te garantizará que recuperes tus recuerdos. Primero hay que ver si la poción ha causado daños en esa información, y eso no se sabrá hasta que desaparezca por completo.

  —¿Eso significa que es posible que haya perdido parte de mi pasado para siempre?

  —Sí.

  —Leo, por favor, ten un poco de tacto —le pidió Rodric—. No seas tan insensible.

  —Solo le estoy respondiendo. ¿Qué hay de malo en ello?

  —¿Qué es eso de que quizá haya perdido parte de sus recuerdos? —saltó un hombre detrás de Nathaly. Con tono exigente y serio, añadió—: ¿Qué está pasando?

  Nathaly, al verlo, se quedó impactada. Se parecía muchísimo al que aparecía con ella en las fotos de su álbum. El mismo pelo negro, la misma expresión seria... Bueno, quizá la misma expresión no.

  —Genial —escupió Leo—. El que faltaba.

  —Que yo sepa, aún conservas en tu mente lo que es tener modales, ¿no, Leo?

  —Habló el que se acercó y no saludó.

  El hombre alzó la cabeza con enfado y Leo lo desafió con la mirada. La tensión que se palpaba en el ambiente era espeluznante, e iba en aumento por cada segundo que pasaba.

  —Basta —intervino Rodric—. Ni se os ocurra pelear delante del rey Marlow. Haced el favor de comportaros.

  Ambos desviaron la mirada en sentidos opuestos; Leo se centró en recuperar la calma y el hombre se resignó a obedecer de mala gana. Rodric, mientras tanto, se disculpó con el rey Marlow.

  «Rey Marlow, ese hombre se llama Zarco, ¿verdad?» —preguntó Nathaly a través de la mente, mientras el hombre se sentaba a su lado.

  —Disculpe que les haya interrumpido sin saludar, rey Marlow —dijo el hombre, haciendo una cortés reverencia.

  —Está más que disculpado, señor Zarco —contestó el rey, posando la mano en el hombro del gobernador para que este no saltara encima de Nathaly—: Dada la situación, es comprensible su preocupación.

  —¿Situación? —recalcó Zarco con enfado contenido. Al instante, fulminó a Rodric con la mirada.

  Mientras ambos mantenían una conversación a través de la mente, Nathaly se limitó a observar a Zarco, que enfadado imponía mucho más que tranquilo. Cuando percibió un sentimiento aterrador reflejado en sus ojos, se le pusieron los pelos de punta.

  —No estarás jugando conmigo, ¿verdad? —dijo Zarco, controlando muy bien lo que estaba sintiendo.

  —No juego con cosas tan serias, Zarco —contestó Rodric—. Y aprovechando que estás aquí... Nathaly, ¿te acuerdas de él?

  Nathaly se volvió a fijar en Zarco, que tenía la piel algo más clara que la suya y llevaba el pelo recogido en una corta coleta, con algunos mechones a ambos lados de su rostro. Su vestimenta, de un azul muy oscuro, se componía de un pantalón de traje y un elegante jersey, y sus ojos, que no estaba segura de que fueran marrones, los tenía más oscuros que en las fotos de su álbum. O, como ellos lo llamaban, recordatorios.

  —¿Nathaly? —dudó Rodric.

  Cuando Nathaly se dispuso a responder, se dio cuenta de que el miedo la tenía más paralizada de lo que pensaba. ¿Y cómo no estarlo? La seriedad de Zarco era igual o más marcada que la de Leo, y su mirada intimidaba bastante. ¿Quizá ese hombre la trató mal en el pasado? Pensativa y confusa, Nathaly solo estaba segura de una cosa: ese hombre no era su padre. Algo en su interior se lo confirmaba.

  —Deja de sacar conclusiones solo por lo que ves y tócale de una vez —dijo Leo—. No te va a morder.

  Nathaly, que no había apartado la mirada de Zarco en ningún momento, se sintió mal por estar juzgándolo sin saber nada de él. Pero... ¿y si no se equivocaba? Dudando en si hacer o no lo que Leo le había dicho, miró a Rodric, que asintió con seguridad y le regaló una confortable sonrisa. Cuando Nathaly volvió a mirar a Zarco, se dio cuenta de que su humor había empeorado.

  Armándose de valor, Nathaly levantó la mano y la dirigió hacia el rostro de Zarco. Antes de que alcanzara a tocarle la mejilla, Zarco agarró su muñeca con fuerza.

  —¿Cómo puedes estar haciendo esto solo porque él te lo haya dicho? —enfureció—. ¡No puedo creerlo! Recuerdes o no cómo utilizar tus seis sentidos para que te puedan ayudar a obtener una respuesta, ¡no te he educado para que hagas lo que los demás te digan que hagas! ¡Haz el favor de pensar por ti misma!

  —Lo siento, tío Zarco. —Se encogió del susto. Nathaly abrió los ojos de golpe y lo miró—. ¿Tío... Zarco? Sí —sonrió—, me acuerdo de ti. ¡Eres mi ángel guardián! —Se lanzó a su cuello y lo abrazó.

  Zarco se quedó al principio bloqueado, pero después la correspondió con lentitud. Sus brazos, que la arroparon con la misma fuerza que los de ella, transmitieron a la perfección sus sentimientos más profundos. Unos sentimientos que Nathaly aceptó con gusto y que la hicieron muy feliz.

  —Esto es bastante bueno —le comentó el rey Marlow a Rodric.

  —Si le soy sincero, creía que no se acordaría de él tan pronto. Me temo que esta vez soy yo el que se equivoca. Mis disculpas, rey Marlow.

  —Oh, no, por favor, no se disculpe antes de tiempo. Esto solo es el comienzo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.